La primera‘voz canaria’ en el Congreso

Olarte sentó las bases del grupo de CC en la Cámara baja como brazo parlamentario del nacionalismo ante el Estado

El histórico político grancanario buscaba la influencia en Madrid como la que tenían PNV y CiU y fue coartífice de la primera agenda isleña  

Lorenzo Olarte como primer portavoz de CC en el Congreso

Lorenzo Olarte como primer portavoz de CC en el Congreso / LP/DLP

Joaquín Anastasio

Joaquín Anastasio

Cuando en las elecciones generales de junio de 1993 una formación con apenas tres meses de andadura, como era el caso de Coalición Canaria, lograba cuatro escaños en el Congreso y seis en el Senado, el establishment madrileño no supo interpretar ese fenómeno, y tanto políticos como observadores y analistas se preguntaban qué había detrás de un resultado que también sorprendió a los propios protagonistas. Hasta ese momento y durante los 15 años de democracia transcurridos desde aprobada la Constitución, el acento canario en el Congreso lo habían representado, de muy distinta manera, obviamente, primero un comunista de inspiración independentista como Fernando Sagaseta (UPC), y luego un centrista de militancia insularista como el tinerfeño Luis Mardones (ATI), muy deudor de su pasado en la UCD y con una visión muy estatalista de las relaciones entre las Islas y el poder central.

La llegada de CC al Congreso cambió por completo el enfoque estratégico de los partidos ‘canaristas’ respecto a las reivindicaciones isleñas ante el Estado desde el propio parlamento nacional. Lorenzo Olarte, fallecido el pasado sábado en Las Palmas de Gran Canaria a los 91 años, fue el primer portavoz de la formación y sentó las bases de lo que desde entonces ha sido el leitmotiv de la dinámica y la acción política del nacionalismo canario en Madrid. Con un estilo muy diferente a sus sucesores y una oratoria un tanto caótica y rebuscada, Olarte fue, sin embargo, durante sus dos años como portavoz de CC en aquella quinta legislatura el ariete parlamentario del nacionalismo ante un Gobierno central que en aquellas elecciones todavía había logrado retener en sus manos, por la mínima y contra todo pronóstico, el socialista Felipe González. La hegemonía socialista y del ‘felipismo’ de toda la década anterior daba sus últimas bocanadas y CC, con Olarte a la cabeza, supo verlo y sacar provecho, inaugurando una etapa de batalla política en Madrid en la que el posibilismo se ha convertido razón de ser del nacionalismo canario en la política nacional.

Ese aterrizaje con estruendo en las Cortes por parte de CC venía precedido por la moción de censura en Canarias de las AIC, el CCN del propio Olarte, y la izquierda excomunista de José Carlos Mauricio, ICAN, que había desbancado del Gobierno regional al socialista Jerónimo Saavedra y alzando a la presidencia a Manuel Hermoso. Todo ello a cuenta de la negativa del Ejecutivo de González de asumir una reforma de la ley económica del REF como la que exigían los partidos canarios, entre otros pleitos entre el Archipiélago y el Estado. Olarte encabezó esa nómina de diputados de CC que completaban el propio Mauricio por Las Palmas, y Adán Martín y Luis Mardones por Santa Cruz de Tenerife.

El liderazgo del grupo para asumir la portavocía en el Congreso provocó algunas discusiones internas entre los partidos de la coalición, pero finalmente se optó por Olarte como representante de la provincia oriental dado que la occidental ya se había quedado con presidencia del Gobierno regional. Pero además, Olarte también daba el perfil del tipo de acento canario que se pretendía dar en el Congreso, combativo contra el Gobierno central y contra González, conocedor de la vida parlamentaria (había sido diputado de la UCD en la Primera Legislatura), y de los entresijos del poder central como hombre de confianza que había sido de Adolfo Suárez durante la etapa del abulense como presidente del Gobierno. Aunque tanto desde ATI como desde ICAN le veían como alguien que a la postre utilizaría el puesto como trampolín para intentar la candidatura de CC a la presidencia de Canarias dos años después, asumieron que como líder de la segunda formación en importancia en el seno de la coalición le correspondía ese papel.

Grupo propio

La primera gran tarea que tuvo que emprender Olarte al llegar al Congreso fue que CC pudiera formar grupo parlamentario propio pese a no disponer de los cinco escaños a que obligaba el reglamento de la Cámara baja. Fue una discusión jurídica en el seno de la Mesa del Congreso a la postre se resolvió por la vía política, con el apoyo en el órgano de gobierno de la institución del PSOE y sus socios de CiU y PNV y el rechazo del PP. CC logró el préstamo de un diputado del PAR e inauguró una práctica que se ha venido utilizando desde entonces con más o menos normalidad, tanto la propia plataforma canaria como otros partidos minoritarios de distintos territorios.

