Entrevista | Leocadio Martín Borges Psicólogo

"Antes el 'bullying' se quedaba en clase, ahora te lo llevas a casa en el bolsillo"

El experto considera que "nos hemos dejado embaucar por las urgencias de las redes sociales"

Leocadio Martín Borges (Santa Cruz de Tenerife, 1961)

Leocadio Martín Borges (Santa Cruz de Tenerife, 1961) / María Pisaca

Jorge Dávila

En menos de un cuarto de hora retrata la realidad y los peligros que se ocultan en las redes sociales, el poder que tienen las nuevas tecnologías entre los jóvenes y el acoso escolar que sigue creciendo en las aulas. Leocadio Martín (SantaCruz de Tenerife, 1961) considera que todos esos elementos nos «han robado atención, criterio y capacidad crítica», enumera el psicólogo sobre el universo virtual.

¿Los jóvenes están «secuestrados» por el mundo virtual?

Lo virtual es enormemente atractivo y la pandemia no sólo nos secuestró sino que nos empujó hacia esa realidad... Los jóvenes tuvieron carta blanca para hacer cosas que antes les negábamos porque no eran buenas.

¿Y los más ‘talluditos’ como nosotros?

Las personas más talluditas, le agradezco que me sitúe en una edad cercana a la suya pero creo que soy bastante mayor que usted [sonríe], seguimos sorprendidos con el universo online, aunque empezamos a entender que es un mundo que tenemos que controlar... Si hablamos de WhatsApp y de otros canales de mensajería rápida, ahí estamos enganchados jóvenes y mayores.

¿Enganchados?

Sí, sólo hace falta ir a un restaurante para encontrarte en la mesa de al lado al padre, a la madre, a los niños y a los abuelos abducidos por la pantalla de un móvil...

...y cuando cruzamos un paso de peatones.

Lo que acaba de decir es una semejanza buenísima. Sobre todo, porque ahora las farolas se mueven [sonríe]... El efecto que tiene una pantalla al caminar es que nos resta atención cuanto más nos metemos en ella.

Vamos, que estamos en los ‘mundos de Yupi’.

Si lo que estamos viendo no nos gusta, incluso, podemos estar disociándolo de la realidad porque mientras caminamos por las ramblas estamos cabreados con una situación que se está dando en Madrid.

Las redes sociales están compitiendo con los medios de comunicación por las 'fake news'

¿Cuál es la amenaza más peligrosa que nos acecha?

Distanciarnos entre nosotros... Las redes sociales pueden ayudar a habitar la soledad, que es un problema que en Canarias sigue creciendo, pero también compiten con los medios de comunicación por las fake news. Eso sí que es peligroso... En psicología hay una cosa que se denomina pensamientos intrusivos, que es algo incómodo que se mete en tu cabeza y que por muy absurdo que sea te pones a hablar de él. Ésa es la base de una fake new. Nos hemos quedado sin filtro a la hora de medir lo que es verdad y lo que es mentira. Estamos expuestos a que un indocumentado con unos miles de seguidores escriba algo falso en un tuit y eso corra como un reguero de pólvora en ámbitos tan sensibles como la medicina, la psicología o el periodismo.

 ¿Podemos ir a peor con todo lo que leemos y escuchamos de la inteligencia artificial?

A mí lo que me preocupa es que al final la inteligencia artificial (IA) se tome como algo real... Esto ya lo hemos vivido de manera episódica cuando los efectos especiales llegaron a la industria del cine. Si analizamos los retoques que le han hecho a Harrison Ford en su cara en la última de Indiana Jones nos vamos a empezar a plantear cosas... Lo decisivo es determinar si estamos perdiendo capacidad de concentración y tensional.

A mí lo que me preocupa es que al final la inteligencia artificial (IA) se tome como algo real"

¿A qué se refiere?

Eso está medido con investigaciones que prueban que la capacidad de atención de las nuevas generaciones –personas con 30 años o menos– es bastante menor que sus mayores –con 60 años o más–, es decir, que ahora hay mucha gente que no lee una noticia entera en un periódico sino que se queda con un titular y poco más... A nivel cerebral, esto es un problema porque no favorece la reflexión. Además, si tenemos en cuenta que la IA no nos va a resolver una tesis doctoral, es probable que nos encontremos en un mundo falseado... Si ponemos en mano de la inteligencia artificial aquellas cosas que nos importan, como que nos cuenten las noticias o la opinión de un experto, iremos a peor.

¿Nos hemos dejado embaucar por las máquinas?

Yo soy de la época de Terminator [ríe a carcajadas] y a los que nos queda un poquito de memoria nos gusta recordar aquellas novelas que leímos con 16 o 17 años... Soy muy fan de todo lo que tiene que ver con la ciencia ficción y hay cosas que leí en el pasado que se han hecho realidad. Las máquinas, las redes sociales, internet han conseguido crearnos necesidades, sin resolvernos la vida, que en el pasado no teníamos... Antes las azoteas eran espacios en los que se jugaba al fútbol, ahora esas mismas azoteas están vacías. Sí. Nos hemos dejado embaucar por las urgencias de las redes sociales.

¿Eso es generar una dependencia?

Sí, pero no es menos cierto que los que se queden anclados al pasado lo van a pasar muy mal... No queda otro remedio que reconstruir un montón de cosas porque el que se crea el discurso de «antes las cosas eran mejor» lo va a tener complicado. Las nuevas tecnologías nos han robado atención, criterio, capacidad de crítica...

¿Cómo se reconduce esta situación?

Recuperando la calle para generar actividades dirigidas a personas de todas las edades, no con unos talleres de macramé. Aún recuerdo una conversación con un paciente con adicciones que me decía «ponme a hacer cosas divertidas, no una lámpara». 

¿Y en la escuela?

No podemos confiarlo todo a la escuela porque allí un maestro es uno para 30 niños y en casa son dos, o uno, para uno. Esto es un trabajo de hogar y ahí es donde se debe realizar una gestión racional de las nuevas tecnologías. Estar presentes en la vida digital de nuestros hijos es algo básico.

Sí, pero el acoso escolar empieza en las aulas, ¿no?

Esa es la parte más frágil. Cuando nosotros sufríamos bullying en el colegio volvíamos a casa y nos encontrábamos seguros. Ahora, el acoso escolar te lo llevas a casa en el bolsillo porque te persigue con las tecnologías, que te machacan aunque estés metido en la cama. Esos peligros duermen con ellos y les hacen ser más vulnerables.