Su intervención ha sido una sorpresa para muchos japoneses. El emperador de Japón se ha dirigido a su pueblo en un momento de crisis. Akihito ha querido transmitir calma a la población y les ha pedido que no se den por vencidos. Ha expresado su preocupación por el desastre nuclear y también se ha mostrado emocionado por la calma y el orden que los ciudadanos japoneses están demostrando tras el terremoto y el tsunami.