Un mal apoyo, un rival que se cae encima, o simplemente una articulación que dice basta y se rompe. Así, en solo un segundo, un deportista profesional puede ver cómo se le trunca lo que está siendo un buen año o bien una prometedora temporada que estaba por llegar. Es el primer y más impactante momento de una lesión de gravedad, generalmente asociada a las rodillas y, más particularmente, a los ligamentos cruzados. Entre seis y ocho meses, aproximadamente, de recuperación médica, y luego un periodo similar para recuperar la mejor forma previa suelen ser el peaje en muchos de estos casos.

Un concienzudo y constante trabajo de recuperación física es, habitualmente, la mejor garantía de recuperación. Sin embargo, al margen de las horas y horas que pasa el deportista junto a fisios, preparadores físicos y en el gimnasio, otro factor clave en la rehabilitación de este tipo de afecciones es la labor del psicólogo deportivo. Un elemento añadido en la sombra y algo así como un punto de equilibrio para que los sentimientos y sensaciones de un jugador sumen y no resten dentro de ese largo y complicado proceso. El tinerfeño Rubén Rodríguez, especialista en la materia, trata de aportar luz en esta faceta, dejando claro que cada deportista puede afrontar de una manera diferente su situación particular.

El momento de la lesión

Comenta Rodríguez que en ese primer instante de fatalidad, pese a no existir un diagnóstico definidor, el deportista ya "suele ser consciente de la gravedad" del asunto... Y ahí es casi una obligación "darle espacio" y "respetar su vivencia emocional". "En líneas generales no es recomendable intervenir, sino dejar al deportista que se exprese y viva el momento a su manera. Aquí debemos tan solo acompañar, no invadir", señala Rubén. "Los podemos ver bloqueados, llorando, gritando, preguntándose el porqué? pero ese momento pertenece al jugador", añade. Algo más tarde llegará el tiempo para otros y "diversos estados emocionales como la negación, el quitarle hierro al asunto o incluso la experimentar un estado de ánimo bastante bajo, todo depende de la mentalidad del implicado".

Un 'staff' profesional

En una lesión de un deportista profesional, "el staff que le rodea en su trabajo de mejora también debe serlo, tanto médicos, preparadores físicos, readaptadores, como psicólogos; que a su alrededor se genere una maquinaria interprofesional para ayudarlo", expone Rodríguez. "Eso sí, la figura más importante en una recuperación es el propio deportista, y por eso hay que implicarlo en el proceso; plantearle lo que ha pasado y cuál va a ser el proceso son aspectos vitales", añade. Ahí el psicólogo debe "ayudar al afectado", pero también "a los demás estamentos del staff".

Prolongación del vínculo

Dentro de este papel de cierta relevancia por el que Rodríguez aboga en el lesionado, se encuentra "el seguir yendo a los entrenamientos, tratarse en el lugar de trabajo del equipo, acudir a los partidos, e incluso entrar en alguna convocatoria fuera de casa". El especialista isleño puede "entender" que algún afectado trate de "evitar" estas coyunturas, si bien considera que "a lo largo del tiempo no acaba siendo productivo". "Ante una situación adversa puedes enfrentarte a ella o alejarte; yo defiendo la idea de crecer desde dentro de los conflictos, pues por mucho que lo intentes, en el fondo no puedes abstraerte porque sabes que estás lesionado", argumenta.

El factor tiempo

Aboga el psicólogo isleño por "dar todos los datos posibles" al deportista... menos el "de la variable tiempo". "Eso puede provocar estrés, algo que ya de por sí la propia lesión genera. Si al jugador le das un dato se agarra a ese dato, y si al final no se cumple se puede generar frustración", explica en ese sentido. Aquí el profesional, "por compañeros que han pasado" por ese mismo trance, puede intuir lo que van a tardar en volver a jugar, pero lo ideal sería "solo decirle lo que va a hacer y el cómo lo va a hacer durante esos meses; que el trabajo sea por etapas y por objetivos". Y es que, siempre "existe la posibilidad de que surjan factores que no se controlan y que obligan a alargar el proceso de recuperación".

El momento más delicado

Uno de los momentos "más delicados" en el proceso de recuperación suele ser el de "volver a hacer una práctica habitual de entrenamiento y que el jugador sienta que no puede llevarla a cabo como le gustaría", una sensación que suele generar "frustración". Un paso atrás, al menos a priori, pero que para Rodríguez es incluso positivo. "Es bueno que el jugador conozca las fases por las que va a pasar y trasmitirle normalidad al proceso, porque es habitual que se produzcan molestias", explica.

No apurar la recuperación

Bien para poder jugar el tramo final de una temporada o también para llegar en plenitud de condiciones al inicio de la siguiente, el deportista tiende a exprimir el esfuerzo de su recuperación. "Pero lo que no puede hacer es trabajar en la recuperación 24 horas al día y los siete días de la semana", deja claro Rodríguez. "En esos casos el deseo por volver hay que gestionarlo bien, porque un sobreentreno no es bueno", señala el psicólogo tinerfeño, que aboga incluso por "salirse del proceso de recuperación un momento a la semana para oxigenar la mente y evitar el agotamiento emocional".

