Las dos caras del realojo

Las historias de Montse y Damián muestran dos formas de volver tras el incendio: sin daños de importancia o con pérdidas

Domingo Ramos

El Norte de Tenerife seguía intentando recomponerse en la jornada de ayer y volver a su vida normal. Es lo que hacían a última hora de la mañana en el Restaurante Los Andes, en el barrio orotavense de Aguamansa, uno de los núcleos poblacionales tinerfeños que han estado más cerca del fuego. Montse Luis atendía a algunos clientes que se acercaban al establecimiento, así como a proveedores. Pese a la comida que acabó en el contenedor de la basura, la historia del realojo en este local se podría decir que es la de un regreso feliz y sin daños de entidad.

El fuego se quedó a pocos metros de distancia. Tal es así que unas huertas cercanas llegaron a arder. Pero la cosa no fue a mayores. El viernes de la pasada semana trabajaron y el sábado a las 5 de la madrugada intentaron acceder al establecimiento, pero solo pudieron llegar hasta el cercano Restaurante Cruz de Tea, también en Aguamansa, unos cientos de metros más abajo. «Tuvimos que tirar muchísima comida que estaba hecha», lamentó este viernes Montse, vecina del núcleo orotavense de la Candelaria del Lomo y que se puso al frente del Restaurante Los Andes en octubre del pasado año.

Durante algunos días del incendio, el corte de la carretera se situaba precisamente por encima de este establecimiento, mientras que en las jornadas de mayor virulencia de las llamas llegó a estar en el Camino de Chasna, en el desvío hacia Benijos y Palo Blanco, cuatro kilómetros más abajo. Ahora el límite en la circulación vuelve a encontrarse en Aguamansa. Y ese cierre de la carretera hacia el Parque Nacional de Las Cañadas del Teide impide que la actividad en el local se desarrolle dentro de los cauces habituales.

Las dos caras del realojo

Las dos caras del realojo / Domingo Ramos

Una de las principales fuentes de ingresos de su negocio son las comidas que sirven a guaguas de visitantes que se dirigen o vuelven del Teide, a razón de dos o tres veces por semana. Sin ellos, como se podría comprobar en la mañana de ayer, la actividad se mueve a un ritmo menor. También los visitan gente de paso y vecinos que encargan comida para llevar o que toman un tentempié, que son los que estos días tras el incendio siguen acudiendo.

Una finca con serios daños

La otra cara de la moneda es la de Damián Machado, que pasado el mediodía subía carretera arriba con un caballo que le había acogido un vecino. En su caso sí ha tenido pérdidas de importancia. Se dirigía a su casa-finca, en la zona conocida como Mamio, donde la imagen era la de terrenos quemados aquí y allá, probablemente en función de las chispas que saltaron y de la situación en la que se encontraba cada una de las huertas. El olor a quemado resultaba muy intenso en algunos puntos y según las ráfagas de viento.

Las dos caras del realojo

Las dos caras del realojo / Domingo Ramos

Damián perdió un generador de luz, unas placas solares, unas cuadras y las tuberías de agua que tenía distribuidas por el espacio, así como unos toldos de sombra para unos gallineros. Las fotos que enseña en su móvil muestran que eran instalaciones que había realizado con mimo y que ahora han desaparecido.

«Lo he llevado bastante bien», afirmó pese a los daños. Y es que el hecho de que la casa no se viese dañada (el fuego se quedó a un par de metros de distancia) y que sus animales estén en perfecto estado le da fuerzas para seguir adelante. «Se salvó hasta la última gallina que estaba suelta», celebró. En concreto, cuenta con seis caballos, dos cochinos, dos pavos, más de 20 patos y otras tantas gallinas. Uno de los miembros de su equipo, Ulises Borges, lo acompañaba en la jornada de ayer para tratar de poner todo en orden.

Las dos caras del realojo

Las dos caras del realojo / Domingo Ramos

Damián tiene la empresa Tu Centro Canino, en el Puerto de la Cruz. Allí presta educación, adiestramiento, guardería de día y hotel, residencia canina, nocturnidad… para mascotas. Y en su casa, que es finca al mismo tiempo, desarrolla un proyecto vinculado y solidario, donde acoge a perros sin casa, caballos abandonados… En esta otra actividad también trabaja junto a protectoras de la Isla o ayuntamientos.

De allí tuvo que salir a escape de madrugada. «Creíamos que esto no iba a pasar», admitió. Se acostó viendo el fuego «ligeramente» en la lejanía, mientras que ya en mitad de la noche «casi se veía apagado». Sin embargo, a las cuatro de la madrugada, un vecino apareció con una linterna: «¡Damián, ¿dónde estás?!». Cuando salió vio que muy cerca era todo era «una mancha roja».

Las dos caras del realojo

Las dos caras del realojo / Domingo Ramos

Desde ese momento empezó a trasladar los caballos, las gallinas, los cochinos… Había que salir de allí. Cuando logró desalojarlos a todos, se percató del «caos». Vio gente con perros o gallinas que no sabían qué hacer con ellos. Inició a partir de ahí una labor de colaboración en la que movilizó los vehículos de su empresa, incluido un camión isotermo, así como a amigos y familiares que pudiesen ayudar. En una de las imágenes que tiene almacenadas en su teléfono móvil se puede ver el camión lleno de perros.

116 perros acogidos

El local de su empresa en el Puerto de la Cruz fue uno de los destinos de estos animales. Tal es así que todavía en la jornada de ayer tenía a 116 acogidos. Otros fueron al espacio que habilitó el Ayuntamiento de La Orotava en el Pabellón Municipal Quiquirá. «Nos hemos sentimos muy arropados por los clientes de mi empresa», destacó sobre los gestos de apoyo recibidos en los últimos días.

El Loro Parque, que cedió coches y transportines; el Refugio Internacional, que atiende a perros en La Cruz Santa, en Los Realejos; un joven llamado Yeray, colaborador del Área de Bienestar Animal del Ayuntamiento de La Orotava; Abraham Rodríguez, que colaboró en el traslado de caballos; Fran y Ernesto Villar, que le cedieron unas cuadras, y Noemí Carreras, presidenta de la Federación Canaria de Hípica, se encuentran también en su capítulo de agradecimientos, donde tampoco faltan su familia y amigos.

Se sigue sorprendiendo Damián Machado cuando recuerda la hospitalidad de un vecino al que no conocía de nada y que le acogió uno de sus caballos. Él iba caminando con el equino por la carretera y, al verlo, el hombre le insistió en que lo dejase en una cuadra de su propiedad. No solo eso, sino que atendió de maravilla en los días siguientes tanto al caballo como a él. Tal es así que ayer, cuando tocaba regresar a la finca de Damián, su vecino lo acompañaba. Detalles para la solidaridad que deja el incendio.

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