Una marmota en Teobaldo Power

La cita anual sobre política general de las Islas discurre en la más absoluta previsibilidad

Rebeca Paniagua, Candelaria Delgado, Matilde Asián y Esther Monzón.

Rebeca Paniagua, Candelaria Delgado, Matilde Asián y Esther Monzón. / María Pisaca

Salvador Lachica

Salvador Lachica

El presidente de Canarias (llámese Jerónimo Saavedra, Manuel Hermoso, Román Rodríguez, Adán Martín, Paulino Rivero, Ángel Víctor Torres o Fernando Clavijo) sube a la tribuna de oradores y, sacando pecho, unas veces con más vehemencia y otras con más prudencia, lanza el mensaje: «somos los mejores». Aplausos de los propios y murmullos en la bancada de los adversarios, que esperan con paciencia su turno para replicar al jefe del Ejecutivo aquello de «menos lobos, caperucita». Nuevos aplausos y murmullos, pero esta vez a la viceversa. Desde 1992, en 28 ocasiones (solo no se ha celebrado en cuatro momentos, uno de ellos por la pandemia) el guión del que se supone es el debate más importante de política general de Canarias (con permiso de los de investidura, los de censura, los de sometimiento a la confianza y los presupuestarios) se ha instalado en las más absoluta previsibilidad, sobre todo desde que hace tiempo se ha dejado de lado hacer grandes anuncios, pues ya se sabe que la hemeroteca la carga el diablo.

Pedro Pacheco, Rosa Dávila, Rafael Yanes y José Ramón Barrera. | | M. P.

Pedro Pacheco, Rosa Dávila, Rafael Yanes y José Ramón Barrera. | | M. P. / S. Lachica

Ya sean 60 o 75 diputados, un hemiciclo más o menos paritario (una novedad sería la de una presidenta de Canarias), cada año, como un clavo, los discursos que se oyen en el hemiciclo del Parlamento de Canarias se convierten en protagonistas de la película Atrapado en el tiempo, condenados a repetirse con pequeñas variaciones sobre el mismo tema.

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