El Cabildo de Tenerife y el Ayuntamiento de Santa Úrsula colaboran, junto a voluntarios y colectivos de personas con discapacidad, en la restauración ecológica de la vegetación de un antiguo bosque termófilo de unos 40.000 metros cuadrados, entre la avenida de Los Pesqueros, el barranco de la Cruz y la TF-5.

El área de Gestión del Medio Natural del Cabildo de Tenerife y el Ayuntamiento de Santa Úrsula se han aliado, a través del proyecto piloto Ícaro: sembrando ilusiones, para recuperar parte del antiguo bosque termófilo que cubría la zona costera donde hoy se ubica la urbanización La Quinta. Esta iniciativa, que se centra en un área de unos 40.000 metros cuadrados, se nutre del trabajo de voluntarios y usuarios de colectivos como AFES Salud Mental, la Asociación de Ayuda a Personas con Dependencia en Canarias (Apedeca) o la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE).

El bosque termófilo es un ecosistema muy amenazado en la isla de Tenerife, donde solo quedan pequeños reductos en zonas sometidas a una alta presión de la actividad humana. Este tipo de bosque cuenta entre sus especies más representativas con la palmera canaria, la sabina, el drago y el sauce y se ubica “entre el piso de vegetación más bajo, el tabaibal-cardonal, y el monteverde o el pinar, según la vertiente de la isla”, explican desde el Consistorio norteño.

Recuperar este espacio natural permitirá, además, prevenir la erosión del suelo, conservar la biodiversidad de la isla, promover la conectividad de diferentes áreas naturales y contrarrestar la fragmentación del territorio por el desarrollo urbanístico de las últimas décadas en esta franja costera donde se concentra buena parte de la población insular.

La Quinta recupera su bosque

Este proyecto se desarrolla en un área de terreno de 40.000 metros cuadrados cedida por el Ayuntamiento, ya que su destino inicial eran las zonas verdes de la urbanización La Quinta, concretamente entre la avenida de Los Pesqueros, el barranco de la Cruz y la TF-5. Para ambas instituciones, esta zona es ideal, ya que puede servir como punto de conexión de esta zona altamente antropizada con el Paisaje Protegido Costa de Acentejo, que abarca varias localidades, y el cercano Paisaje Protegido de La Resbala, en La Orotava.

“Es un espacio que reúne las mejores características para abordar un programa como este, puesto que cuenta con la vegetación potencial de la zona y una adecuada ubicación y accesibilidad. Incluso dispone de senderos que pueden ser acondicionados para personas con movilidad reducida”, según detalla el alcalde de la localidad, Juan Acosta (AISU).

El Consistorio santaursulero se ha implicado también en la difusión pública del proyecto, en la captación del voluntariado necesario para su desarrollo y en la puesta en marcha de acciones de concienciación ciudadana.

La consejera insular de Gestión del Medio Natural, Isabel García, subraya que Ícaro es “una acción necesaria para regenerar los suelos de la costa norte que, además, implica a numerosas entidades sociales para enriquecer aún más los objetivos marcados de educación ambiental y sostenibilidad”.

El proyecto Ìcaro prevé la eliminación progresiva de la flora invasora, la reforestación con especies propias del bosque termófilo, la realización de un inventario de la fauna y la creación, al final del proceso, de una ruta interpretativa. De forma paralela al trabajo de campo, se organizan talleres formativos que sirven, por ejemplo, para recolectar las semillas necesarias para la reforestación o para elaborar de una forma adecuada los inventarios de flora y fauna.

Esta iniciativa comenzó a desarrollarse hace apenas seis meses, pero aún quedan más de tres años y medio de trabajo de campo y de formación y sensibilización ambiental. Por ahora, en Ícaro han participado voluntarios de Afes, Once, Apedeca, el Club de Ciclismo Bentor, la agrupación de voluntarios de Protección Civil de Santa Úrsula y otros colectivos vecinales y culturales.