Puertas abiertas a la cultura en su casa de Mazo

Escritores, cineastas y músicos palmeros recuerdan el vínculo de Saavedra con la Isla

Saavedra con el tenor Jorge Perdigón.

Saavedra con el tenor Jorge Perdigón.

Almudena Cruz / Patricia Ginovés

«Era un hombre muy preparado y un gran lector. Hablábamos de muchas cosas, no solo de literatura. Asocio su casa en La Palma con la música». Son palabras de la Premio Canarias de Literatura Elsa López, que hace hincapié en la estrecha relación de Jerónimo Saavedra con la Isla Bonita y su esfera cultural. Como homenaje, la escritora recorrió ayer las carreteras de su Isla escuchando a María Callas. «Todo lo que sé de ópera lo aprendí con él». 

Los vínculos del expresidente Jerónimo Saavedra Acevedo con La Palma están asociados a su familia materna. Su abuela, María Magdalena de Valcárcel y Pinto, nació en Santa Cruz en 1869. Al que también fuera ministro le gustaba pasar largas temporadas allí y eso le llevó a construir su hogar en Mazo. De hecho, buena parte de su infancia transcurrió en aquella isla. «Allí, en su casa, nos reuníamos y pasábamos buenos ratos en torno a un almuerzo o una cena; eran reuniones de amigos y él era un gran conversador», añadió López. 

«No todos cabíamos en su casa, por eso íbamos apareciendo poco a poco porque sus puertas siempre estaban abiertas. Eran tertulias deliciosas porque no solo hablábamos, sobre todo nos reíamos». Así recordó ayer esos encuentros en Mazo el escritor palmero Anelio Concepción, que define a Saavedra como un «humanista e intelectual» que no solo era un experto en el campo del Derecho sino una gran figura de la cultura canaria. «Se crio en un ambiente de total amor por la música» y trabajó hasta sus últimos días. «Era mayor, pero su mente era la de un hombre joven». Concepción lo considera, de hecho, un «superdotado» y de él recuerda que «era un gran conversador, dialogante, afable y empático». 

La huella que Saavedra deja en el mundo de la cultura es muy profunda en la Isla Bonita. Si en el Archipiélago será recordado por crear el Festival internacional de Música, encuentro cultural principal de la agenda canaria que este año celebra su 40 aniversario, en La Palma su memoria quedará vinculada para siempre con infinidad de presentaciones literarias, rodajes y conciertos.

Tanto es así que, a instancias del actual director del Festival de Música de Canarias, el tenor Jorge Perdigón, el Ciclo de Música de Cámara de La Palma fue rebautizado con su nombre desde su segunda edición, concretamente en la temporada 2012-2013. Organizado por la Asociación Cultural Amigos Palmeros de la Ópera (Acapo), este certamen era heredero del desaparecido Festival Ópera en el Convento y con el gesto se reconocía «el destacado papel en favor de la música clásica que había desarrollado desde su investidura como presidente el Gobierno Autónomo, impulsando la creación del Festival Internacional de Música de Canarias, y contribuyendo con su personalidad y vasta cultura a promocionar a artistas y mantener al conjunto del Archipiélago como referente indiscutible de la afición a la música culta en España».  

Este ciclo, desaparecido en 2019, convirtió al Teatro Circo de Marte de Santa Cruz de La Palma, tras su reapertura en 2008, en una sala de renombre internacional que recibió la atención de la afición a la música clásica en toda Europa. Por allí pasaron los mejores, desde el barítono Paolo Gavanelli a Joaquín Achúcarro o el Cuarteto de Cuerda Borodín. Unir el nombre de Jerónimo Saavedra al del Teatro Circo de Marte sirvió para que el recinto tomara cada vez más protagonismo. Algunos de sus conocidos recordaban ayer con cariño el día en el que se atrevió a coger la batuta y hacer sus pinitos como director de orquesta cuando la ópera Don Giovanni llegó a este recinto santacrucero.

A instancias del tenor Jorge Perdigón, actual director del Festival de Música, el Ciclo de Música de Cámara de La Palma fue rebautizado con su nombre en la temporada 2012-2013

Obtuvo el reconocimiento de Hijo Adoptivo de La Palma en julio del pasado año. El consejero de Cultural del Cabildo de La Palma, Pablo Cobiella, destaca tanto su faceta política como la cultural. «Hemos perdido a alguien muy importante a quien tuve el placer de conocer personalmente porque se llevaba muy bien con mi abuelo Luis Cobiella», explica el consejero quien rememora la infinidad de veces que llegaba a casa de su abuelo y los encontraba a los dos tan enfrascados en las óperas de Wagner que no eran capaces ni de saludarlo. «Se les veía una emoción en la cara tremenda, disfrutaban mucho», afirma al tiempo que destaca la generación a la que pertenecieron los dos fallecidos, «ilustrados que en muy pocas ocasiones coinciden en la historia». 

Polifacético

Pero Saavedra no solo se interesaba por la música. La literatura y la poesía fueron otras de sus dos pasiones. Elsa López solía regalarle poemarios. «Vi en su casa una sesión privada de Madama Butterfly y, a raíz de esa experiencia, le escribí un poema. Ahí está condensado todo lo que siento por él». Fue magíster de honor de la Sociedad La Investigadora y presidente de la Orden Galdosiana de La Palma. Además, trabajó en el proceso de reincorporación de la masonería en la sociedad palmera, ya que hizo posible que la Logia Abora 87 se refundara en la isla tras haber sido erradicada durante la dictadura franquista. El fútbol era otra de sus pasiones, y además de un fervoroso seguidor de la Unión Deportiva Las Palmas, llevaba en su corazón los colores de la Sociedad Deportiva Tenisca de la capital palmera. También se interesó por el cine. El director del Festivalito, José Víctor Fuentes, habla sobre su capacidad para acercarse a la cultura en todas sus dimensiones. «Se interesaba por lo que hacía la gente joven, estaba pegado a la vanguardia, nada tradicional, y siempre quería estar al tanto de lo último, también en el cine».

El  expresidente canario en la presentación de un libro de Anelio Concepción (a la derecha).

El expresidente canario en la presentación de un libro de Anelio Concepción (a la derecha). / El Día

El veterinario Juan Capote conoció a Saavedra cuando iniciaron sus estudios en la Universidad de La Laguna y el fallecido lideraba a los alumnos del Colegio Mayor San Fernando: «Ya entonces se notaba que tenía alma de político; era capaz de poner de acuerdo a personas que no compartían ideologías». 

El poema que le dedicó Elsa López, El senador de las Hespérides, sirve de despedida y cobra hoy más sentido que nunca: Pero miro hacia el norte y sé que está viajando / que en ese mismo instante/ su cuerpo se diluye dentro de un pentagrama/ en un mar apacible donde lo acunan peces/ y un aria de Puccini canta María Callas. 

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