El Audi Dome de Munich puso fin, hace 11 días, a casi tres meses huérfanos de baloncesto en el viejo continente. La BBL alemana fue la primera de las tres competiciones europeas (junto con la española y la israelí) que han tratado de ganarle el pulso al covid-19. Con la primera fase de grupos ya concluida, la máxima categoría alemana está ganando la apuesta en su particular burbuja. Y lo hace sin haber registrado ni un solo positivo; desterrando el miedo que pudiera existir entre los jugadores; y haciendo familiares partidos a puerta cerrada en los que se percibe el más mínimo susurro. Y entre los diez equipos protagonistas, la representación canaria del Alba Berlín. Los amarillos han ganado sus cuatro partidos iniciales y han reforzado su candidatura al título. Resultados positivos que hacen más sencillo el día a día. Ese particular confinamiento deportivo que también viven en Valencia los integrantes del Iberostar Tenerife. Es, según se deduce de sus testimonios, cuestión de acostumbrarse.

Las dudas del inicio. "Al principio sí tenía mis dudas, y quizá no tanto por podernos contagiar del covid-19, sino por las lesiones ya que no tuvimos mucho tiempo para prepararnos; pero después de más de una semana aquí todos estamos bien, física y mentalmente", admite el excanarista Luke Sikma, que valora "el buen trabajo realizado por la liga para llevar a cabo el torneo, pensando en nuestra salud y que podamos competir al máximo". "No he visto miedo en nadie, la BBL ha preparado bien la competición y eso permite que los jugadores solo pensemos en el baloncesto", añade Marcus Ericsson, otrora jugador del Gran Canaria.

Concentraciones familiares. El sueco, en un discurso similar al que ha realizado estos días Txus Vidorreta, parte con cierta ventaja dentro de "una situación diferente" en la que solo se puede ir del hotel a los partidos y a los entrenamientos". "Varios de nosotros ya hemos vivido algo así y es una ayuda", apunta el alero en relación a las concentraciones con las selecciones. "Ahora tenemos más restricciones, sí, pero también muchas similitudes, como los partidos cada dos días. Es lo que hay, y debemos acostumbrarnos", añade el nórdico.

Los técnicos. También deben lidiar con lo que supone estar en esta burbuja los técnicos, entre ellos Carlos Frade, que durante dos años dirigió el UB La Palma. "Se han tomado todas las precauciones para que no haya ningún positivo, y lo van logrando", expresa el madrileño, que tampoco ve "grandes diferencias" respecto a su proceder "en la vida diaria", pese a que "existe menos contacto entre las gente". "La convivencia es buena y eso nos ayuda a pasar el confinamiento", resalta por su parte Israel González ayudante de Aíto García Reneses, tal y como ya lo fuera en el Granca. "Aunque van a ser tres semanas viendo las mismas caras y eso...", añade con cierta resignación.

Cuando el partido empieza... Donde más diferencias podrían existir respecto al baloncesto de antes es en los encuentros. Aunque después de 10 días la disparidad no parece ser tan grande. A los jugadores no les ha quedado otra, por "muy extraño" que resulte "jugarte la liga sin aficionados en las gradas", dice Sikma. "Son como partidos de la Summer League, con algún aficionado que otro y la misma organización, aunque aquí está todo un poco más callado", añade el norteamericano. Ericsson apela a una cuestión mental. "Evidentemente es diferente jugar con o sin público, pero es lo que hay. Cuando el partido empieza y estás en la pista hay tantas cosas en las que tienes que pensar que no te detienes en eso. Afecta, pero no tanto", argumenta el de Uppsala.

Vergüenza al animar. Eso, en el fragor de la batalla dentro de la pista. En la banda el nuevo baloncesto sí repele un tanto. "Nos hemos ido acostumbrando a base de meternos en el partido y concentrarnos para olvidarnos un poco de esta situación", comenta González, que añade otro dato con cierto rubor. "Incluso hemos hablado entre nosotros de quitarnos esa vergüenza de animarnos porque es que se oye todo lo que dices. Y al final estamos logrando apoyarnos mutuamente como grupo". Una sensación que corrobora Frade. "Se oyen todos los comentarios, ya sean de ánimo como de protesta", señala.

Eliminatorias raras. El de Alemania es un formato de competición con ciertas diferencias respecto al de la ACB. Un partido menos en la fase de grupos, pero en cambio dos duelos para dilucidar cada una de las eliminatorias de cuartos, semifinales y final. En total, para optar al título, el campeón jugará 10 partidos. "También será extraño disputar un cruce a doble vuelta en el mismo campo y sin público, pero tendremos que considerar que las eliminatorias no son de 40 minutos sino de 80, con un largo descanso de un día entre partido y partido", apunta Israel, que ve "un equilibrio entre el número de partidos y la justicia deportiva". Para Frade, "dadas las circunstancias", el formato es "bastante acertado".

Himar, extraño en la grada. Peor aún se pasa en la grada. Una ubicación a la que ha quedado relegado Himar Ojeda, director deportivo de la entidad berlinesa. La restricción en el número máximo de expedicionarios por equipo le imposibilita convivir con el equipo, por lo que debe hacerse más de 1.000 kilómetros por duelo. El grancanario admite estar fuera de su hábitat. "Para mí, que hago vida diaria con ellos, y convivo tanto antes como después de los partidos, se hace extraño estar en la quinta o sexta fila de la grada. No te queda otra que saludar de lejos y simplemente marcharte cuando acaba el partido", comenta el técnico isleño. Su sensación, la de "estar viendo un partido amistoso, algo raro por la falta de empuje de los aficionados", pero también la percepción de que "los jugadores se han ido acostumbrando" a esta nueva normalidad. En Valencia ya saben lo que les espera... y lo que hacer.