Muchas cosas marchan mal en el campamento de Las Raíces. Entre ellas está el frío, la desinformación y las pobres condiciones en las que viven los migrantes que permanecen alojados en este recurso del denominado Plan Canarias de Migraciones. Allí viven unas 1.500 personas y cada una de ellas tiene su propia historia. Pese a todo, de vez en cuando surgen cosas buenas a las que agarrarse, como un rostro amable al que contar su historia y pasar el rato.

Es fácil encontrar este campamento, basta con seguir la hilera de personas que suben y bajan cada día por los bordes de la carretera de La Esperanza. Esta zona se ha convertido, también, en un espacio para la solidaridad. Son muchos los vecinos que se acercan hasta allí para llevar alimentos y ropa. También son numerosos los voluntarios que tratan de echar una mano. Una de ellas es una joven estudiante de Medicina, Raquel Sierra. Ayer estaba en la caseta que hace las veces de enfermería en el campamento que algunos de los internos han construido en los accesos al antiguo cuartel militar. “La mayoría de las cosas de las que se quejan se podrían prevenir si las condiciones fueran mejores. Hay mucho catarro, dolores de barriga y hongos en los pies por permanecer con el calzado mojado, por ejemplo”, dijo.

Este sistema de colaboración se ha ido organizando. Este domingo, muchos sabían que al mediodía llegaría una de esas pequeñas buenas noticias. Carlos Pérez, su familia, amigos y voluntarios que –como Álvaro García Cuenllas o el cocinero Darío Concepción– se han ido sumando a los operativos de fin de semana, organizaron la distribución de raciones de arroz con pollo que dieron de comer aproximadamente a unas 600 personas.

Llevan ya un total de cuatro semanas llevando comida caliente hasta Las Raíces. Para evitar las aglomeraciones y algunos de los altercados que se producen cada vez que reparten la comida, decidieron planear un dispositivo de reparto que contó con la colaboración de varios de los internos. “Tenemos un vehículo que nos ha cedido la empresa Canary Pictures Vehicles y hemos previsto un reparto controlado, de tal forma que acudan hasta aquí representantes de cada una de las carpas y recojan las raciones que luego ellos se encargarán de distribuir allí”, indicó Cuenllas, que trabaja de ayudante de producción en el cine.

Carlos Pérez es otro de los eslabones de esta cadena solidaria de reparto de comida. Junto a amigos, familiares y padres y madres del Colegio Buen Consejo, coordina la elaboración de la comida. “Hemos hecho 16 kilos de arroz con 75 kilos de pollo”, detalló. “Se usaron, además, como unos 20 kilos de zanahorias y otros 10 kilos de pimiento”, añadió. A toda esa comida hubo que sumar además unos 50 kilos de plátanos donados por la Frutería Santa Bárbara en Icod. “El pollo lo ha cedido los Congelados Morales, también en Icod. Además, ya tenemos la comida del domingo que viene, el colegio Nicolás Estévez Borges ha donado 16 kilos de lentejas”, celebró. Para Carlos Pérez, dueño de una academia de estudios en La Laguna, es una satisfacción poder ayudar a gente “que lo necesita tanto”. “Queda sin embargo un sabor agridulce al ver que por mucho que podamos hacer, siempre hace falta más”, lamentó.