Miriam Martínez Sierra es una tinerfeña que estaba afincada y asentada en Madrid el 14 de marzo de 2020. Ese día cambió su vida, pero ella no lo sabía aún. Estado de alarma, pandemia, confinamiento y pérdida del trabajo consolidado en la capital. Eso, junto a la nostalgia por su tierra, la lleva a enfilar la vuelta a casa. Y aquí comienza la segunda parte de esta historia. Un día decide dar un giro de 180 grados a su existencia cotidiana y hacer lo que siempre le había gustado: fomentar la creatividad y el diseño en una marca propia. Ahí nace Corazón de Salitre. Además con un sentido solidario, el que le da el hecho de que e trabajo lo lleven a cabo personas con discapacidad. Dos meses después todo ha salido bien.

Vuelta a marzo de 2020. Miriam relata: «Fue una pesadilla. Me cogió en Madrid, sola y en un piso de 36 metros cuadrados. En días perdí lo construido en años. Llevaba mucho tiempo lejos de la familia , intentando mejorar en mi empleo cada día y procurando que mi ida a la gran ciudad no fuera en vano» Continúa su reflexión: «De repente, eso no había servido de nada; todo desapareció, perdí mi empleo, aparecieron las deudas...».

Miriam piensa entonces «tantos años lejos de mi tierra, de mi familia, echando de menos sentir el salitre en mi piel y conformándome con el cloro de las piscinas masificadas de la gran ciudad. Incluso llegué a tatuarme la palabra, salitre, para sentir que de que estaba cerca aún desde bastante lejos».

Vuelta a casa «con mucho miedo, de manera muy diferente a como me fui. El tiempo confinada en mi pequeño apartamento de Madrid hizo cambiar algo dentro de mí, no volvía a la Isla la misma Miriam que se fue». Estaba «triste y con el corazón vacío, pero con ganas e ilusión de empezar de nuevo una vida aquí con el calor de la tierra que tanto extrañé».

Miriam se siente hoy «más corazón de salitre que nunca». Explica: «Mi formación está relacionada con el arte y he trabajado muchos años como maquillladora, mi pasión, en Madrid y en el sector de las clínicas de Estética». Cuando vuelve a la Isla, valora «me llevé un palo por temas laborales».

Valora: «Cuando me encuentro mal me voy de compras, me gusta. Siempre veía lo mismo en las tiendas, la misma camiseta repetida. Y pienso, ¿por qué no las diseño yo misma?» Solo tenía claro el nombre: Corazón de Salitre. Quería intentar «algo especial y bonito. O se hacía con cariño o no se hacía». Ahí nació algo que, asegura Miriam, «sentí. Me decidí pese a no tener dinero ni recursos».

Un encuentro fundamental

Después de varios intentos, un golpe de suerte. Lo cuenta: «Mientras me informaba sobre posibles sitios en los que comenzar mi proyecto di con un Centro especial de Empleo del Gobierno de Canarias y me invitaron a visitarlo. Cuando fui estaba vacío. Pregunté y me explicaron que eran personas con discapacidad a los que se les daba la oportunidad de tener un empleo digno». Quienes trabajaban allí hacían meticulosamente toda la labor a mano, pero por la situación del momento se encontraban en ERTE. Miriam valora a la directora que «me escuchó y apostó por la idea. La conexión con ellos es la clave». Se trata de una cadena. Miriam tiene la idea en diversos productos, desde bolsas a camisetas, y ellos se encargan de la serigrafía, el etiquetado, el empaquetado y la comercialización. Además, indica, «hacen ellos mismos las tintas al agua, todo ecológico». Y apostilla: «El hecho de que se trate de estas personas hagan a mano cada detalle de estas prendas que salen de mi cabeza me hacen más fuerte para seguir adelante con este proyecto».

No solo ropa

Pero no se trata solo de ropa. La creadora de la marca señala: «Quiero que Corazón de Salitre sea una gran familia, No se trata sólo de ponerse una prenda sino de crear una forma de vida».

Insiste Miriam en una idea motriz: «Con una edad te conformas. En mi caso fui en otra dirección. La que elegí. Y con buen resultado». Señala que «me di cuenta de que el momento perfecto no existe sino que es cuando haces las cosas con el corazón. Y ¿que más corazón puede llevar esta marca canaria si todo se realiza con tanto cariño? Es un orgullo contar que empezó así. Desde el miedo y la incertidumbre, pero con ilusión y trabajo constante. También con muchas lágrimas y momentos en los que quise tirar la toalla».

Miriam Martínez concluye: «Seguiré luchando para que más gente conozca la idea, un proyecto tan bonito al que da fuerza toda esa gente que está detrás y hace un gran trabajo. Corazón de Salitre ayuda a su superación personal y a la inclusión social del colectivo».

Más que diseño, una forma de vida

La página web está por ahora en construcción. Miriam explica: «De momento tenemos el logo para que la gente lo conozca. Contiene las tres palabras fundamentales: corazón de salitre». Miriam comenta: «Hicimos 30 camisetas por probar y volaron». Le ha sorprendido «el apoyo de mucha gente que no conozco de nada». Incluidos famosos y «lo agradezco». Para Miriam «cuando vendí la primera camiseta fue como tener un bebé porque era mi creación. Lloré mucho. De alegría y alivio. Trabaja para «crear una comunidad». Su apuesta e «tocar la fibra del canario cuando está fuera aunque siempre abiertos a todo el mundo».