El estrés térmico aumentará tres grados a final de siglo en Canarias

El previsto descenso del confort obliga a tomar medidas urgentes para adaptar las viviendas, las ciudades y la cultura del trabajo

Ola de calor en Tenerife

Ola de calor en Tenerife / Carsten W. Lauritsen

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Cuando nuestro organismo no tiene que hacer ningún esfuerzo para mantener una temperatura adecuada (36,5 grados) se encuentra en una situación de confort térmico. No tiene que temblar para mantener el calor ni sudar a borbotones para estar fresco. Con el aumento de temperaturas globales debido al cambio climático esa comodidad que confiere una temperatura, humedad, radiación y viento óptimos, se irá perdiendo. En Canarias se calcula que el estrés térmico aumentará en 1,2 grados en las dos capitales para 2050 y al menos tres grados de la escala del Índice Universal de Clima Térmico (UTCI, por sus siglas en inglés) a final de siglo. 

Así lo de termina un reciente informe publicado por la empresa experta en generación de datos a partir de características geofíscias, Lobelia Earth. A través de este índice –que toma datos de temperatura, humedad, radiación y el viento previsto en el futuro– ha establecido proyecciones sobre cómo va a variar el estrés térmico en 30 ciudades españolas, entre ellas, las dos capitales canarias: Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife

El estrés térmico sucede cuando el cuerpo tiene que enfrentarse a unas condiciones climáticas extremas que le dificultan mantener el organismo a la temperatura óptima de 36,5 grados. Cuando hace mucho calor, –como media, por encima de unos 35 grados – el corazón empieza a bombear más sangre y los vasos se dilatan para dejarla pasar. Una actividad muy frenética del organismo puede ocasionar, por ello, problemas cardiacos o golpes de calor especialmente en las personas más vulnerables, como ancianos y niños. 

Según sus conclusiones, Santa Cruz de Tenerife pasará de tener 23 grados en el índice UTCI en 2010 a 26,2 en 2090, 3,2 grados más. En Las Palmas de Gran Canaria se pasará de los 22 grados actuales a 25,5 a final de siglo. Pese a ser una importante escalada, Canarias sale mejor parada que el resto de la península. La brisa marina y el alisio garantizarán que, pese al creciente calor, aún se mantengan unas condiciones más beneficiosas que en el resto de España. 

Sin embargo, los expertos insisten en que esto no nos debe reconfortarnos ni hacernos perder la vista de la realidad: en el futuro la vida en Canarias será más difícil. 

«Lo que nos debe preocupar es que este índice va a ir en ascenso», insiste Araceli Reymundo, arquitecta bioclimática especializada en eficiencia energética y sosteniblidad. «Necesitamos medidas de adaptación», recalca, por su parte, el climatólogo y responsable de Ciencias de datos en la Fundación para la Investigación del Clima (FIC). 

Canarias debe trabajar a contrareloj para tratar de adaptarse a un nuevo planeta donde el calor se convertirá en un enemigo recurrente y, como advierte Reymundo, «no hay soluciones únicas» para ello.

Según la experta Canarias debería actuar en tres vías. La primera, aislar las viviendas, algo que en el Archipiélago es «urgente». «Es una tarea pendiente, muchos inmuebles no están preparados para las altas temperaturas», indica Royé. De hecho, según la Agencia Europea de Medioambiente hasta un 30% de los españoles son incapaces de mantener su casa fresca durante el verano. 

«Una casa mal aislada o con una cubierta oscura, puede obligar a utilizar más aire acondicionado y por ende, consumir más energía y agravar el calor local fuera de su vivienda», explica la experta. Todo ello se puede evitar con un buen aislamiento térmico y una adecuada ventilación.

 La segunda de las propuestas tiene que ver con las ciudades. «Los espacios inhóspitos sin arbolado contribuyen a que se produzcan islas de calor», resalta la investigadora. En Canarias, además, mucha de las calles están cubiertas con asfalto o con pavimentos oscuros, que absorben y retienen el calor. ¿La solución? Más zonas verdes y pavimentos de colores claros.  

El último de los cambios que propone esta arquitecta tiene que ver con la movilidad. «En Canarias el mayor foco de contaminación es el transporte por carretera», recuerda Reymundo, que insiste en que el hecho de que los centros de trabajo se aglutinen en la zona metropolitana y en el sur de las Islas, donde hay más turismo, es altamente ineficiente. «Debemos sacar partido al resto del territorio», insiste. 

Asimismo hace hincapié en que Canarias suele importar la mayor parte de los alimentos desde otros países. «Tenemos muchos campos agrícolas secos que se podrían utilizar para fomentar una alimentación de kilómetro cero», insiste. 

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