Entrevista | Pepe Alemán Periodista y escritor

«El periodismo que se hace hoy está mejor dirigido»

«Guillermo García-Alcalde era un hombre de una cultura estratosférica, era impresionante», afirma

El periodista canario Pepe Alemán.

El periodista canario Pepe Alemán. / ALDOLFO MARRERO

El periodista José A. Alemán, más conocido como Pepe Alemán, divertido y lleno de recuerdos, habla con cariño de la profesión y de compañeros como Guillermo García-Alcalde. También de lo necesario que es estar atento a las preocupaciones de la gente. Gente de la que siempre ha estado bien rodeado.

¿Cómo recibió la noticia de que le había sido otorgado el Premio Canarias de Comunicación?

La verdad es que la recibí con sorpresa. Ni me lo esperaba ni yo contaba con eso. Simplemente llegué a mi casa y me dijeron: mira, que te han llamado y me contaron la historia. Me sentí muy satisfecho porque al fin y al cabo es una distinción y ya a estas edades como la mía (risa) estas cosas vienen bien, te animan un poco.

Algunos periodistas que le conocen cuentan que usted siempre tenía consejos para los periodistas más jóvenes.

Sí, muchas conversaciones. Y muchas veces los consejos no son muy acertados, pero bueno (risas). El consejo era decirle: mira, ve al redactor jefe y dale una trompada, un cachetón, vaya. Pero bueno, eso era broma claro. Nadie se atrevía (risas).

¿Y usted se atrevía a imponerse?

Bueno, yo simplemente hacía lo que me parecía correcto, y si había que discutir algo lo discutía.

¿Y si ahora tuviera que dar algún consejo a algún periodista joven, cual sería?

Que tengan paciencia, fundamentalmente. Que procuren documentarse bien. Que no escriban por escribir. Que se documenten con una persona, un libro o lo que sea. Lo importante es que un periodista lea todo lo que pueda. Diría yo que primero hay que elegir un campo, unos temas que te interesen y te gusten. Y sobre eso, seleccionas los libros que te parezca sobre ese sector de la información y pa’lante. Simplemente ir asimilando.

Y a usted, ¿había algún sector concreto que le apasionara especialmente?

Yo fundamentalmente me fui haciendo una biblioteca de temas canarios, de historia, Canarias y América, y cosas así. Las organizaba sistemáticamente y comenzaba a leer, a tomar notas... Eso es importante, tomar notas, porque aparte de que fijas la memoria, pues tienes siempre una libretita ahí al lado que te evita tener que volver al libro. Afortunadamente aquí tenemos mucha bibliografía canaria. Y no solo eso: tenemos una serie de profesores universitarios y de historiadores que son muy buenos. Y entonces, bueno, es importante tener un contacto con ellos, consultarles. Sobre todo, lo que yo aconsejaría a los periodistas es que procuren siempre tener a una serie de personas que conozcan los temas y a las que puedan recurrir. Que hagan amigos y puedan recurrir a ellos en determinados momentos cuando necesiten una aclaración.

Desde que usted estaba en las redacciones todo ha cambiado mucho. Ya no son esas llenas de humo y en las que la gente se quedaba hasta altísimas horas de la noche escribiendo.

Yo estaba estudiando Derecho y estaba pensando en dejarlo porque no me gustaba. Después de hablar con el consejero delegado, que era Tomás Hernández Pulido, entré en el periódico. La Provincia [medio al igual que EL DÍA - La Opinión de Tenerife perteneciente a Prensa Ibérica] la recuerdo yo de jovencillo, de niño incluso, porque salió por primera vez el primero de mayo de 1911. Imagínate. Aquí estábamos ya en la década de los 60. Y me gustó la idea de que fuera un periódico antiguo y bueno, empecé a meterme por ahí, a ver qué pasaba. Entonces entré en Prensa Canaria y estuve de corrector de pruebas del Diario de Las Palmas por un tiempo. Hasta que por fin ya me subieron a la redacción del Diario, estuve una temporada y del Diario pasé a La Provincia.

A medida que pasaban los años, ¿recuerda los cambios que fueron teniendo lugar?

