Los montañeros aseguran que se puede practicar el senderismo

La alerta máxima prohíbe transitar por algunas zonas, pero en las áreas costeras es posible caminar con medidas de seguridad

Las veteranas voluntarias Ana María Martínez y María Rivero en plena faena contra la caña común.

Las veteranas voluntarias Ana María Martínez y María Rivero en plena faena contra la caña común. / E. D.

La Federación Insular de Montañismo advierte de que «es posible practicar senderismo en la Isla», a pesar de la declaración de alerta máxima por riesgo de incendios forestales decretada por el Gobierno de Canarias para Tenerife el pasado 12 de agosto. Los montañeros isleños recalcan que «las zonas de riesgo están claramente delimitadas en el mapa insular. La restricción de uso no afecta a grandes espacios del Sureste, Suroeste y Norte; se puede transitar por los senderos que hay en ellos».

La Federación aclara: «Eso no es óbice para apelar a la responsabilidad personal y colectiva a la hora de salir a disfrutar de la naturaleza por esos lugares no restringidos en las circunstancias meteorológicas actuales». El colectivo recuerda al respecto la necesidad de «portar agua, al menos entre un litro y medio y dos litros por persona, según el recorrido; llevar crema solar, gorro, ropa y calzado adecuados, así como el cuidado y la protección máxima sobre los menores, además de evitar las horas centrales del día o las de mayor temperatura prevista».

La Federación explica: «El Cabildo activó de forma extraordinaria medidas de grado 2 y 3 para prevenir los incendios forestales». Y añade: «Son de aplicación exclusiva en las zonas de riesgo. Queda fuera el resto del territorio insular; es decir, esas grandes zonas costeras del suroeste, el Noroeste y toda la franja Norte».

Los montañeros reflexionan: «Estos fenómenos extraordinarios, íntimamente relacionados con el cambio climático, van a producirse cada vez con mayor frecuencia». Por eso «es conveniente dirigirnos a la administración, tanto insular como local, para que mejoren los senderos de costa, en general bastante seguros».

«Una posibilidad –apuntan– de recuperar vías de comunicación, a pie o con bestias, que unían por el litoral a casi todos los municipios de la Isla». Valoran: «La especulación las cercenó a medida que se extendía la ocupación de zonas costeras para su explotación turística sin buscar un equilibrio entre generar economía y la conservación del patrimonio natural, histórico y etnográfico». E insisten: «Hay intentos en la costa de Arico, Granadilla y Guía de Isora de transformar amplios espacios naturales con fines comerciales sin el respaldo del mundo científico».

Para la Federación, «la protección de la naturaleza debe presidir toda actuación». Destacan «la escasa educación ambiental de la población» y concluyen: «Si esa educación pudiera competir con los sensacionalismos veríamos, con las autoridades, el papel de cada cual en situaciones de riesgo».

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El colectivo Montañeros de Nivaria mantiene su actividad de voluntariado ambiental en agosto. La acción más reciente ha sido el control de la caña común en el Bosque de Agua García, en Tacoronte. Ya habían estado hace unos meses allí, en el antiguo campo de La Bombilla, pero quedaba profundizar en el suelo para extraer las raíces. Cabe destacar a las veteranas voluntarias Ana María Martínez Hernández, por encima de los 80 años, y María Rivero Martín, que supera los 70. La caña común (arundo cona) es una planta semejante al bambú que alcanza entre 3 y 6 metros de altura. Las hojas lanceoladas son largas, de 5 a 7 centímetros, y envuelven el tallo en forma de láminas. Las cañas aprovechan la humedad del bosque de laurisilva para extender sus rizomas subterráneos. Fueron retirados más de 50 kilos, cuyas bolsas hubo que transportar un kilómetro, junto a los contenedores de residuos. Poco a poco son desplazadas del bosque las especies exóticas y se recupera la vegetación endémica.