"Ya es difícil tener citas cada seis meses; es demasiado tiempo de espera": una tinerfeña trans denuncia el bloqueo de la sanidad al colectivo

Devi Medina (19 años) ha encontrado en la cancelación masiva de citas de endocrinología en el HUC un obstáculo inesperado que retrasa todo su proceso de transición

Devi Medina, en las instalaciones del periódico El Día, en Santa Cruz.

Devi Medina, en las instalaciones del periódico El Día, en Santa Cruz. / Carsten W. Lauritsen

Verónica Pavés

Verónica Pavés

El colectivo transgénero de la provincia de Santa Cruz de Tenerife siente un constante bloqueo en lo que se refiere a la asistencia sanitaria para poder llevar a cabo sus transiciones sin problema. 

Tras permanecer tres meses sin personal suficiente para atender la demanda, el Hospital Universitario de Canarias retomó este lunes las consultas de endocrinología de la Unidad de Acompañamiento a personas Trans (UAT) de la provincia de Santa Cruz de Tenerife tras contratar a una nueva profesional. Sin embargo, son muchas las personas que siguen esperando por la llamada que les permitirá retomar el seguimiento de su tratamiento hormonal y desde los colectivos afectados se alerta de que todo «tardará en volver a la normalidad». 

El mundo se le cayó encima a Devi Medina el día que recibió un mensaje de la Asociación Diversas alertando de que el Hospital Universitario de Canarias (HUC) estaba suspendiendo citas programadas para consultas con endocrinología para personas trans. «Ya no sienta bien tener citas cada seis meses, porque si te cambian la dosis y no estás satisfecha es demasiado tiempo esperando», asegura la joven. 

Unos días después ella misma recibió la noticia desde el centro hospitalario: su esperada cita para este próximo 16 de abril quedaba cancelada «indefinidamente». Medina se encuentra al comienzo de su transición. La joven lleva un año y medio recibiendo una doble terapia hormonal: estrógenos y bloqueador de testosterona. «Al principio tenía una dosis muy baja, luego me la subieron», rememora. Empezó entonces a ver algunas mejoras que, sin embargo, en los últimos meses no parecen progresar. «Ya no siento efectos nuevos», lamenta. 

De ahí que la consulta con su endocrina iba a resultar todo un alivio para Devi Medina. «Íbamos a revisar si la terapia es suficiente o si había que subir los niveles», insiste la joven. El hecho de no poder acceder a una revisión periódica puede ocasionarle distintos problemas de salud –que pueden derivar hasta en un fallo hepático–, pero también incide en su autoestima. 

Para Medina esta falta de asistencia médica supone una frustración adicional a otras tantas alimentadas por el estigma social existente sobre el cambio de género y que aún permea gran parte de la sociedad. 

La joven se muestra preocupada por «el constante bloqueo que sufrimos las personas trans». «Los médicos a veces son bastante puñeteros, atribuyen cualquier problema a ser trans o tener hormonas», insiste. Además, considera que el sistema en sí no «incentiva» las transiciones. 

En este sentido, destaca que «tener una unidad está muy bien, pero no es suficiente». Y la muestra está en las interminables listas de espera a las que se tiene que enfrentar cualquier persona del colectivo para acceder a una cirugía de cambio de sexo. 

«Hay una lista de espera de hasta ocho años en el Servicio Canario de la Salud (SCS) para una vaginoplastia, y para acceder a ella tenemos que estar al menos 2 años hormonándonos», explica Medina, que insiste en que, si hubiera más recursos, se podrían reducir mucho los plazos. «Si se hicieran tan solo cuatro operaciones a mes, estaríamos hablando de que la lista de espera se reduciría hasta los 2 años», insiste. 

La desidia de la atención pública ha llevado a la joven a plantearse la posibilidad de acudir a la privada. Pero ahí también ha encontrado un gran escollo. «En la privada tampoco existen demasiados endocrinos especializados en personas trans, con lo que tampoco tengo esta opción», relata Medina, que asegura sentirse atrapada en un sistema sanitario que no le da más opciones. 

Devi Medina se dio cuenta de que necesitaba cambiar a los 14 años, aunque no «salió del armario» hasta mucho después. «Estaba deprimida, pero no conocía recursos ni sabía la reacción que podía tener mi entorno», relata. 

Para esta futura filósofa, internet fue una salvaguarda. «Allí es donde pude hablar con otras personas trans y conocer la realidad, así como empezar a entender también lo que me ocurría», insiste. Ahora solo espera que la atiendan lo antes posible para poder seguir adelante con su transición y lograr, poco a poco, sentir que su cuerpo identifica también su identidad de género.