Nuevo impulso en la búsqueda de Juana Ramos, la mujer que desapareció hace casi cinco años en el barrio de La Paterna, en la capital grancanaria, el 20 de agosto de 2016. Un amplio despliegue de más de 150 efectivos de la Policía Nacional y la Unidad Militar de Emergencias (UME) batieron durante la jornada de ayer los barrancos de Moya y Valerón en busca de nuevas pistas sobre el paradero de la empresaria, después de que se hayan destapado nuevos indicios sobre su paradero.

Lo han hecho acompañados de drones que llegaron desde Madrid, agentes caninos y escaladores especializados, en un dispositivo que estuvo coordinado por el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Las Palmas de Gran Canaria, que instruye el caso desde un principio, dirigido por la magistrada María Auxiliadora Díaz. La jueza explicó ayer que la reanudación de estas tareas se debe a que “se ha encontrado algún indicio” en esa zona, si bien no entró en mayores detalles porque la investigación se encuentra bajo secreto de sumario.

Lo que sí adelantó es que esta nueva búsqueda “va a ser grande” y en ella se peinarán diversos puntos de varios municipios del norte grancanario, y que para ayudar en estos trabajos han llegado efectivos desde Sevilla y Madrid. Se presume que este nuevo impulso para tratar de localizar a Juana Ramos se extienda hasta el jueves.

Desde primera hora de la mañana de ayer, los efectivos de este dispositivo de búsqueda se desplazaron hacia el puesto de mando, localizado en una explanada mirador cercana al Cenobio de Valerón, desde donde se coordinó todas las labores. Agentes caninos de la Policía Nacional rastrearon varias localizaciones en el barranco de Moya. Un dron también sobrevoló esa zona durante gran parte de la jornada. Mientras, soldados de la UME peinaban las laderas palmo a palmo para tratar de localizar alguna pista.

Esta es la segunda batida en esta escarpada zona de la costa norte de Gran Canaria, la cuarta en total. En mayo de 2017, ya hubo un rastreo pormenorizado que se centró en un pozo situado en el mismo barranco de Moya, a unos pocos kilómetros por la GC-751 desde el cruce de San Felipe. Ayer, esa búsqueda se llevó a cabo a lo largo de todo el cauce, así como del vecino barranco Valerón, en el que los efectivos desplazados patearon las laderas. Nada más desaparecer Juana Ramos, los investigadores se centraron la búsqueda en la costa de Arucas, desde la Granja del Cabildo y la zona de Las Salinas, Punta de Los Palomares y El Guincho, y hasta Bañaderos y El Puertillo. La segunda de esas batidas fue la realizada en el pozo del barranco de Moya, pero tampoco obtuvo resultado. El último gran operativo tuvo lugar entre noviembre de 2018 y marzo de 2019, concretamente en un pozo situado en los barrancos que unen los barrios de Cambalud, El Trapiche y Lomo Quintanilla, en Arucas, y Los Dolores de Firgas. En esa ocasión, pese a que se drenó la infraestructura para buscar restos del cadáver de la empresaria, tampoco se logró el objetivo deseado, pese a que un informe estableció una interconexión entre la última geolocalización del móvil de la víctima con la de su expareja, Miguel A. Ramos, en ese mismo área.

El principal sospechoso de la desaparición de Juana Ramos continúa siendo su exnovio, de quien se piensa que pudo haber asesinado a la mujer, hechos por los que permanece acusado. De hecho, llegó a estar en prisión, de la que salió en libertad con cargos en octubre de 2016 después de que no se encontraran más razones legales en su contra. La policía sospecha que Miguel Ramos la mató y la tiró al mar en Arucas, o bien se deshizo de su cadáver en algún lugar de la costa norteña, de ahí que los dispositivos de búsqueda se hayan desplegado en estos puntos de la geografía insular. Los investigadores también expresaron, en su momento, su convencimiento de que la empresaria murió en casa de su expareja.