Tijeras, dedal y cinta métrica para dar una segunda oportunidad a la ropa usada en Tenerife

La Semana de la Moda ‘Slow Motion’ reúne del 22 al 26 en la Facultad de Bellas Artes de la ULL a expertos, empresas y diseñadores en torno a la sostenibilidad en el sector textil de la Isla  

Autoridades, participantes y técnicos posan entre maniquíes con ropa reciclada

Autoridades, participantes y técnicos posan entre maniquíes con ropa reciclada / E.D.

Tijeras, dedal y cinta métrica como herramientas para dar una segunda oportunidad a la ropa usada y fomentar así la economía circular. Es la filosofía de la IV Semana de la Moda Sostenible Slow Fashion que organiza el Cabildo de Tenerife entre el 22 y el 26 de abril con la facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna (ULL) como escenario ideal. Durante esos cinco días, la administración pública, expertos, empresas y diseñadores debatirán y pondrán en práctica –con el desfile del último día– ideas en torno a la sostenibilidad en el sector textos. Desde las ópticas social, de los recursos, la ética o e empleo. El acto de presentación –más lucido aún con los cuatro maniquíes vestidos con material reciclado de la tercera edición– contó con la presencia del consejero de Empleo, Efraín Medina; la de Sostenibilidad, Blanca Pérez; del decano de Bellas Artes, Bernardo Candelas y del organizador de la Semana, José Javier González.

Plan Estratégico

Medina agradeció a la ULL la predisposición para ser sede del evento y recalcó que la Semana de la Moda Sostenible se enmarca dentro del Plan Estratégico de Tenerife Moda 2024-2027, Este, recordó «se basa en tres pilares fundamentales: excelencia en diseño y producción; desarrollo del talento local y sostenibilidad, y proyección internacional». En materia de sostenibilidad, incidió en los numerosos retos a los que se enfrenta la industria de la moda. Entiende que «es fundamental abordarlos para lograr los objetivos de desarrollo sostenible y avanzar hacia una economía circular».  El consejero puso el énfasis en evitar un consumo excesivo y el desperdicio, además de en usar materiales sostenibles, una producción responsable en cuanto a transporte y huella de carbono, así como, en el otro lado de la balanza, en la educación y concienciación.  En definitiva una ecuación que combina economía circular, innovación tecnológica, presión regulatoria –incluida una normativa más exigente sobre procedencia y destino de la ropa a partir del 1 de enero de 2025– , transparencia y etiquetado y colaboración global.

Consumo sostenible

Blanca Pérez, por su parte, apuntó la necesidad de crear el hábito del consumo sostenible. Apostó por «afrontar el del textil y la moda con responsabilidad» y «entre todos». Aporto el dato de que «consumimos 96 kilos de ropa al año y más del 90 por ciento se incinera o va al vertedero y eso no puede ser». Por ello estima que «hay que transformar la conciencia del ciudadano, pero también a la industria del sector». Bernardo Candelas valoró que la Facultad de Bellas Artes de la ULL «tiene unas infraestructuras maravillosas para acoger este tipo de eventos». Garantizó que profesores y personal investigador están «vinculados a la sostenibilidad» y entienden el diseño como «un medio de la comunicación de la propia sostenibilidad». Considera que esta iniciativa «es una gran oportunidad para nuestros estudiantes el poder acceder a charlas, talleres y desfiles».

Cuatro espacios

González desgranó la multitud de actividades a desarrollar en cuatro espacios para el debate sobre diseño y artesanía, social, de empleo, educación y economía de recursos textiles. Además de talleres fanzine (revista especializada con pocos medios); talleres upcycling (superreciclaje), una galería de arte y el desfile final. El objetivo de la feria es sensibilizar y reeducar en moda sostenible mediante dos elementos fundamentales. Por un lado, transformar y mejorar prendas de vestir usadas o desechadas con el fin de crear piezas nuevas con un valor añadido. Se trata de reutilizar materiales y elementos existentes para crear productos nuevos y únicos sin pasar por un proceso industrial. El segundo elemento es el slowfashion, una respuesta consciente de forma sostenible a los problemas creados por la moda rápida (fastfashion), que busca cambiar la forma en que las personas consumen y compran ropa. La calidad frente a la cantidad y una mayor apreciación por las prendas y el proceso de producción. El resumen es posible en una sola frase: compromiso colectivo para el reciclaje, la reutilización y la segunda vida del ámbito textil.