El miedo a la recaída

Es habitual también, tras la vuelta a la actividad, un cierto temor a la recaída. "Ese miedo existe y es algo que se puede experimentar, pero como también puede suceder al tener problemas de tipo muscular de forma continuada", apunta Rubén, que aquí pone en valor la influencia de "pensamientos negativos", una situación, que, en su opinión, debe ser "confrontada" y rebatida. "¿Es una idea, es un pensamiento, una creencia o en un hecho que cuando vuelvas a jugar te vas a lesionar de nuevo? ¿Hay algún dato que demuestre que realmente te puedes lesionar?", son las preguntas que apunta el psicólogo como casi obligadas para que se las haga el deportista en cuestión.

Una parte más del proceso

Y en el caso de que ese pánico acabe dando la razón al jugador, Rodríguez insiste. "¿Eso quiere decir que te vas a volver a lesionar una tercera vez?", añade antes de poner encima de la mesa algunas alternativas: "¿Dejamos la práctica deportiva o afrontamos la lesión otra vez como un reto de superación personal y como una oportunidad para ser más fuerte y volver a jugar?", se cuestiona de nuevo, dándole un especial valor a los que prefieren apretar los dientes. "Los que vuelven a jugar entienden que la lesión forma parte del proceso igual que puede serlo el acertar o el fallar", matiza a modo de conclusión.

El particular caso de Aitor Sanz

Uno de los ejemplos más conocidos y recientes del deporte tinerfeño en lo que a lesión prolongada en el tiempo se refiere es el de Aitor Sanz, jugador del CD Tenerife. Con el añadido, a modo de hándicap, de que el madrileño nunca supo con exactitud cuál iba a ser su periodo de recuperación. "Poniéndome en su caso debe ser algo bastante complicado de llevar, sobre todo por no entender lo que pasa", explica Rubén sobre una situación que acaba "generando bastante desgaste a nivel emocional" y en la que no resulta sencillo colaborar. "Es muy importante darle al jugador toda la información posible para que sepa lo que tiene; realizando un proceso de acompañamiento, pero sin invadir su espacio vital", comenta en este mismo sentido, teniendo en cuenta que "existe mucha frustración, duda, incertidumbre, preocupación?". "Al final hasta se duerme mal, y nosotros debemos ayudarle a que a nivel emocional el jugador se encuentre lo más equilibrado posible", reseña igualmente a modo general.

Extenso currículum

La de Rubén Rodríguez es una voz autorizada para hablar de deporte profesional gracias a su currículum. En él están registradas 11 temporadas en las distintas categorías del CD Tenerife B, otras cuatro con el CV Haris, así como colaboraciones con clubes como la UD Tacuense, el Iberia Toscal y el CD Vera, a lo que añade trabajos con varios deportistas profesionales y hasta olímpicos. Es fundador de Mind & Alto Rendimiento, así como profesor de grado en la Universidad Europea de Canarias.

Casos recientes

Son habituales los casos de profesionales que, en el deporte tinerfeño, han estado alejados largas temporadas de las canchas de juego. El más reciente, el polaco Tomasz Gielo, jugador del CB Canarias, equipo que también ha sufrido los contratiempos en Lampropoulos, Beirán y Richotti. Un caso similar es el de la realejera Eli Chávez (balonmano), y aunque no de rodilla, Aitor Sanz (CD Tenerife) también se suma a esta lista de damnificados.

Lesiones somatizadas

Dejando de lado lo que supone una lesión de gravedad, Rubén Rodríguez pone énfasis en aquellas que suelen acaecer "en situaciones de máximo estrés competitivo y de cumplimiento de expectativas en las que el jugador no soporta bien la presión, apareciendo finalmente la ansiedad". "El caldo de cultivo emocional es tremendo y a veces en la cabeza del profesional se somatizan situaciones que derivan en lesiones musculares", aclara el psicólogo isleño.

El estrés negativo tras la vuelta a la actividad

Una vez superada la lesión de larga duración, ya con el alta médica bajo el brazo y listo para aportar al equipo, el jugador profesional suele encontrarse con otra barrera: la de no ser capaz de rendir como antes... al menos durante unos cuantos meses. "Es un aspecto delicado, porque ahí entra en juego un factor que también viven los que no se han lesionado de gravedad, el cumplimiento de expectativas que se generan alrededor del jugador", argumenta Rubén. "Es el Tengo que?; ese que aparece cuando no quieres fallar y lo que haces muchas veces es centrarte en elementos incontrolables, como el resultado. Y ahí lo que se da es el estrés negativo", añade al respecto el psicólogo tinerfeño, que ve fundamental el "preparar al jugador para esa vuelta a la competición". Un regreso que "debe hacerse de una manera progresiva, tanto en el tiempo de juego como en la exigencia, teniendo en cuenta los escenarios y los contextos en los que el jugador va a volver". "Si te preocupas por la persona lo valorarás, pero si solo buscas cuidar el resultado, pues igual la vuelta es contraproducente", comenta sobre un momento en el que "es muy importante la figura del entrenador" y su "capacidad de trabajar su liderazgo dentro del equipo y saberse manejar en este tipo de casos". Un eslabón, el del técnico, que a su entender no debe actuar únicamente en esa transición. "Él debe trabajar a nivel grupal el estado emocional psicológico de la plantilla, asesorado con el psicólogo; y luego el psicólogo trabajar de manera individual con los jugadores que lo soliciten de manera voluntaria. Por eso defiendo que los equipos deben tener una figura así", añade.