Todos los análisis del partido pasan por la influencia que tuvo la tarjeta roja a José Mari, con 70 minutos por delante, pero hay que valorar que hasta entonces, el Tenerife ya estaba dando la talla, ejecutando un plan de partido estudiado al dedillo, ante un rival que esconde pocos secretos, pero al que resulta complicado superar en cualquier sector del campo. En igualdad numérica, el Tenerife lo frenó. El equipo de Baraja aguantó la salida briosa de los amarillos, se defendió con acierto y se manejó muy bien con la pelota. De hecho, la única ocasión clara antes del gol que cerró la primera mitad la tuvo Álex Muñoz cabeceando un córner que despejó también de cabeza José Mari debajo del larguero (7') con Cifuentes superado.

En el contexto de un choque igualado, los primeros 20 minutos evidenciaron que Baraja no quería que los exteriores locales (Jurado y Salvi) pudieran encarar a sus laterales en igualdad de condiciones, por eso dobló posiciones en los dos costados para que Luis Pérez y Álex Muñoz dispusieran de las ayudas de Shaq y Lasure cada vez que el Cádiz llevaba la pelota a un extremo. El equipo de Baraja estuvo bien ajustado en el medio, fue intenso en los duelos y, cuando pudo salir con la pelota, alternó el pase vertical sobre Dani Gómez con la variante de los cambios de orientación para tratar de desajustar a su rival. La igualdad duró hasta que el colegiado Moreno Aragón expulsó a José Mari. Fue en una acción muy propia del partido tan disputado que se estaba desarrollando: a Aitor Sanz se le fue largo un control y Jose Mari arriesgó para llevárselo, el madrileño llegó antes y el cadista le golpeó abajo. La decisión del árbitro sorprendió, porque todos esperaban la amarilla. Es una jugada sujeta a criterio y esta vez tocó cara...

E Otro partido. Después de la roja, fue otro partido. Álvaro Cervera replegó a su equipo, retrasó a Álex Fernández a la segunda línea (formó un 4-4-1) y trató de apoyarse en Lozano para desahogar a su equipo. El Tenerife se hizo con la pelota y asumió el mando posicional del partido, una de sus asignaturas pendientes en los choques ante Fuenlabrada y Málaga. Sin embargo, el verdadero cambio de rumbo del encuentro se produjo tras la pausa de hidratación, ese tiempo muerto encubierto cada vez más influyente en los partidos. Lo aprovechó Baraja para reordenar su dibujo: cerró con tres centrales llevando a Álex Muñoz hacia el medio, le dio la manija en el inicio del juego a Lluís López, avanzó a Luis Pérez y Lasure como carrileros, y ocupó el campo de ataque de forma decidida. El dominio del Tenerife fue continuo, porque recuperó pronto la pelota, ajustando la presión en los intentos de salida del Cádiz hacia delante. Es verdad que no generó ocasiones claras, porque el equipo de Cervera tiene calidad defensiva para ganar disputas y tapar líneas de pase, mucho más si está replegado. Aún así, los desmarques de Dani Gómez por dentro le dieron opciones en el área. El empate parecía sellado hasta que un centro de Shaq Moore fue desviado, de forma ligera pero suficiente, por un defensa y el balón se cerró sobre el segundo palo para que Dani Gómez ganara ventaja a su defensor y rematara a la red. Era el 0-1 y se cumplía el minuto 45.

El gol rompió el plan cadista de aguantar hasta el intermedio. El golpe definitivo llegó con solo dos minutos jugados de la segunda parte. Luis Pérez se sacó un centro de volea, casi para intentar que la pelota se le marchase fuera, y Dani Gómez lo cazó de cabeza, fuera de la perpendicular de la portería, cruzando el esférico al segundo palo, a donde no llegó el portero Cifuentes, que sin tocar el balón en 47' había encajado dos tantos.

Control y contragolpe. El Tenerife, con una imagen de entereza, de dominio de la situación, realmente sólida, supo manejarse hasta el final frente a un rival que fue perdiendo la fe en sus remotas opciones de al menos acercarse en el marcador. Cervera había hecho dos cambios en el vestuario para aportarle vigor a su equipo: le dio entrada a Nano arriba, en lugar de Lozano, golpeado, y alimentó la banda con el ariete Álvaro Giménez, en sustitución de Jurado, o sea, un delantero por un volante. El plan se le frustró con el 0-2 tan tempranero. Su equipo siguió yendo arriba, acabando jugadas con remates poco claros y en un ejercicio casi mecánico de ataque, más por necesidad que con convencimiento. Pero el que pudo volver a marcar fue el Tenerife.

Opciones mal terminadas. A media hora del final, otra vez Shaq Moore puso en bandeja un balón desde la derecha, que remató en carrera Bermejo, pero por encima del larguero. Dani Gómez se relamía, pero el catalán llegó antes... Cervera quitó a sus dos volantes del medio (Álex Fernández y Bodiger), dejó solo a Perea en el pivote y arriesgó todo en un intento encomiable pero baldío. Baraja dio entrada a Joselu, retiró a Bermejo y no movió más piezas hasta el minuto 80. El tramo final fue deshilvanado, casi de ida y vuelta, pero con todo decidido. En realidad nada fue igual desde el minuto 21, aunque esa tarjeta roja no desmerece a un gran Tenerife.