Noticias de los protagonistas de la Isla

La capital majorera se convirtió en lugar de obligada parada para bajar y estrechar la mano del anciano profesor y pedirle un autógrafo

Unamuno y Soriano, a bordo, durante la evasión.

Unamuno y Soriano, a bordo, durante la evasión. / El Día

Carmelo C. Torres Torres

En el transcurso de un siglo se ha trabajado acerca de la figura de Unamuno –mucho menos de Soriano–, a raíz de su destierro, confinamiento para otros, en Fuerteventura durante cuatro meses de 1924. Se han tocado numerosas facetas y aspectos del mismo, destacando para ello la recurrente consulta y análisis de su, ya inmortal, De Fuerteventura a París, probablemente el conjunto de sonetos más bellos con que nadie haya deleitado a la isla majorera a lo largo de toda su historia. Y eso ha estado muy bien, pero se ha obviado una fuente magnífica por extensión y profundidad en el detalle, actuando además como precedente de lo que más tarde daría lugar a obras de mayor calado. Nos referimos a la prensa, tanto en lo referente a lo que en ella publicaban ambos desterrados como a las noticias que se iban desgranando de sus vivencias durante esa etapa de sus vidas.

A través del análisis de la prensa podemos ahondar en el proceso que motivó el confinamiento en Fuerteventura –tanto de Unamuno y Soriano como del tercer desterrado de ese año, el marqués de Cortina–, en el conocimiento al detalle del itinerario seguido hasta llegar a la fuerteventurosa isla (Salamanca-Madrid-Sevilla-Cádiz-Tenerife-Gran Canaria-Fuerteventura), alcanzando incluso a poder conocer mejor lo que hicieron en, prácticamente, cada uno de los días de esos cuatro meses que convivieron con los majoreros,… entre otras muchas cuestiones. Con ello se puede empezar a arrojar nueva luz sobre una cuestión como esta, una que histórica, e incluso filológicamente, se ha visto circunscripta, mayormente, a su obra más significativa del momento: De Fuerteventura a París, casi limitándose durante décadas a los «manidos refritos», a sacar nuevas ediciones, nuevas anotaciones, nuevos comentarios, nuevos enfoques y nuevas hipótesis de trabajo,… pero siempre de los mismos textos. Con ello han dejado pasar cientos de noticias, y decenas de reportajes y artículos de los propios protagonistas, sin que nadie se atreviera a salir del marco establecido en las investigaciones. Toda esta rica documentación pemanece a la espera de profundos análisis, pasando a erigirse en lo que son, fuentes primarias inexploradas, que sí abren nuevas vías de investigación y conjeturas acerca de los destierros majoreros de 1924.

A lo dicho debemos sumar que la obra escrita por ambos desterrados para la prensa durante su permanencia en el solar majorero ha pasado desapercibida e inédita, en su mayor parte, durante todo un siglo, hasta el presente, siendo por ello que sólo se disponía de una producción sesgada

Lo que resulta innegable es que durante su confinamiento se aprecia una auténtica fiebre creadora en la obra de Unamuno y Soriano, como si la isla les hubiera inspirado, aunque también podría atender a evadirse de la situación que les tocó vivir, y siempre con el anhelo de seguir combatiendo desde la distancia a un régimen dictatorial con el que chocaron frontalmente. Con ello, tal y como se comprueba a través de sus artículos periodísticos, se rompe con aquella afirmación, repetida hasta la saciedad, de que su estancia en la isla fue un momento de calma y sosiego.

Lo hicieron a través de publicaciones en la prensa provincial –Fuerteventura no contaría con publicaciones periódicas hasta avanzada la década de 1980-, nacional e incluso internacional, caso de Argentina, Cuba, Reino Unido, Italia, Estados Unidos, Cuba,… y, muy señaladamente, en la vecina Francia.

El deseo de los lectores de conocer más acerca del destierro y de la suerte de los confinados dio como resultado que el mismo tuviese un enorme impacto y trascendencia al continuar combatiendo al dictador y a Alfonso XIII desde Puerto de Cabras. Tal fue así que se puede afirmar que será precisamente durante su destierro cuando Unamuno sea más leído y comprado,… dándose el efecto paralelo de ser también entonces cuando la isla de Fuerteventura sea más citada en los periódicos…, pasando entonces a poder ser situada en el mapa con corrección por la mayor parte de los españoles e incluso por ciudadanos de otros países. Y es que, no en vano, se trató de un tema recurrente, el del injusto destierro del líder de la Generación del 98 a la desolada isla canaria, alcanzando al extremo de varios periodistas llegar al solar majorero para hacer amplios y detallados reportajes. Entre esas visitas hubo un editor francés que pasó por ser la persona que más fortuna hizo gracias al destierro de Unamuno y Soriano –Henry Dumay–, director de Le Quotidien (París), que gracias a escritos y fotografías del bilbaino logró multiplicar por dos su tirada diaria, especialmente vinculado al falso histórico de la fuga de los desterrados, ya que ambos abandonaron Fuerteventura una vez informados de la amnistía.