El nacimiento de CC como grupo parlamentario, en las cuatro posteriores legislaturas en las que los resultados le dieron para ello, abrió así una etapa de búsqueda de estrategias de negociación con el gobierno de turno, que ha marcado las relaciones entre el nacionalismo canario y los gobiernos de España desde entonces, una práctica que se ha mantenido desde entonces con los sucesores de Olarte, aún en los casos en que el número de escaños se ha reducido a uno o dos en los últimos tiempos. Mauricio como sustituto de Olarte en 1995 cuando el dirigente centrista regresó a la política regional, Paulino Rivero después, Ana Oramas durante quince años como portavoz entre 2008 y 2023, y ahora Cristina Valido, han dado réplica en muy diferentes coyunturas y con estilos también muy distintos, a esa apuesta nacionalista por rentabilizar lo que han dado en llamar “la voz canaria en Madrid” que inauguró Olarte. Él fue el primero que puso en práctica esa máxima con la que CC se presentó en las Cortes, ser a Canarias desde el Congreso lo que el PNV era al País Vasco y CiU (el partido de Jordi Pujol ahora reconvertido al soberanismo con Junts) a Cataluña, un objetivo que Mauricio tuvo la oportunidad de maximizar en la siguiente legislatura con el primer gobierno del PP, incluso sin que sus cuatro diputados fueran necesarios para la investidura de José María Aznar.

El histórico político canario fallecido hace cuatro días fue un peculiar parlamentario que vivía más del regarte corto y de la estratagema en la dinámica política, que de la estrategia a largo plazo. No es que no tuviera visión de conjunto, pero sucumbía con facilidad al efectismo y a la rentabilidad inmediata de la gestión política. Y a veces se perdía en sus propias argumentaciones por la retórica que les imprimía y el afán del enfrentamiento dialéctico. En su labor durante sus dos años como portavoz de CC apenas si logró una mínima dinámica de trabajo común entre sus cuatro diputados, aunque sus compañeros tampoco ayudaban. Adán Martín dedicaba más tiempo y energías a su condición de presidente del cabildo de Tenerife, puesto que compatibilizaba con el escaño, y Mauricio también iba a lo suyo sin contar con nadie en su estreno como diputado. Apenas había puestas en común y nunca había reuniones de grupo para preparar las sesiones de pleno o comisión y los trabajos parlamentarios, y las tensiones, aunque no graves, aparecieron al cabo de un tiempo, sobre todo por la idea del dirigente de ICAN de que Olarte no daba, desde la tribuna, el tono apropiado en las reivindicaciones estratégicas de Canarias.

Apoyo a los presupuestos de 1994

Con todo, el grupo sí logró en ese primer año en el Congreso con Olarte a la cabeza un cambio de actitud del Gobierno de Felipe González respecto a las Islas. El líder socialista quiso responder al éxito del nacionalismo (etiqueta que tardó en asentarse entre el resto de formaciones, que tildaban a CC de formación regionalista) con el nombramiento de Jerónimo Saavedra como ministro de Administraciones Públicas y lo hizo interlocutor para abordar la primera agenda canaria de que se tiene conocimiento en la política estatal. Y pese al voto en contra de CC a esa investidura de González, al que había precedido un durísimo discurso de Olarte contra el líder socialista y contra el Gobierno central en relación con sus políticas hacia Canarias, justificando así el nacimiento de la plataforma nacionalista, apenas unos meses después la formación isleña ya apoyó los presupuestos del Estado para el año siguiente, 1994.

Por el camino, una negociación entre CC y el PSOE y entre los gobiernos regional y central dieron como resultado avances en la reforma del REF económico que González se había mostrado dispuesto a mejorar durante su discurso de investidura; se sentaron las bases para lo que sería el futuro convenio de carreteras; el traspaso de la Sanidad (el Insalud de entonces) a Canarias y una inversión millonaria en los hospitales canarios; y la creación del emblemático Plan Integral de Empleo de Canarias (PIEC) para combatir el alto índice de desempleo en las Islas. Algunos de estos logros no se concretaron de forma efectiva hasta la legislatura siguiente, ya con el Gobierno de José María Aznar en 1996 y los presupuestos de 1997, pero sentaron las bases de lo que desde entonces ha sido el sentido político de CC en Madrid.

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