La situación necesita pocas definiciones. El Tenerife está ante la gran oportunidad de las últimas temporadas. Un triunfo ante el Real Zaragoza coloca a los de Baraja en la pelea final por un puesto en Primera División. Luego, quedarían tres partidos y dos eliminatorias de playoff. Esa es otra historia, que habrá que vivirla, sin tregua, con una altísima exigencia en todos los aspectos, pero desde la seguridad de estar disfrutando de una ocasión histórica.

El Zaragoza se está jugando el ascenso por la vía directa. Llega tras tres derrotas, aunque lejos de La Romareda ha ganado 9 partidos y ha empatado 6. El triunfo ayer del Huesca aleja mucho más las posibilidades del equipo blanquillo. Con los tres puntos de hoy, el Tenerife superaría al Elche y podría echarle el gran pulso al Rayo, que tienen también 53 puntos y que, en caso de igualdad, haría valer el golaverage.

El partido tiene una dificultad altísima. El Tenerife juega contra un rival de estilo muy diferente. Puede considerarse incluso que estamos ante la pelea por imponer las condiciones en las que se juegue. El Tenerife pondrá la presión alta para que el rival no salga armando el juego, la verticalidad en los pases defensa-ataque, las rupturas por los costados, en especial por el derecho, y el habitual ritmo alto a base de mover el balón muy rápido tratando de descolocar al rival. El Zaragoza tratará de que el partido se juegue con más pausa, filtrando pases por abajo, evitando pérdidas y tratando de conectar con su línea de medias puntas, que son de notable calidad técnica, hasta llegar a Luis Suárez, que es la potencia, la pegada y la definición en persona.

El equipo que imponga su estilo se acercará más al área, forzará más errores y estará más cerca del gol. Y un gol es medio partido en esta categoría, transitando por una competición que no da respiro. En tal sentido, la frescura de ambos puede ser determinante. El Tenerife ha sido muy superior a sus rivales en todos los primeros tiempos, pero ha sufrido tras el descanso. En especial, le sucedió en casa. No pudo abrir la defensa de un Málaga con diez, pasó un mal trago ante el Mirandés, que llegó a ponerse 2-1 y a rematar al poste en los primeros compases de la reanudación, y estuvo claramente por debajo del Deportivo en toda la segunda manga del encuentro. Tal vez por eso, Baraja incidió ayer en que el equipo tiene que recuperar la fortaleza en casa. No pareció que hablaba solo de resultados, se refería también a la autoridad en el partido, consciente de que una de las bazas del Tenerife bajo su mandato ha sido marcar pronto (como ante Albacete, Elche, Sporting, Girona y Mirandés) y manejar el juego desde la ventaja. Cuando no lo ha logrado, ha sufrido tras el descanso.