Cuando, en abril de 1917, EEUU entró al fin en la Gran Guerra, el luego polilaureado poeta E. E. Cummings se alistó sin demora como conductor de ambulancias. Una vez en Francia, tardó aún menos en airear su indisciplina y su dificultad para acallar su boca. Así que se pasó tres meses encerrado en La habitación enorme, en condiciones extremas, hasta que, tras ser dado por muerto por error, fue liberado. De Cummings (1894-1962), poeta, novelista, dramaturgo, pintor, quedan en la memoria común sus vanguardistas licencias de expresión, mientras que el lector avezado le sitúa, sin más, en las cimas de la lírica del siglo XX. Pero, justo en el inicio de su carrera, en 1922, publicó esta novelización de su peripecia. Un alegato antibelicista que llevaba más de una década ausente de las librerías. Escrito con mano maestra e ilustrado con dibujos del propio autor.