CANARISMOS

Más se perdió en Cuba

Luis Rivero

Luis Rivero

La destrucción y hundimiento del acorazado Maine en febrero de 1898, en el puerto de La Habana, figura probablemente —se dice— entre los primeros ataques de falsa bandera de la historia contemporánea. Este episodio es famoso porque fue la justificación que encontraron los Estados Unidos para declarar la guerra a España en abril de ese mismo año. La guerra, como era de esperar, se decidió a favor de los EEUU cuando su armada destruyó la flota española en el Caribe y en Manila, y con ello se perdieron las últimas colonias de ultramar: Cuba, Puerto Rico, Guam y las Filipinas. El siglo XIX significó para el imperio español una época de declive que llevó a la decadencia económica y social. La pérdida de las colonias ultramarinas fue el símbolo más evidente de esta decadencia, lo que se conoce como el «desastre del 98». La derrota de España en la guerra con EEUU y la pérdida de los vestigios coloniales del Imperio (con la excepción de los enclaves africanos) supuso un trauma para determinados sectores de la sociedad de la época.

La expresión «más se perdió en Cuba» nace precisamente en este contexto histórico y es fiel reflejo de las distinta realidades vividas en un momento político y socialmente convulso. Por una parte, las clases medias y altas, cuyos hijos «compraban» de alguna manera el derecho de no ser enviados al frente; de la otra, los jóvenes de condición y origen más humilde que engrosaban los ejércitos que defendieron las últimas posesiones de España en América y Filipinas. Las clases populares no entendían, o les importaba bien poco, una guerra que no iba con ellos (la guerra hispano-estadounidense); una guerra de antemano abocada a la derrota española, pero que fueron necesarios miles de víctimas consecuencia de las enfermedades tropicales o muertos en combate para detener una carnicería que ponía en juego el «orgullo patrio» por la defensa de los restos del imperio, lo que popularmente viene recordado como la guerra de Cuba.

Pero ¿qué se perdió realmente en Cuba? Se perdió una guerra que se saldó con numerosas pérdidas humanas; se perdió Cuba y, de paso, Puerto Rico. Con ello se perdieron también los restos del Imperio español con lo que se entra en la última fase de desmoronamiento iniciada a principios del siglo XIX y que significa la pérdida progresiva de un mercado que importaba desde la metrópoli bienes de consumo o productos manufacturados y las fuentes de aprovisionamiento de materias primas, sin olvidar los ingresos en las arcas de la metrópoli procedentes de las colonias. Pero la frase no deja de contener cierta ironía al convertir un acontecimiento histórico, para muchos traumático, en un hecho sin demasiada trascendencia y en cierto modo feliz (como lo fue, al menos, para los soldados que regresaron con vida de aquella guerra) que se emplea a modo de hipérbole para expresar que el problema que nos preocupa o nos ocupa es insignificante frente «a lo que se perdió en Cuba».

Es un dicho que se escuchaba antaño de nuestro mayores, pero empleado también en otros dominios lingüísticos del español. Por ejemplo, en Andalucía cuando se pronuncia la frase «más se perdió en Cuba» se suele añadir la coletilla: «y vinieron cantando/silbando» (haciendo una referencia alegórica a los soldados cuando desembarcaban, a su regreso a España, entonando alguna canción al ritmo de marcha militar, lo que lo dota de un aire festivo y alegre). Todo ello evidencia el tono jocoso que suele imprimírsele a la frase a la que el ingenio popular ha sabido trasladar la falta de entusiasmo con que el pueblo llano observaba aquel conflicto. Donaire que emerge incluso frente a situaciones luctuosas o trágicas como lo fueron las numerosas pérdidas de vidas humanas que se cobró aquella guerra. Así pues, «más se perdió en Cuba» se emplea como consuelo frente a una situación de dificultad, tratando de minimizar sus consecuencias o trivializar un revés o un fracaso sufrido por alguien. Es sinónima de esta, la expresión que dice: «Más se perdió en la guerra».