Feminismo ‘avant la lettre’

La cineasta húngara Márta Mészáros centra la atención de un nuevo ciclo de Filmoteca Canaria con sus películas más representativas

Feminismo ‘avant la lettre’

Feminismo ‘avant la lettre’ / Claudio Utrera

Aunque el cine húngaro ya no es lo que era, especialmente en relación con el que se producía entre los años sesenta y setenta del pasado siglo, su historia sí es lo suficientemente sólida, rica y sugestiva como para dispensarle la máxima atención. Sobre todo porque, en aquellos años, encarnó la vanguardia más comprometida, congruente e inflexible de las cinematografías de la Europa del Este y porque entre sus más distinguidos cineastas figuraba la gran Márta Mészáros, cuyas temáticas favoritas (la mentira, la memoria histórica, la disolución de la familia, los choques generacionales, los contrastes entre la vida rural y la urbana y el papel de la mujer en una sociedad amordazada por el yugo del patriarcal) agregaron un tono especialmente crítico a la otrora floreciente cinematografía magiar. Sus títulos, por mor de la censura franquista, solo pudieron verse en los reducidos círculos cineclubísticos de nuestro país o, como ocurrió hace 44 años, en el marco de la Semana de Cine de Valladolid a través de una amplísima retrospectiva de la que todos los críticos que tuvimos acceso a ella, conservamos hoy un recuerdo extraordinario.

Feminismo ‘avant la lettre’

Feminismo ‘avant la lettre’ / Claudio Utrera

Mészáros (Budapest, 1931), figura central del ciclo que Filmoteca Canaria ha programado para el mes de abril y mayo en el Espacio La Granja (Santa Cruz de Tenerife), en el Teatro Guiniguada (Las Palmas de Gran Canaria) y en la Asociación Cultural Raíz del Pueblo (Fuerteventura), es hija de László Mészáros, un prestigioso escultor, que debió abandonar junto a su familia —al poco del nacimiento de la directora— la Hungría de Horthy para exiliarse en la URSS, donde desaparece su padre en 1938 y muere su madre en el curso de la guerra. Huérfana, regresa a su ciudad natal, adoptada por un alto cargo del aparato comunista, regresando doce años después a Moscú para ingresar en el prestigioso Instituto de Cine VGIK.

Obtenida la diplomatura, vuelve de nuevo a su país, donde empieza a filmar docenas de documentales, hasta que en 1959 se establece definitivamente en Budapest, donde se casa con el también cineasta Miklos Jancso, autor de algunos de los filmes más innovadores de su tiempo, y decide reorientar su carrera hacia el cine de ficción, perfilando un estilo narrativo aplaudido en los certámenes cinematográficos más influyentes.

En su primer trabajo, Cati (Eltavozott, 1968), ya aparecen algunos de los temas que caracterizarán su filmografía: una joven que ha crecido sin familia y que busca su afirmación, rastreando su pasado, y debiendo dar un golpe de timón para construirse un nuevo futuro. La atmósfera, como en sus siguientes largometrajes, está visiblemente influenciada por la tónica pop que alimentaba las fuentes de inspiración de los nuevos cines europeos y por la frescura visual y narrativa que envolvía la obra de los grandes popes de la nouvelle vague.

De este modo se desarrollará la relación entre mujeres de distintas generaciones, que acabará generando una actitud de claros tintes feministas, especialmente en la formidable Adopción (Örökbefogadás, 1975), una de las películas integradas en esta retrospectiva, sustituido, definitivamente, el ambiente juvenil por un tono más severo y de gran precisión dramática, que no volvería a abandonar en toda su carrera y con la que se alzaría con el Oso de Oro de la Berlinale y con la nominación al Oscar a la Mejor Película Extranjera. En 2021, a sus noventa años, fue distinguida con el Premio de la Academia del Cine Europeo al conjunto de su carrera.

La muchacha (Eltávozott, 1968), Premio Especial del Jurado en la Seminci, es el título que abrió esta interesante, aunque incompleta, retrospectiva sobre la que, sin duda, constituye una de las figuras decisivas del mejor cine europeo de la segunda mitad del siglo XX. Y a pesar de tratarse de su primera experiencia en el ámbito del cine de ficción, sus quince años como documentalista en el Instituto de Cine la capacitaron para abordar un guion propio en el que una joven obrera textil intenta escapar de la soledad a la que le ha conducido la desaparición de sus padres, y sus esporádicas y traumáticas relaciones con los hombres. Kati Kovács, popular cantante de pop rock y uno de los rostros más inquietantes del cine húngaro de aquellos años, interpreta a la desdichada protagonista de este intenso drama social que ocupa, desde su estreno, hace más de cincuenta años, una de las cimas históricas de la ficción cinematográfica de aquel país.

Como en casa (Olyan mint otthon, 1978), ganadora de la Concha de Plata del Festival de San Sebastián, otro drama sobre la soledad y el desapego, escrita por la propia Mészáros, cuenta en su reparto con la mítica actriz francesa Anna Karina encarnando a Jan Nowicki, la examante de András, un ciudadano húngaro que, tras una larga temporada residiendo en los EEUU, regresa a su Budapest natal en su intento de paliar la profunda depresión que arrastra desde que tomó la decisión de emigrar a América, sin haber afrontado las verdaderas razones que le forzaron a tomarla. Considerada por la crítica como una de las cumbres de su filmografía, Como en casa incide, de nuevo, en uno de sus temas favoritos, ahondando en profundidad en el ardiente clima político que rodea a sus personajes.

La memoria histórica tampoco es ajena a las reflexiones fílmicas que ha desplegado la nonagenaria directora a lo largo de su intenso e ininterrumpido recurrido profesional. De ahí que con Diario de mis hijos (Napló gyermekeimnek, 1982) —Gran Premio Especial del Jurado en Cannes—, Diario de mis padres (Napló apámnak, anyámnak, 1990) y Diario de mis amores (Naploszerelmeimnek, 1987), inspiradas las tres en otro guion de cosecha propia, construye una monumental trilogía autobiográfica donde muestra, con enorme estupefacción, el descubrimiento de algunos sucesos importantes de su juventud, como el descubrimiento tardío de la ejecución de su padre en 1938; la sangrienta invasión de Budapest por el Ejército soviético y el arresto y asesinato del primer ministro Imre Nagy en 1956.

Aunque Diario de mis amores, la segunda entrega de la trilogía, no figura entre las películas seleccionadas para este ciclo, las dos restantes, que sí se incluyen, muestran la enorme capacidad de esta veterana directora para explorar con maestría su memoria familiar y de ofrecernos su reflejo visual mediante un puñado de imágenes virtualmente excepcionales.

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