Lo que era un reto por alcanzar los 2.000 dorsales solidarios, se acabó quedando muy corto. Al cierre de inscripciones, #YoCorroEnCasa sumaba 7.429 inscritos y 82.940 euros recaudados para #YoMeCorono; lo que supuso una media superior a los 11 euros -11,16- por house-runner. Además, entre todos los participantes sumaron más de 73.747 kilómetros -1,12 euros/kilómetro-. Cada uno a su manera y en la medida que le permitía las dimensiones de su hogar. En una parrilla -virtual- de salida que vivió su primer episodio a las 8:00 de la mañana del pasado sábado, la élite nacional -y algunos de sus familiares- no falló a la cita con los kilómetros y, de paso, con la solidaridad. Entre los Pau Capell, Kilian Jornet, Tòfol Castanyer, Luis Alberto Hernando, Aritz Egea, Sheila Avilés, Jordi Gamito, Azara García, Zaid Ait Malek, Gisela Carrión, etcétera, una ristra de populares que se animaron a aportar quedándose en casa.

Entre las más de 15 nacionalidades y con amplia representación de cada una de las comunidades autónomas, 43 corredores pertenecen a la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Entre todos ellos sumaron 475 kilómetros sin moverse de sus domicilios; algunos se atrevieron con maratones o medias. Cabe reseñar que, exceptuando a La Gomera y La Graciosa, todas las islas del Archipiélago estuvieron representadas. Pasillos, escaleras, salones, terrazas, trasteros y garajes -todos ellos no comunitarios- fueron tomados por los runners, que donaron una inscripción cuyo precio no estaba fijado pero que rondó los 11 euros. A saber, unos 440 euros tuvieron acento santacrucero.

21K en casa, pan comido

José Alberto Francisco Oramas, atleta del Vallivana, no dudó desde que tomó la salida a las 11:50: "Salí con la convicción de que 21 kilómetros, y en casa, era pan comido". El recorrido casero, que compartió con su hijo hasta el kilómetro 4, lo afrontó desde el principio con "tranquilidad. Empezamos a bajar escaleras (56 por vuelta), llegamos al patio; afrontamos otro tramo bajando y pisamos un pequeño terreno de ida y vuelta. A partir de ahí, empezamos a subir los diferentes tramos de escaleras para llegar a la azotea -pasando por comedor y pasillo-. Dos vueltas en la azotea, y para abajo", comenta el house-runner, que cada tres vueltas completaba un kilómetro.

En su particular media maratón, y a falta de música, a su paso por la azotea saludaba a los vecinos; reconoce que alguno lo "miraba como si estuviera loco". Así, hasta llegar al kilómetro 10, momento en el que decidió parar a avituallarse en la cocina. "Me comí un plátano, bebí agua, tomé una pastilla de sales y continué", relata. Pese a los "estragos" que empezó a hacer en él su rodilla derecha, cambió. "En ese momento me dio por pensar por qué estaba haciendo este reto. Cambié el chip; ya no era por diversión, sino por colaborar y ayudar en esta pesadilla que estamos viviendo todos". Los problemas no remitieron. En el kilómetro 15 aparecieron molestias en la otra rodilla; no obstante, los superó pensando en el sufrimiento "de contagiados y los sanitarios que están doblando turnos", revela.

"Cuando me acercaba a meta -punto de partida-, avisé a mi mujer e hijo para que me recibieran. Había acabado los 21 kilómetros de ayuda (paró el crono en 2.12:51). Valió la pena; en primer lugar, por mi pequeña aportación, segundo, por descubrir que hacer media maratón en casa es posible", concluye el tinerfeño. Después de una semana "odiando" a todos los que tenían terraza, cinta, bici y gimnasios montados en casa, Cristina Santana salió del ostracismo sin abrir la puerta de su vivienda. Sevillana, pero afincada en Tenerife desde hace 13 años, 'Santanita', tal y como figura en su dorsal de la #YoCorroEnCasa, auspiciada por su amigo Michel Coello, ya había hecho 10 kilómetros en lo que dice haber sido el "mejor día del confinamiento. Cuando vi el reto de estos tres súper tops de la montaña, me vine arriba apuntándome a los 20k. Después ya me dije: por un kilómetro más, hago una media", asevera la atleta.

"Según las escrituras, mi casa son 56m2; 17 metros de punta a punta. El reto era más psicológico que deportivo. Suelo correr carreras de 5k, y uno de mis objetivos de este año, aparte de mejorar la marca, eran los 10k de Las Galletas. ¿Quién me iba a decir que mi carrera más larga hasta ahora sería en el pasillo de mi casa?, se cuestiona la del Correayo Spar Tenerife. Acostumbrado a participar en trails, el palmero Iván Castañeda sabía "desde el primer momento" que participaría en la iniciativa solidaria sumando 21 kilómetros. En esta ocasión, el sendero estaría conformado por el parqué y mosaicos de su vivienda en Santa Cruz de La Palma. "Lo afronté como el resto de carreras; no obstante, estar corriendo durante 1 hora y 49 minutos en un circuito tan pequeño es duro y te hace caer en la monotonía. Pareces un ratón", subraya el del Aldake.

Reto con cadencia

Eleazar Hernández fue uno de los más rápidos a la hora de inscribirse en el #YoCorroEnCasa. Consciente de que lo importante era "colaborar" con la causa, abogó por poner su bicicleta sobre un rodillo y empezar a pedalear hasta completar los 30 kilómetros que se marcó. "Retos así te fortalecen mentalmente. Estoy acostumbrado a la larga distancia, por lo que pruebas de este calibre no se me hacen muy difícil", asevera el pupilo de Aarón Adasat. Del mismo modo, asegura que "el verdadero reto está ahí fuera", y lo menos que puede hacer la población es contribuir con "pequeñas acciones" que acerquen el fin de esta coyuntura.

"Querer es poder"

El palmero Héctor Pérez se ha tomado este confinamiento con buena pedagogía. El titulado en magisterio reconoce haber sentido la necesidad de "buscar la motivación" necesaria para seguir entrenando. Después de haber hecho algo similar entre su grupo de amigos, le hablaron del #YoCorroEnCasa. "Gracias a esta iniciativa sigo estando motivado y, además, el donativo va para la lucha contra el Covid-19", analiza Pérez.

Héctor abogó por hacer el reto a primera hora de la tarde. Sobre las 13:00 arranco su lucha por doblegar los 21 kilómetros que se propuso en un 8x3 de azotea. Después de cambiar el sentido de la marcha para minimizar las "molestias" en tobillos, rodillas y espalda, se percató de que muchos vecinos lo observaban cual "hámster en su rueda. Sin embargo, fue gratificante ver como otro vecino se animó a hacer ejercicio desde su azotea", comenta. "Estoy muy contento de haber participado, y aportar mi granito de arena para tratar de que esta complicada situación mejore cuanto antes. Invito a todas las personas a que estén activas en la medida de sus posibilidades, sea cual sea el espacio con el que cuenten. Querer es poder", termina apostillando el de la Isla Bonita.