El sufrimiento como estilo de vida y la victoria como costumbre. El Iberostar Tenerife sumó ayer su sexto triunfo, en otros tantos encuentros, dentro de la Liga Endesa. Una marca superlativa y sin precedentes dentro del club lagunero. Un registro cimentado por la calidad de este equipo (como la que llevan por bandera Huertas o Shermadini, ayer entre ambos 38 puntos y 53 de valoración), pero sobre todo por su particular manera de apretar los dientes y no bajar los brazos antes de tiempo.

En duelos anteriores los de Txus Vidorreta llevaron al límite su resistencia cardiaca, ya fuera con remontadas imposibles (Murcia) o triunfos al límite (Zaragoza, Fuenlabrada y hasta Joventut). Ayer, en la visita al Unicaja, sobre el papel el adversario más poderoso de los que ha tenido el Canarias en este arranque, el Iberostar demostró raza y coraje. Virtudes que parecen grabadas a fuego en este equipo y que le permiten reconducir momentos críticos, esta vez en forma de grandes parciales.

Recibió de entrada el conjunto aurinegro un primer golpe (16-6 tras un 11-2), luego un segundo (29-19 después de un 13-0), y ya tras el descanso un tercero (52-42 como consecuencia de un 11-0). Prácticamente cualquier otro conjunto se hubiera venido abajo por mucho que por delante aún quedara cuarto y medio. Pero este Iberostar no entiende de rendiciones y desde la defensa (pese a acabar concediendo 10 rebotes) y con un paciencia magistral en ataque (tempo que minimizó el daño de sus 17 pérdidas y derivó en un gran porcentaje de acierto en el tiro) logró revertir todas y cada una de las situaciones. En especial la última (arreón de 9-33 para el 61-75), aquella que le serviría para certificar una victoria de mucho mérito, sin peros; de esas que valen doble al final de curso.

Se topó de entrada el Canarias con un rival muy intenso atrás, atando en corto a Shermadini para que no recibiera, y colapsando el habitualmente productivo pick and roll aurinegro. En el otro lado de la cancha, los aurinegros no terminaron de encontrar el equilibrio defensivo para dificultar la circulación del Unicaja, que hasta encontró situaciones liberadas de tiro desde el arco. Así, con cuatro triples (dos de ellos de Bouteille), el conjunto local se disparó hasta el 16-6 tras poco más de cinco minutos de juego.

No perdió la paciencia el conjunto insular, que poco a poco logró encontrar a Shermadini, pero sobre todo se encomendó a Doornekamp, autor de tres triples casi seguidos. La entrada en cancha de Huertas dio un puntito más de chispa a los laguneros, que terminaron de obrar un parcial de 0-13 para tomar la delantera en el electrónico (16-19).

Momento dulce, el de los isleños, que no tuvo continuidad básicamente por una serie de pérdidas (varias de ellas regaladas e incluso en saque de fondo, para un total de 10 al descanso) que permitieron correr a los locales y devolver el golpe previo, esta vez con un 13-0 (llegó a ser 8-0 en apenas 1'10" del segundo cuarto) para volver a poner contra las cuerdas a los de Vidorreta (29-19).

Como en la delicada situación previa la estabilidad la dio Huertas, que enmendó varias pérdidas previas asumiendo responsabilidades, tanto para anotar en penetración como para repartir juego, primero a Doornekamp (32-28) y luego a Shermadini (35-33). Con un quinteto bajo en cancha (Fitipaldo, Salin, Butterfield, Doornekamp y Gio), el Canarias se sentía cómodo y había vuelto a meter de lleno en el duelo (39-40 tras robo y mate, y el quinto triple de Doornekamp). Solo un par de acciones postreras de Francis Alonso, muy bien tapado hasta ese momento, impidieron que los laguneros llegaran en franquicia al descanso (44-40).

Esos cinco puntos de Alonso fueron, precisamente, el inicio de otro intento de ruptura de los andaluces, que volvieron a hurgar en heridas todavía abiertas en los aurinegros: pérdidas, el no poder parar a Thompson y permitir segundas opciones. Así el parcial llegó a ser de 11-0 (50-40).

Le tocó remar de nuevo a los isleños, que de nuevo se pusieron en las manos de Huertas, al que lo mismo le dio mirar el aro (con varias penetraciones) como mostrar el temple suficiente para dar con un compañero, ya fuera cerca de canasta (Shermanidi) como en el perímetro (Cavanaugh y Salin). Con Sheradini tomando protagonismo también de manera directa, a la ecuación se sumó igualmente Guerra en su faceta de asistente (una para el sexto triple de Doornekamp y otra para Cavanaugh bajo el aro). En medio de un partido de parciales, el golpe canarista fue brutal, un 4-22 para que el Iberostar alcanzara la que en ese momento era su máxima renta (56-64, 29').

Con una encomiable actividad defensiva, los isleños sacaron algunas faltas en ataque y encontraron en ataque a un Salin que se reivindicó con dos triples seguidos, amén de provocar una recuperación que derivó en el 61-75. Con más de seis minutos aún por delante los antecedentes podían invitar a pensar en cualquier situación final. Pero no. El Iberostar evitó la enésima ruptura pese a que desperdicio varios balones para terminar de tumbar a su rival (68-75, a 4'15").

Un tapón y un 2+1 de Shermadini, una penetración de Huertas, la seguridad en los libres de Fitipaldo y la aportación de un Cavanaugh cada vez más participativo evitaron la resurrección del Unicaja. Seis partidos y seis victorias. Poco más que pedir. Poco más que decir.