Entrevista | Benito Olmo Escritor / Autor de ‘Tinta y fuego’

Benito Olmo: «Los nazis declararon la guerra a los libros que eran incómodos»

«El narcotráfico en Gibraltar es algo que muchas familias han normalizado y no lo consideran ilícito»

Benito Olmo (Cádiz, 1980).

Benito Olmo (Cádiz, 1980). / El Día

Ésta, posiblemente, sea la versión más internacional de Benito Olmo, ¿no?

Seguro [ríe]. Escribir esta historia ha sido un desafío porque como usted bien sabe yo me muevo en el género negro. Ahí estoy más cómodo. Cuando me metí a analizar el robo de libros por los nazis me di cuenta de que requería otra perspectiva... Si lo que quería era contar esta trama tenía que irme a un registro más próximo al thriller o la novela de aventuras.

¿Los libros que hablan sobre libros tienen su gancho?

Sí que lo tienen. Que exista un departamento en Berlín dedicado exclusivamente a seguir la pista de esas obras sustraídas para intentar devolvérselas a sus dueños o herederos es un buen gancho. A mí me encandiló el tema.

Los nazis estaban obsesionados con los libros; o los mandaban directamente a la hoguera o los robaban.

Sí, pero ambas situaciones respondían al mismo patrón: antes de empezar a investigar creía que la quema de libros era algo irreflexivo, que lo hacían por rabia. Nada de eso. Ellos eran muy conscientes del poder que ocultaban esos textos y, sin duda, pusieron todo su empeño en la destrucción y el saqueo de títulos que eran incómodos para el régimen. Sobre todo, se emplearon a fondo en las bibliotecas de comunistas, judíos, masones... El único objetivo era eliminar esas fuentes de conocimiento para que las nuevas generaciones no supieran jamás de dónde procedían esos pensamientos e ideologías.

¿En cualquier caso cometieron muchas barbaridades?

Sí, pero los nazis no eran unos bárbaros por el hecho de enviar a la hoguera un buen número de libros. Tenían una misión que cumplir y no dieron ni un paso atrás: iban a tiro hecho. ¡Nadie les podía parar!

¿Antes de seguir profundizando en ‘Tinta y fuego’ me permite sacar un tema de actualidad?

Adelante.

Usted ha tocado en sus novelas más oscuras la delincuencia que madura en el Estrecho de Gibraltar, un punto geográfico que tristemente es actualidad por lo sucedido hace unos días con el asesinato de dos guardias civiles por parte de los ‘narcos’, ¿esta vez, de nuevo, la realidad supera a la ficción?

La realidad, por desgracia, siempre es más perra que la ficción... En días como estos nos pone límites a los que nos dedicamos a contar historias para entretener a los lectores. Lo que ha pasado en el Estrecho es terrible, pero también es una consecuencia de algo que se lleva gestando muchos años. Ese problema está instalado allí desde hace tiempo. El narcotráfico en Gibraltar es algo que muchas familias han normalizado y combatirlo resulta difícil. Todo se complica cuando hay cierta dejadez y los medios son insuficientes, pero también hay que analizar con cierta pausa qué alternativa les ofrece hoy en día esta sociedad a esas personas.

¿En qué sentido?

En el sentido de que hay generaciones y generaciones de familias que no han sabido ganarse la vida de otra manera que no fuera con las gomas. Yo no estoy justificando nada, dios me libre, pero el problema tiene un gran calado social que nadie ha sabido encauzar hasta ahora y, por lo tanto, allí impera la ley del más fuerte, que encima la mayoría de las veces son los narcos porque cuentan con muchos más medios que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.

¿Es una batalla desequilibrada contra los ‘narcos’?

Sí que lo es porque muchas personas han normalizado poder vivir del menudeo, haciendo labores de vigilancia o pilotando lanchas... El sentir generalizado de estos vecinos es que no están haciendo nada que sea ilícito porque forma parte de su día a día. Para ellos los guardias civiles son los malos de la película y, por ahora, nadie ha metido mano en serio a este asunto.

De regreso a su escritura más blanca, ¿qué le puso sobre la pista de esta novela?

Un titular que me saltó en Twitter [ahora X] que decía, más o menos, esto: «Libro robado por los nazis es devuelto a una familia de Barcelona». La frase llamó mi atención y enseguida conocí que hay un departamento en Berlín dedicado a la recuperación de libros expoliados por los nazis. Cuando contacté con los familiares barceloneses me dijeron que un día recibieron una llamada en la que les informaban que en la Biblioteca de Berlín había un libro que era de su padre. Ellos se quedaron de piedra y, en cambio, yo encontré un buen tema para tirar del hilo: el dueño del texto estuvo en Auschwitz y el libro, no se sabe cómo, llegó a la capital berlinesa.

¿El origen de este proyecto está en un simple tuit?

Sí [silencio]. A partir de ahí compré un billete de avión a Alemania, me reuní con el director del departamento y supe que hay más de un millón de ejemplares que están en la misma situación que el de la familia de Barcelona: los nazis declararon la guerra a los libros que eran incómodos. La devolución de esas obras es una labor titánica y yo la quise contar en Tinta y fuego.

¿Alguna pista sobre su contenido?

Greta es una reputada buscadora de libros raros y valiosos que no pasa por un buen momento [tanto a nivel personal como económico] cuando recibe un insólito encargo: intentar localizar la biblioteca de la familia Fritz-Briones, perdida en la Segunda Guerra Mundial. Las primeras pistas la llevan a Berlín y es allí cuando empieza a ser consciente de las atrocidades literarias cometidas por el Tercer Reich.

¿Hay hueco para algún cadáver?

Usted sabe que yo no soy de los que se recrean con las muertes violentas, pero algún cadáver sí que pongo sobre la mesa. El que lea esta novela, sinceramente, va a reconocer al Benito Olmo más oscuro. No le voy a contar mucho, pero hay hasta un bibliógrafo asesinado... El hecho de que no sea un autor sangriento o cruel no ha impedido que aparezca algún que otro fiambre. [ja, ja, ja]. Eso es marca de la casa.

¿Este Benito Olmo es muy distinto al que estuvo nominado en Tenerife Noir en 2017?

Yo me lo sigo pasando igual de bien, es decir, aún soy aquel joven que quería contar historias, pero creo que he mejorado con los años. Soy algo diferente [al de La maniobra de la tortuga] pero mi esencia como novelista continúa intacta.