Cristóbal Izquierdo Perdomo (Santa Cruz de Tenerife, 1973) es un emprendedor. Esa es la palabra que más se repite durante la conversación con este anaguense –de Almáciga– que tiene a su cargo una plantilla de once empleados en el negocio de cerrajería que regenta en el barrio de Ofra en Santa Cruz. Ahí está la sede, pero trabajan en toda la Isla. Candelaria, Puerto de la Cruz, la zona Sur, el Área Metropolitana... Allí donde sea necesario abrir una puerta y ante todas las casuísticas posibles. Cristóbal vivió hasta los seis años en el pueblo de Almáciga y luego se trasladó con la familia a Ofra. “Mi padre –José Izquierdo Izquierdo– trabajaba en la DISA y le dieron una vivienda”. Su madre, Julia Begoña Perdomo, ya fallecida, era ama de casa.

Cristóbal, que tiene dos hijos con su pareja, cree que el afán por emprender le viene de ellos: “Los cuatro –tiene tres hermanos, todos varones– le debemos mucho a nuestra madre, porque nos inculcó desde pequeñitos que hay que tener voluntad y sacrificio, que las cosas no vienen solas”. La califica como “una gran mujer, una mujer con sangre que, aún echándola en falta, sabemos que está aquí con nosotros”. A su vez, detalla, “nuestro padre nos dio rectitud y seriedad, cosa que con cuatro hijos varones tiene su mérito”. Recuerda: “Nos daba los fines de semana una caja de dulces para vender por el pueblo. Nuestros Reyes venían de lo que conseguíamos”.

Cristóbal Izquierdo y sus cerrajeros están preparados para responder a cualquier llamada

Cristóbal estudió FP en los Salesianos de La Cuesta y lo intentó en la Universidad, en Agrícolas, pero “no era lo mío”. Agustín, marido de una tía suya, tenía una tienda de reparación de calzado en la zona de Tomé Cano y ahí empezó como ayudante. Reflexiona: “Ambos mundos tienen mucho que ver. Arreglas zapatos e, incluso, llegas a fabricarlos y, al mismo tiempo, haces llaves. Poco a poco se impusieron las llaves”. Después de varios traslados o tener que cerrar por los problemas de estructura en el Edificio Elcano, en el barrio de La Victoria, previo paso por el Puerto de la Cruz, llegó el establecimiento definitivo en Ofra. Primero, en el Centro Comercial Los Príncipes y, desde hace años, en la Rotonda de la Residencia.

“Trabajamos con compañías de seguros, comunidades de vecinos o particulares”, enumera Cristóbal. Una declaración de principios: “No participamos en desahucios en los que haya bancos implicados. No es por nada, pero evitamos este tipo de lanzamientos”.

Descubrimiento desagradable

Anécdotas tiene “muchas”. Por ejemplo, “hace unos años fuimos a abrir una puerta en Candelaria y apareció una niña pequeña con un hermanito todavía menor. Completamente solos”. Lo más “duro” es cuando “abres y encuentras una persona muerta. Me ha ocurrido hasta cinco veces. Y no soy el único al que le ha pasado”.

Son unas nueve empresas, que aglutinan sobre cien familias, las dedicadas a la cerrajería de seguridad en la Isla: tres en Santa Cruz, dos en La Laguna, dos en el Norte y tres en el Sur. También ha afectado la pandemia al sector en forma de ERTE. Pero, asegura Cristóbal, “poco a poco tiramos adelante”.

Izquierdo valora: “Una de las mayores preocupaciones de los cerrajeros no es cómo abrir una puerta, sino hacer entender a los clientes que su cerradura está anticuada, aunque funcione bien. Un 80% lo está. Lo que hace unos años era correcto no cumple con un nivel medio de seguridad. Porque los malos también aprenden a innovar”. Un mensaje: “La vivienda empieza en el garaje y el portal; no se reduce a la puerta del hogar. Si es fácil abrir abajo, peligro”.

No tiene problema en decir que “abrir una puerta cuesta entre 36 y 48 euros”, aunque “las comunidades de vecinos tienen una tarifa más económica”. Considera un problema “el intrusismo”, porque “el cliente no distingue y busca lo barato. Pero no se le ocurriría dejar la instalación de gas a alguien que no fuera profesional. Aquí está en juego la tranquilidad de tu casa. Y si las llaves llegan a manos de quien no tienen que llegar...”.

La Unión de Cerrajeros de España (UCES) convocó a más de 1.200 profesionales y 35 marcas durante tres días en el II Foro de la Cerrajería de Seguridad. Valora que “el debate se centró en el equilibrio entre electrónica y mecánica, porque nuestra lucha es que siempre exista esta opción, por si falla la primera”. Y apunta: “El nivel de los cerrajeros en Canarias es muy alto. Nos centramos en la tecnología alemana por la demanda, mientras en otros lugares se dirigen más a los avances que llegan desde Francia”. Apostilla: “Ya estuvimos en el primer encuentro, en 2014, y sirve de mucho. Para ver a compañeros y amigos, además de compartir experiencias”. Con orgullo afirma: “Fuimos pioneros en cambiar gratuitamente la cerradura a las víctimas de la violencia de género”. Siempre con el aval del Grupo Cerrajeros y de la UCES