Pleno del Parlamento de Canarias | A vista de guirre

Largo como una tarde sin merienda

La plataforma ‘Canarias se agota’ no existe jurídica ni administrativamente, es una pantalla para ocultar fantasías ideológicas de un centenar de gente ociosa como para perder una mañana en el Parlamento

Las consejeras Candelaria Delgado (centro) y Migdalia Machín miran hacia la galería de los invitados. |

Las consejeras Candelaria Delgado (centro) y Migdalia Machín miran hacia la galería de los invitados. | / ANDRÉS GUTIÉRREZ

Alfonso González Jerez

Alfonso González Jerez

El cronista camina junto a su migraña, inseparable compañera, hacia la sede del Parlamento de Canarias. Se detiene a tomar un café achicoroso mientras contempla el ir y venir de los ciudadanos por la soleada calle Castillo, vivaces, alegres, vibrantes, como si no existieran las proposiciones no de ley. Al acercarse a la Cámara distingue en lontananza a un individuo alto y calvo rodeado de micrófonos, y muy cerca de él, un joven con aire somnoliento en una silla de ruedas. Qué cosas. ¿Habrá visitado el Parlamento alguno de los vengadores? Parece que sí. El tipo alto y calvo habla en nombre de la «plataforma» Canarias se agota y explica que el día anterior han tenido contacto con varios grupos parlamentarios. Se burla suavemente de algunos diputados, sin mencionar sus nombres, y a continuación se indigna un poco porque al parecer algún representante «comprobaba repetidamente la hora» mientras hablaba con él. Al parecer el tipo alto y calvo ignora que durante los plenos los diputados están un poco ocupados. Ni siquiera se le ha ocurrido venir otro día. El tipo alto y calvo, que habla como un apóstol que jamás tomase carbohidratos en el desayuno, advierte que ha registrado en la Cámara una solicitud en nombre de sus colegas y en el suyo propio. El papel viene poco más o menos a pedir que el Parlamento obligue al presidente del Gobierno a que cumpla lo que pidió «el pueblo» en las manifestaciones del sábado: moratoria, paralización de macroproyectos turísticos, ecotasa. Las cuatro letras ahí puestas evidencian un perfecto desconocimiento del Estatuto de Canarias y del reglamento parlamentario. Poco menos que piden una suerte de golpe de estado del Parlamento contra el jefe del Ejecutivo. Por supuesto, estas patujadas las firma el tipo alto y calvo, teóricamente en nombre de su plataforma, pero sin aportar ni una sola prueba de su existencia. Porque la plataforma Canarias se agota no existe jurídica ni administrativamente. Es una pantalla para ocultar los manoneos y fantasías ideológicas de un centenar de gente lo suficientemente ociosa como para perder una mañana en el Parlamento.

El día anterior, precisamente, el pleno se había extendido como una tarde sin merienda casi hasta la caída de la noche. Pero ahí se mantuvieron sus señorías con glúteos de acero hasta el final. Hubo de todo: desde la presentación del boceto del Mapa de la Formación Profesional que presentó el consejero de Educación, Poli Suárez –al que un diputado llamó «señor Poli»– hasta varias comparecencias de la consejera de Bienestar Social, que sigue sin encontrarle el truco a eso de hablar en un Parlamento y parece contestar mientras hace la compra en el supermercado, pasando por un clásico letal, las listas de espera, que según la consejera de Sanidad, Esther Monzón, no hacen más que mejorar, con el PSOE explicando que no es así y Coalición insistiendo en que las cosas van buen bien, supuestamente, con las mismas cifras. Monzón, Pérez del Pino y Díaz Estébanez deberían acudir juntos de Cuarto Milenio para aclarar este misterio entre asistencial y estadístico. El herreño Raúl Acosta pulió su retrato amoroso de Narvay Quintero y los socialistas volvieron a preguntar a Migdalia Machín por la política gubernamental de I+D+i y la consejera volvió a escurrirse con habilidad circense de un asunto tan engorroso. Es como Houdini, pero sin leontina.

Como supuesta respuesta a las manifestaciones del día 20 Nueva Canarias presentó una moción –como todas, consecuencia de una interpelación–, en este caso la que se hizo al Gobierno sobre las medidas para reorientar el modelo turístico (sic). Bueno, eran tres folios donde se ponían todas las cosas que nos podrían hacer felices: una ecotasa, una moratoria, y que proyectos como Cuna del Alma y el hotel de La Tejita se enterraran definitivamente. Al cronista, sinceramente, no le parece demasiado serio y complejo el asunto para resolverlo en una moción, pero a NC le corría prisa por salir guapa en la foto. Al final no salió tan mal la cosa: se aprobó una moción para que se estableciera el pago de los turistas por visitar parques y parajes naturales y un compromiso para limitar el suelo dedicado a la construcción de establecimientos turísticos. También se aprobó una PNL para que no se extraigan tierras raras en Fuerteventura con gran alborozo de todos los presentes, incluida la presidenta del Cabildo majorero, Lola García.

Tanto el Diputado del Común, Rafael Yanes, como el comisionado de Transparencia y Acceso a la Información, Daniel Cerdán, rindieron sus últimos informes anuales al pleno. Como siempre los grupos parlamentarios –sin excluir Vox, cuyo propósito sería borrar ambas instituciones si llegara al poder– les rindieron grandes elogios y mostraron un agradecimiento perpetuo. Tal vez no estaría mal que en algún momento de un inimaginable futuro un Diputado del Común resultara odioso a todos los grupos de la Cámara por unanimidad o un comisionado de Transparencia, con su mera presencia, hiciera crujir los dientes de sus señorías. Los elogios rituales demuestran que ambas instituciones son perfectamente inofensivas para el Gobierno y para la oposición. ¿O acaso no eligen a sus responsables ellos mismos? En cierto sentido son excrecencias parlamentarias que cierran el círculo institucional sin hacer daño a nadie, generando más relatos empáticos y humanizando el frío rostro de la política institucional. En el banco azul solo apareció la consejera Nieves Lady Barreto a penúltima hora y cuando acabaron los aplausos de despedida Yanes y Cerdán salieron por la puerta del fondo del salón de plenos y el jefe de protocolo la cerró de inmediato con un ligerísimo portazo. Casi pareció una metáfora. Pero no.

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