Sin ánimo revanchista alguno por su salida del club -fue cortado en el mes de junio del pasado año, cuando contaba con un año más de contrato-, el escolta oriundo de Bahía Blanca recibirá el cariño de la grada y verá parcialmente saldada la deuda de no haber sido despedido como jugador aurinegro.

Emocionalmente hablando, ¿será el enfrentamiento más importante de su carrera o eso es mucho decir?

Es mucho decir, yo creo. Pero sí que va a ser un partido emocionalmente difícil o peculiar porque es una situación un poco especial. Me enfrentaré a un exequipo después de muchísimo tiempo de realmente no hacerlo. Va a ser una situación rara.

¿Cómo tiene los sentimientos en estos días previos?

La verdad es que hay una mezcla de todo. Un poco de nerviosismo, ansiedad, ganas de vivir el momento… Van a ser un día y un partido muy especiales para mí. Esperemos poder ganar ahí.

El Pabellón Santiago Martín apunta al lleno…

Yo conozco muy bien a la afición. Todo el mundo me ha dicho que jugar en contra allí es emocionante.

De buen rollo, su excompañero Tomasz Gielo desea que la emoción le afecte.

-Ríe-. Esperemos que me afecte, pero para bien.

¿Sigue descontento por la decisión que tomó el CB Canarias con usted? ¿Qué es lo que más le dolió de la situación?

No, no. Yo sabía que era algo que podía llegar a pasar. Como ya he dicho en otros momentos, me hubiese gustado poder despedirme de la afición -con la camiseta aurinegra- dentro de la pista. Esa es la espinita que se me quedó. No pudo ser y ahora lo he dejado atrás y miro para delante.

¿Sigue pensando que tenía hueco en los esquemas de Txus Vidorreta?

Creo que sí. Tampoco quiero darle muchas vueltas, pero me encuentro muy bien y puedo tener hueco en cualquier equipo.

¿Aunque fuera en un rol secundario?

Tampoco quiero profundizar mucho en el pasado, sinceramente. En el Fuenlabrada tampoco creo que tenga un rol protagonista. Yo acepto cualquier rol. Evidentemente, yo tenía ganas de seguir jugando en la ACB. Estoy muy agradecido al Fuenlabrada, que me dio la oportunidad.

¿Cómo está viendo al Iberostar Tenerife?

Lo veo muy bien. Siempre que puedo, sigo los partidos. Los de Champions, para mí son más fáciles de ver porque entre semana no tengo partido. Creo que han hecho un equipazo y se les ve jugar muy fluidos. Es un equipo muy peligroso.

¿Era impensable verles cuartos a estas alturas, después de tantas modificaciones veraniegas en la plantilla?

No, la verdad es que no. Para nada, con la calidad de los jugadores que tiene. Creo que desde un principio, cuando se armó la plantilla, se veía que iba a ser un equipo que iba a estar arriba en la clasificación.

En el club han manifestado en numerosas ocasiones que usted tiene las puertas abiertas. ¿Seve trabajando en un futuro en el Iberostar Tenerife?

Me gustaría. Estuve -nueve temporadas- en una etapa muy linda de mi vida y estoy muy vinculado sentimentalmente al club. Me encantaría formar parte de él en un futuro proyecto.

¿Cuán duro está siendo pasar de una escuadra que lucha por cotas altas, como la aurinegra en los últimos años, a hacerlo a estar en una que lo hace por no descender?

No encuentro tanta diferencia entre luchar por diferentes objetivos, sino por el hecho de tener un partido a la semana, cuando ya estaba acostumbrado a jugar dos. Sobre todo, cuando encadenas una mala racha como la que tenemos ahora -seis derrotas consecutivas en la Liga Endesa- se hace muy larga la semana. Uno quiere que venga rápido el siguiente partido. Jugar una sola competición lo hace un poco más fastidioso. He vivido con el Canarias situaciones como esta, de luchar por no descender y lo hemos sacado adelante. El año que Blago -Sekulic- se fue a al Fenerbahçe -2014- cogimos una muy mala racha y después ganamos el derbi -frente al Gran Canaria-, que nos dio un empujón anímico. Tanto las buenas como las malas rachas se terminan. No creo que estemos jugando mal baloncesto.

Los dos últimos partidos se han perdido por un solo punto…

Hemos sido desafortunados. Podríamos haber estado tranquilamente, ahora mismo, con seis partidos ganados. Si la moneda se hubiese girado para el otro lado tanto ante el Obradoiro como con el Unicaja… Somos conscientes de la situación y tenemos que jugar cada partido como si fuese el último.

La apuesta de partida del equipo era arriesgada.

No sabría decirle cuál fue el plan en su momento del equipo, pero es verdad que no se dio con la tecla. Ahora, de a poquito, están reapareciendo jugadores que estaban tocados. El grupo es muy bueno, trabaja bien y hay un buen ambiente. Eso, para sobrellevar estos momentos, es fundamental.