Andrés Acosta presenta ‘Kilig’, en colaboración con la filipina Eco Fibers, dedicada a la investigación y desarrollo de fibras. La banatela y la piñatela son las protagonistas de la nueva propuesta.

Andrés Acosta vuelve a salir airoso de un nuevo reto textil. Kilig es el nombre de su nueva colección, una propuesta en la que más que nunca su taller se ha convertido en un laboratorio en el que practicar y obtener resultados de ensueño. Una colección cápsula para mujer –aunque con algunas piezas unisex– en la que el diseñador palmero otorga todo el protagonismo a los especiales tejidos con los que ha trabajado por primera vez, dos materiales totalmente orgánicos realizados en Filipinas.

Uno de los modelos.

Uno de los modelos. El Día

El diseñador palmero presenta este nuevo proyecto que reafirma su compromiso con la sostenibilidad. En esta ocasión, Acosta invita a realizar un viaje hasta Filipinas a través de diferentes prendas confeccionadas en exclusiva con dos nuevos tejidos orgánicos procedentes de ese archipiélago asiático, la banatela y la piñatela. Acosta siempre ha reconocido que siente una gran fascinación por el lejano Oriente, algo que ya ha quedado reflejado en muchas de sus colecciones. A eso se une su vinculación con los Green Carpet Fashion Awards, en los que ha participado en diferentes ocasiones y que tienen como objetivo impulsar la sostenibilidad en el sector.

El diseñador Andrés Acosta. El Día

Fue gracias a estas citas que el diseñador entró en contacto con la compañía textil Eco Fibers, una nueva alternativa que transforma residuos orgánicos de cultivos o especies invasoras en la principal materia prima de sus fibras y tejidos fabricados en el archipiélago filipino. Ahora, ha podido dar forma a Kilig, una colección que el palmero describe como «esa sensación de aleteo de mariposas en el estómago».

Una de las propuestas del diseñador. El Día

De este modo, el creador ha dado forma a una completa metamorfosis a lo largo de las prendas que ha confeccionado, a imagen y semejanza del cambio que también está experimentando el sector textil hacia la sostenibilidad. Así, Kilig narra un proceso de regeneración a través de una romántica historia que gira alrededor de la metamorfosis de la mariposa y del amor «en una búsqueda de la más pura esencia». Y esa bella historia la narra a través de unos tejidos muy especiales.

En Filipinas, la población indígena ha aprovechado durante siglos la abundancia de la naturaleza y aplica su creatividad, la artesanía y la tecnología más básica para transformar frutas tropicales, árboles y cereales en fibras textiles, y Eco-Fibers tiene como objetivo recuperar, preservar y acercar al mundo todo este legado. Es por eso que han querido contar con el talento de Andrés Acosta para mostrar la versatilidad que proponen ahora para las ropas más variadas. Acosta relata que ha dado forma a la colección con un «vestido crisálida» realizado en patchwork de banatela –una alternativa vegana y sostenible al cuero, fabricada con las fibras del desecho de la cosecha del plátano– y que evoluciona y se va desnudando en una minifalda también en patchwork, un top y blusa de corte oriental confeccionada en piñatela –la alternativa vegana y sostenible a la seda, fabricada con fibras de piña–, hasta mutar sus alas en un especial vestido de aura nupcial íntegramente confeccionado en piñatela, con delicados botones de cristal libre de plomo certificado en los puños.

Para dar un sello de identidad a todas las prendas realizadas únicamente con esos dos materiales, Andrés Acosta ha añadido perlas y nácar en los accesorios creados a mano. Con todo ello, el palmero ofrece «una visión contemporánea de piezas clave en la tradición filipina que ensalzan la belleza etérea de una colección que sigue las líneas que caracterizan el diseño de la firma».