Con esos reportajes se daría cancha a conocer los distintos problemas, muchos seculares, que padecían los majoreros, mostrando entonces a las claras la inoperancia de gobiernos locales, regionales y nacionales en proveerlos, al menos, de lo más esencial: el agua; y es que durante los meses de estancia de los desterrados la misma se traía en barricas desde Gran Canaria, circunstancia esta de la que el mismo Unamuno se hizo eco. El conocimiento de esa dramática realidad tendría trascendencia, buscando atender la problemática y buscarle soluciones, siendo así que en los años posteriores se comienza a trabajar en varios proyectos orientados a abastecer del líquido elemento a la población de Fuerteventura.

La prensa era el medio de comunicación de masas más importante de hace un siglo, siendo únicamente a través de ella como se dé trascendencia a las diversas vivencias de ambas personalidades. Junto a todo tipo de detalles, sus publicaciones en los rotativos les permitirán continuar atacando en cierta medida, aunque de modo más tenue e incluso subliminalmente, al régimen de Primo de Rivera.

Merece señalarse que sus escritos en la prensa, para el caso de Unamuno, serán el germen y estructura principal de lo que después daría lugar a varias obras:

1. De Fuerteventura a París: así titularía Unamuno un artículo publicado en octubre de 1924, y que abre el camino al insuperable conjunto de sonetos dedicados a Fuerteventura y a su estancia en ella, publicados al año siguiente y que se fue gestando desde que en la isla se entretenía escribiendo para la prensa,… pasando a cristalizar sus reflexiones cuando ya se hallaba autoexiliado en Francia. Allí cobraría sentido todo lo vivido y experimentado en la isla inolvidable, al ser entonces cuando comenzó a digerirlo.

2. Fuerteventura, un oasis en el desierto de la civilización: fue una auténtica oda a la isla majorera. Una vez más se constata la influencia de sus artículos en prensa en trabajos posteriores de mayor calado, habiendo sacado hasta el mismísimo título de uno de sus famosos Comentario de Miguel de Unamuno, publicado en agosto de 1924 en Nuevo Mundo, tomado a su vez de una de las reflexiones que acerca de Fuerteventura sacara el traductor de la obra del pensador al inglés –John Ernest Crawford Flitch-, que durante cuarenta días acompañó a bilbaino en Puerto de Cabras.

3. Alrededor del estilo: más de la mitad de esta obra –compuesta de 31 entregas publicadas en la prensa– se escribió durante su estancia en la isla. Dicha colección de artículos permaneció inédita hasta que vio la luz en forma de libro a finales de los años noventa del pasado siglo. En la misma daba las pautas para escribir novelas correctamente, entre otras enseñanzas.

4. Don Quijote en Fuerteventura: se trata de una obra que no llegó a escribir, al menos en su conjunto, y que quedó muy en ciernes, dado que apenas adelantó un par de artículos que debían formar parte de la misma.

Si bien para el caso de Unamuno la mayor parte de sus artículos en prensa son desconocidos –caso de Pobre gigante, S.V.Q., El Caos, Caorzos, Los reinos de Fuerteventura, El camello y el ojo de la aguja, El cohete y la estrella, etc.–, en lo referente a lo escrito por Soriano todo ha permanecido inédito hasta que el año pasado viera la luz la obra Fuerteventura, 1924 centrada en la obra que en la prensa nos dejaron ambas personalidades. Del compañero de pena de Unamuno podemos destacar artículos como El desterrado, El pájaro negro y el pájaro rojo, África, Del más raro suceso que ocurrió,…

Junto a todo lo anterior, conviene apuntar que en los periódicos de la época se recogen bastantes detalles inéditos, no siendo los mismos desvelados hasta estos últimos dos años en que se ha avanzado en la investigación del destierro a través de la prensa. Reflejo de ello es su desmedida pasión por hacer pajaritas (cocotología) para regalar a la chiquillería de Puerto de Cabras, llegando a crear dos formas nuevas: el cerdo y el camello, no dejando de hacerlas ni cuando lo pelaban; se aportan interesantes detalles de la fuga que habían planeado; se conoce su participación en alguna obra de teatro (Zaragüeta) en El Casino. Alguna otra referencia nos habla de como la capital majorera se convirtió en lugar de obligada parada para bajar a estrechar la mano del anciano profesor y pedirle un autógrafo, otros llegaban desde Gran Canaria y Tenerife siendo recibidos directamente por ambas personalidades. Los periódicos de la época hablan además de los paseos diarios de Unamuno y Soriano con el párroco y de la pasión de don Rodrigo por mariscar y cazar conejos y perdices para después entretenerse en devorar sus presas, amén del insustituible gofio; también afirmaban el gusto que sentían de poder pasear a camello y el entretenimiento que descubrieron con los soldados del regimiento al escribirles los desterrados las cartas a sus novias, llegando incluso a introducir en las mismas algún que otro piropo picante. Tan al detalle nos expone la prensa de la época la estancia de tan insignes visitantes que alcanza a indicarnos hasta la habitación que cada uno ocupó en el Hotel Fuerteventura -arrojando alguna sorpresa-, durante sus cuatro meses de estancia en la que para Unamuno fue la isla inolvidable y para Rodrigo Soriano sería la isla negra.