Melania Knauss -su apellido de soltera-, entra en escena, ya como mujer del presidente, con dos propósitos firmes: el primero, su anunciada lucha personal contra el ciber acoso en las aulas y, el segundo, de momento a la vista, el de emular el glamour y la elegancia de Jacqueline Kennedy, con un vestuario casi idéntico. Preocupación por la imagen que no por el arte, impronta de su referente que se mantiene en algunas estancias de la Casa Blanca a pesar de estar poco más de dos años.