Golpe de realidad para el Iberostar Tenerife. Un recién ascendido, el Bilbao Basket, le demostró ayer al cuadro lagunero que todavía tiene un sinfín de costuras al descubierto en una composición de plantilla prometedora, pero cuya realidad dista mucho de lo que exige la Liga Endesa. Solo Huertas y Shermadini -y no desde el inicio- ofrecieron ciertas garantías en un roster desdibujado, casi sin profundidad -Singler fue baja- de banquillo (entre el base y el pívot hicieron 44 puntos y los reservas únicamente nueve frente a los 29 de su rival), errático a más no poder desde el perímetro (5/28 ante el 14/24 de los vizcaínos), inseguro con el balón en las manos y, sobre todo evidenciando una preocupante inseguridad de ideas para saber lo que debe hacer. Revés para aprender, y sobre todo inesperado ante lo que se le viene encima a los isleños.

No dio el Canarias de entrada las mejores sensaciones. Algo revolucionado y torpón en ataque (Huertas estuvo con una marcha más de la debida), negado puntería desde el perímetro, y tampoco sin encontrar un referente interior, toda vez que Shermadini se fue al banco muy pronto tras dos faltas innecesarias (5-10). Mejoraron los locales con la aportación desde el perímetro (Huertas y dos de Díez) para el 14-14, pero fue solo un espejismo.

A medio camino por los nervios del debut, la falta de rodaje y el desconocimiento entre sus integrantes, el Iberostar fue un constante manojo de nervios. Pases al limbo, violación por pasos, faltas en ataque y tiros forzados al borde de la posesión presidieron un juego que se había metido en la más absoluta angostura. Un despropósito baloncestístico del que no era ajeno el Bilbao (seis pérdidas los locales y siete los visitantes en el primer cuarto), si bien los de Mumbrú fueron más pacientes en el cinco contra cinco y corrieron cuando les fue posible (16-23 -13'- y 18-26 -15'-).

Momento delicado que el cuadro canarista solventó tirando de la veteranía de su primera unidad. Primero buscando dentro a Shermanidi y luego con la clarividencia de Huertas, más equilibrado que en el arranque (13 puntos al descanso) para liderar un parcial de 12-0 en el que también tuvieron mucho que ver acierto en el tiro libre (8/8) y la momentánea presencia aurinegra en el rebote ofensivo. Los de Vidoreta volvían a tomar la delantera (30-26) tras el 2-0 inicial, dejando entrever una mayor frescura de ideas. Tendencia invertida a la que sin embargo los isleños no pudieron dar continuidad por dos desajustes que permitieron a los vizcaínos poner el gancho desde el 6,75 (35-34).

Lejos de tener como referencia lo ocurrido en el ecuador del segundo acto, el Iberostar regresó a los albores del encuentro para sumirse en un mar de pérdidas (hasta siete en poco más de cinco minutos). Incapaz de frenar a Bouteille, ni las rápidas transiciones de los vascos, al Canarias le tocó de nuevo remar (43-48, 26').

Lo hicieron los aurinegros, lastrados por su nefasto día, en el tiro de tres (0/6 en el tercer acto para un total en 30 minutos de 4/21), todo lo contrario que el Bilbao, mucho más selectivo y atinado (9/17). Les quedaba a los tinerfeños el rebote ofensivo, hasta siete en el tercer periodo que le depararon de segunda oportunidad ocho de los 12 raquíticos puntos que fueron capaces de hacer en el citado acto. Más que insuficiente para frenar a un Bilbao al alza y que recuperó la máxima renta (47-55) que ya había alcanzado en el segundo periodo.

Olió sangre el cuadro bilbaíno en la herida canarista del perímetro, cada vez más grande en un lado de la pista (4/23) y dolorosa en el otro. Y es que tres triples seguidos (algunos al borde d la posesión) dispararon a los visitantes hasta el 51-64. Alerta roja para un equipo al que se le habían bajado las persianas por completo. En medio de la desesperación -Vidorreta lo intentó con Alberto Cabrera- los laguneros desperdiciaron varias ocasiones para ponerse a seis, y cuando por fin lo lograron amparados en unos incombustibles Shermadini y Huertas (63-69 y 65-71, 37'), recibieron la enésima puñalada en forma de triple de Brown y bandeja de Bouteille (65-76). Jarro de agua fría para el equipo y para una afición que esperaba mucho más de los suyos.