El derbi de ayer en el Heliodoro Rodríguez López fue noticia solo por lo que sucedió en el terreno de juego. La fiesta que se vivió antes y durante el partido entre los aficionados blanquiazules y amarillos no dejó percances relevantes. En la línea de los últimos clásicos canarios.

El grupo más numeroso de seguidores de la UD Las Palmas partió del muelle de Agaete al de la capital tinerfeña a media tarde. Una vez en su destino, el traslado del colectivo amarillo desde la estación de Fred Olsen al Heliodoro Rodríguez López, para quedar ubicado en la confluencia de los sectores altos de Herradura y San Sebastián -el lugar habitual-, sirvió algunos instantes de tensión que aconsejaron la actuación de los efectivos de la Policía Nacional para desactivar varios conatos de altercados de camino al estadio. En comparación con el derbi del pasado mes de mayo, fue una previa un poco más problemática, aunque sin incidentes graves. Los aficionados del club grancanario completaron el trayecto a pie, como estaba previsto, escoltados por las fuerzas del orden público, para poder asistir a un partido declarado de alto riesgo. Ya en el interior del recinto capitalino, a falta de casi una hora para el inicio del derbi, la Policía tuvo que actuar con cargas puntuales para no dar lugar a momentos de descontrol en las gradas.

En esos minutos, la avenida de San Sebastián había quedado despejada después de que la poblaran simpatizantes del Tenerife con el fin de animar a los jugadores del conjunto blanquiazul en el corto trayecto desde el Hotel Escuela, donde se concentraron ayer, al estadio. El pasillo humano disparó la adrenalina de los jugadores entrenados por Aritz López Garai, que vivió por primera vez esa experiencia, al igual que futbolistas como Adrián Ortolá o Álex Bermejo, titulares ayer. Cruzaron la calle todos los componentes de la plantilla, incluyendo a los que no llegaron a formar parte de la lista de convocados. Por citar a alguno, Mauro dos Santos, que comenzó la temporada sabiendo que no cuenta para el técnico, no ocultó su entusiasmo, sintiéndose uno más del equipo blanquiazul.

Las pautas se iban cumpliendo. La afición visitante ya se encontraba en su lugar, bajo vigilancia, los dos equipos esperaban en sus vestuarios el momento de salir al campo y los seguidores locales iban accediendo sin contratiempos al estadio para ir dando forma a un ambiente propio de las grandes citas en el Heliodoro Rodríguez López.

Finalmente fueron 18.000 (sí, una cifra redonda según fuentes del club anfitrión) los asistentes al Heliodoro Rodríguez López. La entrada de público registrada ayer no superó la del anterior derbi, disputado el pasado 4 de mayo. En aquella ocasión presenciaron el clásico 18.760 espectadores desde las gradas del estadio.

Con 0-0 en el marcador y los nervios latentes por el emocionante final, unos y otros abandonaron la cancha manteniendo el espíritu general de toda la tarde. Ovación desde la grada para los dos equipos tras el esfuerzo realizado y clima deportivo. Siguiendo el plan programado, los amarillos volvieron a pie al muelle santacrucero para viajar en barco a Gran Canaria, de nuevo sin incidentes.

Se cerró un capítulo más de los derbis. En enero se abrirá otro. Esta vez en Gran Canaria.