Tras haber pasado toda la jornada del miércoles amarrado a puerto en su punto de atraque en la Dársena de Los Llanos, revisando maquinaria, avituallándose de agua y alimentos y procediendo al relevo de la tripulación, el buque oceanográfico Ángeles Alvariño se hacía a la mar sobre las 8:30 horas de la mañana de ayer, pero nada más dar avante máquina, lejos de salir a mar abierto puso proa hacia el Dique del Este. La razón, reparar el estabilizador del barco, un elemento sustancial para el desempeño de sus tareas, el mecanismo con el cual se evita el balanceo y el cabeceo del buque mientras se encuentra parado o bien navegando a pocos nudos de velocidad.

Después de solventar este inconveniente, tiempo que también aprovecharon los agentes de la Guardia Civil para planificar con la tripulación del buque las zonas donde realizar la búsqueda, el Ángeles Alvariño abandonaba el puerto hacia las 13:30 horas de ayer, dirigiéndose a una milla escasa de la bahía santacrucera, donde aprovechó para desarrollar labores de rastreo, a la espera de que las condiciones de la mar le permitieran navegar durante la noche en dirección hacia el suroeste, a unas cinco millas de la costa, el área donde ha estado trabajando durante los últimos días y en la que precisamente se produjo el hallazgo de las dos pequeñas botellas de oxígeno.

El cinturón de plomo

El principal objetivo está centrado ahora en poder encontrar el cinturón de plomo con el que, supuestamente, se habría lastrado Tomás Gimeno al fondo del mar después de haber dado muerte a su dos hijas. De ser así, Beatriz Zimmermman y su familia darían por cerrado tan dramático círculo, sin dejar ningún cabo suelto, y podrían en consecuencia oficiar el luto por las dos pequeñas.