Día internacional de la lucha contra la depresión | La solicitud de ayuda

Depresión: cada vez se detecta antes el ‘mal de la tristeza’, pero falta atención

Muchos ciudadanos se han vuelto «rigurosos» a la hora de apreciar indicadores, pero la sanidad pública aún no responde de forma eficaz, según el Colegio de Psicología

Imagen de archivo de una persona con depresión.

Imagen de archivo de una persona con depresión. / E. D.

Los ciudadanos cada día son más rigurosos para detectar que empiezan a tener depresión. Pero cuando dan el paso para solicitar ayuda en los servicios sanitarios encuentran que los medios de atención públicos son insuficientes y no todas las personas que padecen el ‘mal de la tristeza’ disponen de dinero suficiente para pagar las sesiones de consultas privadas que requieren. Una mujer consultada por EL DÍA acudió en noviembre del 2022 a solicitar cita en un centro público y le dieron para el 2024. Y la misma ciudadana explica que tampoco le resultó sencillo obtener consulta en un gabinete privado.

La Fundación Juana Reyes recordó la necesidad de impulsar en Canarias los dispositivos en salud mental. «Es necesario seguir impulsando estos dispositivos, así como la coordinación entre Atención Primaria y especializada y ofrecer recursos a los profesionales para que dediquen tiempo a sus pacientes», resaltó la presidenta de la entidad, Isabel Aguilar, en declaraciones a Europa Press.

La psicóloga Violeta García, del Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife, afirma que «cada vez hay más casos de depresión». Pero matiza: «no es que haya más, sino que nos hemos vuelto más rigurosos a la hora de detectar los síntomas previos». Si hace años se quitaba importancia a esta patología, ahora la información en centros educativos, medios de comunicación o redes sociales ayuda a muchos ciudadanos a estar alerta. Para esta profesional, resulta clave afrontar esta realidad desde el primer momento.

A veces, existen factores sociales o culturales que impiden que parte de quienes necesitan ayuda psicológica no la pidan. Según Violeta García, en ese grupo entran un número considerable de varones de más de 65 años. «Los hombres no lloran» fue un mensaje asumido por varias generaciones. Para esta representante del Colegio Oficial de Psicología, esa idea ha hecho «mucho daño». De hecho, Violenta admite que un número relevante de hombres de edad avanzada posee un reducido volumen para expresar sus emociones. De hecho, reconocen que están tristes y que lloran, pero muestran rechazo si se les menciona la palabra «depresión». Pero, antes de que el problema se agrave, deben canalizar sus sentimientos y buscar apoyos efectivos. Hasta ahora no ha sido así, «por falta de aprendizaje» y también porque reconocer su verdadera realidad la interpretan los afectados como un síntoma de debilidad, cuando no tiene por qué ser así.

Cuando una persona está deprimida se halla «apática y tiene una tristeza prolongada», apunta García. «Cada vez se aísla más en sus pensamientos, con sentimiento de culpa, llanto, irritabilidad o falta de confianza», señala esta profesional. Y, con el paso del tiempo, esas sensaciones de negatividad «se retroalimentan». Cada persona puede exteriorizar esa realidad de una manera diferente. Unas lloran, otras sufren trastornos alimenticios, como falta de apetito, por ejemplo; mientras que en otras ocasiones tienen anhedonia (incapacidad para experimentar placer, asociada con pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades).

La experiencia de García le lleva a decir que el 80 por ciento de quienes acuden a consulta con cuadros de depresión o ansiedad tienen ya «cronificada» la patología, «por no haber hecho caso a los indicadores». El 90% de sus pacientes tienen más de 40 años. Y advierte que, «muchas veces, a las personas de edad avanzada no se les presta atención suficiente» para abordar sus problemas de salud mental. Esta psicóloga indica que, de manera errónea, se tiende a pensar que «es normal» que los mayores de 65 años estén apáticos o tristes, «porque ya han vivido su vida o porque buena parte de su entorno ya ha fallecido». Y en otras ocasiones, la depresión de este segmento de la población se enmascara con «su falta de atención o memoria».

Según Violeta García, es muy importante que un especialista sepa diferenciar si lo que una persona mayor tiene es alzhéimer u otra enfermedad neurológica degenerativa, o bien depresión.

Algunos factores que influyen en esta enfermedad son la carencia de instrumentos en ciudadanos de todas las edades para expresar sus emociones; dejar pasar dos o tres años desde que detectaron los primeros indicadores; normalizar el problema y no buscar solución, en la medida en que familiares, amigos o vecinos han pasado ya por lo mismo. Si una personsa se halla en exclusión social tiene mayor predisposición a padecer depresión, en la medida en que está expuesta a un «estrés prolongado e intenso».

La presencia en algunas redes sociales supone para determinadas personas «una exigencia», no solo para cumplir con los cánones de belleza, «sino que se ha extendido a un estilo de vida, con ir de viaje, tener buena ropa, acudir a restaurantes de cierto nivel o salir de fiesta con frecuencia». Hay ciudadanos que, si no pueden alcanzar «ese mundo de fantasía», tienden a sentir frustración. En los menores también inciden aspectos como el acoso escolar o unas relaciones familiares conflictivas.

Pero, a raíz de las campañas institucionales y ante esa mayor sensibilidad de la población, algunos profesionales y usuarios consideran que no se ha dotado a la sanidad pública de los recursos suficientes para hacer frente a la magnitud de la realidad. Una asignatura pendiente es la necesidad de atención psicológica en la Atención Primaria de la sanidad pública. Una persona que ha perdido su trabajo puede que no tenga suficientes ingresos para poder pagar una consulta privada. García dice que los médicos de los centros de salud «atienden cada vez a más personas con problemas depresivos y en algunos casos están desbordados; les recetan pastillas y se quedan ahí». En opinión de la psicóloga, esos pacientes requieren que se aborde su situación de una manera integral, con acciones, pautas y seguimiento adecuados; es decir, «lo que se llama un mecanismo de terapia». Por ese motivo, desde el Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife se apuesta por que la administración dé un impulso a la salud mental gratuita y universal. «Podemos hacer campañas de sensibilización, los ciudadanos pueden mejorar sus procesos de detección, pero después, ¿qué hace?», se pregunta Violeta García.

Después están quienes recurren a las consultas privadas. Puede haber pacientes que requieren cuatro sesiones al mes, pero solo tienen recursos para una o dos. «Pero eso no es lo deseable», indica esta profesional. Ante eso, los psicólogos «nos ajustamos a la persona y a sus circunstancias».

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