Claro. En La Provincia todo salió por un equipo de periodistas peninsulares que trajeron para acá, encabezados por José Luis Martínez Alberto. Incorporaron a varios canarios hasta que por fin tuvieron el periódico listo para salir. En este grupo estaba, entre otros, Guillermo García-Alcalde, que me he llevado un disgusto tremendo. Me cogió totalmente despistado cuando me dijeron que había muerto, fue una cosa tremenda. Lo he sentido mucho. Cuando estaba ya para salir, hablé otra vez con el consejero delegado y dos meses después me pasaron a la redacción del Diario y más adelante a la redacción de La Provincia. El tema era que mi preocupación era la necesidad de que hubiera una publicación, un periódico, algo, que no fueran La Provincia y El Diario, sino que hubiera otro tipo de opiniones. Entonces en un momento me fui y anduve por ahí sacando alguna revista, estuve en la radio un tiempo, luego en un gabinete de prensa y al poco, volví a La Provincia otra vez. Hasta que me marché porque me ofrecieron ir a Canarias7, y me fui porque yo creía que era una alternativa, un espacio periodístico interesante, interesante desde el punto de vista de la sociedad, de una sociedad que había dejado atrás la dictadura.

Usted habla del periodismo como «un oficio como otro cualquiera» en el que «hay que conocer las palabras como los artesanos trabajan el cuero». ¿Cree que a veces se mitifica la figura del periodista?

Sí, hay algunos mitos que se montan, eso está claro. A veces aciertas con una tecla y tienes un éxito determinado, pero esto son accidentes del oficio. Lo que hay que estar es siempre atento a lo que se dice, a lo que se comenta, oyendo a la gente, a los amigos, a la gente con la que te relacionas. Y de ahí sacas los temas. Y las preocupaciones, sobre todo, lo que preocupa a la gente. Esto es lo que había que hacer. Y, por supuesto, apoyar a la gente que vale, a los artistas, escritores, gente que anda por ahí pululando, que no saben donde echarse. Pues apoyarles, simplemente. Que eso lo hacía muy bien Guillermo García-Alcalde, que era un hombre de una cultura estratosférica, era impresionante. Te ponías a hablar con él y se acordaba de todo. Yo una vez le dije: ¿eso es verdad, o te lo estás inventando? (risas). Y él se reía.

Usted tenía una columna muy conocida, A modo de ver y manera...

¿Y qué le pasa a la columna esa? (risas). Sí, era una columna a la que le metía un poco de humor, hacía comentarios, le metía un poco de humor sin meterme excesivamente con nadie, incluso bromeando. Yo según me salía, escribía. Nunca pensé que iba a tener la relevancia que por lo visto ha tenido. Eso es lo que hay.

Era una columna diaria, además.

Sí, diaria. Era un atadero que no te cuento. Había días que decía: bueno, ¿y qué escribo hoy? Yo lo hacía repasando periódicos como un loco y con ocurrencias, sobre todo. Yo tenía cierta ventaja porque, después de la muerte de mi padre, me hice cargo de una finca que tenía en el Barranco de Azuaje y tenía gente que trabajaba allí. Y tenía un encargado que parecía chino. Y de ahí saqué yo muchas anécdotas y muchas historias. Aprovechas todo eso. Es fundamental no perder contacto con la gente, elegirlos un poco como la materia que son. Lo más que tenía yo eran economistas, gente de este tipo. Y luego mi concuño Faustino García Márquez, que es arquitecto. Él me ha contado un montón de cosas, es un hombre de un gran sentido del humor. Todo este tipo de cosas me sirvieron a mí, ir mezclándolas, preguntando. Sobre todo, preguntando.

¿Sigue leyendo el periódico?

Cada día. El panadero me trae todos los días tres periódicos: El País, La Provincia y Canarias 7. En fin, estoy más o menos informado.

¿Y qué le parece el periodismo que se hace hoy?

Creo que está mejor dirigido. Ha habido ya una acumulación de experiencia, sobre todo en La Provincia, como periódico canario. Noto que hay una argumentación, que hay un cuidado. Me está gustando el periódico francamente.

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