"No lo conseguiste en el gimnasio? ¿y te quieres poner fuerte ahora con una silla y cajas de leche?", se preguntaba un cariacontecido Arnold Schwarzenegger en uno de esos memes que corrió como la pólvora por WhatsApp durante los días más duros del confinamiento. Desde ayer, las sillas, la leche, las garrafas de agua y los palos de fregona pueden ir regresando a su sitio de siempre. Los gimnasios están de vuelta y muchos de sus usuarios lo afrontan con ilusiones renovadas.

Eva de la Guardia es un ejemplo de esos deportistas que no han parado durante el estado de alarma, aunque no por ello las ganas de retomar viejas costumbres eran menores. "Estoy un poco como pendiente de muchas cosas para que el próximo cliente tenga el material limpio e higienizado", expresaba, entre serie y serie, en la mañana de ayer en Círculo Crossfit, en el lagunero barrio de San Lázaro. Frente a lo que era habitual en la etapa anterior, un trapo y los dispensadores de desinfectante casi que se habían convertido este lunes en dos nuevos compañeros de entrenamiento.

Competidora de crossfit -una disciplina consistente en la realización de movimientos a diferente intensidad-, Eva tiene claro que es "mucho más ameno" el ejercicio en el box -como se denominan a estos gimnasios- que en solitario en casa o delante de una pantalla, que sido lo que ha tocado en los últimos dos meses. Ayer, incluso un lego en la materia percibía las ganas que le ponía al entreno con unas pesas enormes . Cerraba los ojos, apretaba los dientes y... ¡arriba!

Ella se encontraba en el extremo de la instalación denominada Open Box, una zona libre en la que los más experimentados siguen sus rutinas. Al otro lado, Andrea Beautell, propietaria del establecimiento junto a André Cabrera, dirigía una sesión con varias alumnas. Tanto en un espacio como en el otro los aforos se han visto reducidos y existen medidas que todos tienen que cumplir escrupulosamente. La primera se encuentra desde el mismo acceso: un bote de gel hidroalcohólico y una bandeja con desinfectante para el calzado parecen saludar a los usuarios.

Andrea admite que los últimos meses no han sido fáciles. En parte por las lógicas dificultades económicas con las que se han encontrado todos los empresarios y otro poco también por los cambios normativos que se iban sucediendo uno detrás de otro. "Desayunábamos BOE...", bromea. Finalmente, y cuando vieron la posibilidad de abrir, tocó establecer las pautas para su particular nueva normalidad. En primer lugar, han convertido en obligatoria la reserva a través de una aplicación móvil, que ya tenían antes del coronavirus pero con la que eran un poco más flexibles.

"La mascarilla solo la usamos en la entrada, porque, como cada uno tiene su parcela, se la puede quitar dado que ahí se aseguran las distancias", detalla sobre unas zonas que están delimitadas en el suelo y en las que ya se encuentra el material necesario para evitar desplazamientos por la sala. No menos importante es la puntualidad. "Por motivos de aforo no pueden coincidir las dos clases a la vez", afirma, antes de indicar que quedarse por las instalaciones tras el entrenamiento tampoco es ahora mismo posible. Desinfectar antes y después de la actividad y que haya una única persona por vestuario son otros requisitos.

Un espacio amplio

A Andrea y André les ayudan las dimensiones de su local, una nave de gran tamaño en la calle Amanecer que han convertido en un punto de referencia de esta modalidad. Al tener más metros cuadrados, con el 30% fijado por las autoridades les sale una cifra mayor que, por ejemplo, si hubiesen permanecido en la instalación en la que estuvieron durante dos años en la calle Arzobispo Elías Yanes. ¿Y podría suponer este parón por el confinamiento un frenazo en el auge que el crossfit ha experimentado en los últimos años? André Cabrera cree que no hay motivos para que eso ocurra, y apunta que, incluso, la promoción en las redes sociales ha sido bastante mayor que en condiciones normales. No en vano, agrega que gente que nunca había practicado esta disciplina les ha escrito durante este período.

"Tras dos meses y pico sin entrenar, estamos empezando desde la base con todos, aunque lleven tiempo", continúa André sobre la nueva realidad que les ha tocado vivir y acerca del futuro de una práctica deportiva que cuenta con usuarios de muy diferentes perfiles. Ahora ponen su confianza en que la desescalada siga adelante según lo previsto y en que, más pronto que tarde, puedan ir aumentando el número de alumnos y que todo vuelva a ser lo más parecido posible a la vida antes de la pandemia.