Diez años para blindar a Canarias frente al cambio climático

Los científicos canarios reclaman mayores esfuerzos adaptativos y de reducción de emisiones para adaptar el Archipiélago a un «imparable» calentamiento global

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Los diez próximos años son esenciales para la lucha contra el cambio climático en Canarias. De no formularse las acciones necesarias, tanto de adaptación como de mitigación, el Archipiélago perderá la oportunidad de blindarse contra el calentamiento global. Así lo aseveró el geógrafo de la Cátedra de Riesgos de Desastre y Ciudades Resilientes de la Universidad de La Laguna (ULL), Abel López, quien, sin embargo, reiteró que no está todo perdido: «aún hay tiempo para actuar».

En el II Foro Universidad de La Laguna por el Día Internacional contra el Cambio Climático, celebrado ayer en el Aulario de Guajara, tanto López como los expertos que le acompañaron incidieron en la importancia de acelerar la acción climática en las Islas, apostando por acciones mucho más contundentes que las actuales.

Los expertos que acudieron al evento coincidieron en que los objetivos establecidos en el Acuerdo de París en 2015 son, a día de hoy, «difícilmente alcanzables». Y aunque esto supone que «el cambio climático es ya imparable», como admitió el geógrafo de la misma Cátedra, Pedro Dorta; la información científica disponible pone de relieve la oportunidad que tiene el Archipiélago para adaptarse a los nuevos escenarios climáticos antes de que ocurran. 

El Acuerdo de París, firmado por más de 195 países, establecía que la temperatura mundial debía permanecer por debajo de 1,5ºC en 2050. Sin embargo, a día de hoy se ha alcanzado un incremento de temperatura de 1,2ºC a nivel mundial. 

Por tanto, el objetivo es ahora «conseguir quedarnos en escenarios de impacto medio», como planteó Abel López. Se refirió así a los escenarios que el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) denomina RCP4.5 y RCP6, por los que las emisiones de gases de efecto invernadero llegarán a su punto álgido entre 2040 y 2080, para luego empezar a disminuir. En estos futuros, las concentraciones de dióxido de carbono en el mundo llegarán a entre 538 y 670 partes por millón (hoy son 416 ppm) y la temperatura media será entre 1,8 y 2,2 grados superior al período preindustrial. 

Los efectos ya se empiezan a notar. «Por primera vez los impactos del cambio climático son una realidad más próxima», sentenció Abel López. En estas últimas dos décadas las advecciones saharianas se han empezado a producir fuera de temporada, los episodios de lluvias torrenciales han aumentado, se han duplicado las olas de calor, el Parque Nacional de Las Cañadas del Teide ha registrado por primera vez en su historia noches tropicales, el océano que rodea las Islas es más cálido, la humedad relativa ha caído y la trayectoria de los ciclones tropicales cada vez se acerca más a Canarias.

El Archipiélago se está tropicalizando y su clima pronto recordará más al de Cabo Verde

Atendiendo a esta realidad, durante el coloquio los expertos dieran claves para impulsar las acciones mitigacionistas, como la transición hacia energías más limpias o el impulso de la movilidad sostenible, y las adaptativas, para afrontar los daños de los fenómenos extremos. Los científicos hicieron especial alusión a esta última, dado que «es imprescindible e inevitable que nos preparemos para los escenarios futuros» y para ello «habrá que invertir mucho dinero», recordó Dorta. 

En medio de un abanico de protestas arrojadizas que recorre los museos de Europa para instar a detener el uso de petróleo y de un descontento general de la población por la acción política insuficiente, los científicos de las Islas defienden la necesidad de que Canarias actúe pronto por su propio bien. «Las islas son territorios especialmente vulnerables, por su aislamiento, pequeño tamaño y alta dependencia del turismo», recalcó Dorta, quien además destacó la escasa sostenibilidad de esta actividad con un dato: cada canario emite más CO2 que la media española. 

La temperatura en el Teide ha crecido en un 1,5ºC

La dependencia del turismo dificulta la acción climática. «Tanto la alta explotación de recursos de las Islas como el alto consumo energético tienen un punto en común y es poder cubrir la demanda de los 1.400 millones visitantes que llegan cada año», explicó Dorta. Las emisiones del turismo aéreo internacional que llega a Canarias –transporte elegido por el 99% de los visitantes– son equivalentes al 50% de las emisiones totales del Archipiélago. El tesoro meteorológico canario es, a su vez, una losa para la acción climática. Recibir turistas durante todo el año supone una bonanza económica a corto plazo, pero también representa una mayor contaminación a largo. Y es que un turista en Canarias emite el doble que en Baleares. De ahí la importancia que le dan los científicos a repensar el modelo económico imperante en las Islas.  

El futuro climático de Canarias augura una disminución general de la precipitación, un aumento de los episodios de lluvias torrenciales, intensos embates de mar, altas temperaturas – especialmente sofocantes en verano–, episodios de calima recurrentes e intensos y el mayor riesgo de impacto de ciclones tropicales. En este escenario, los investigadores insisten en que la «confortabilidad climática» que hasta ahora ha sido el principal atractivo de las Islas, variará sin remedio. «Vamos a perder competitividad turística», resaltó Dorta. 

Esto se debe a que a finales de siglo las temperaturas crecerán tanto que en verano Canarias no será tan confortable como ahora, por lo que es posible que muchos turistas elijan una opción más cómoda. A esto se une lo que los suecos denominan flygskam, propuesto por Maka Rosén en 2008 y seguido por la activista Greta Thunberg en 2015. Esta corriente, que significa literalmente «vergüenza a volar», define el sentimiento de culpa por los efectos ambientales dañinos del transporte aéreo y su influencia al cambio climático que está empezando adeptos por toda Europa. «Si empieza a movilizar conciencia política y social, puede llegar a repercutir en el transporte aéreo», vaticina Dorta.

El 20% de la generación eléctrica en Canarias tiene origen renovable

 Pero aparte de los objetivos climáticos, Marta Domínguez, directora de la Cátedra de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible del Cabildo de Tenerife, quiso ahondar en el concepto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuesto por Naciones Unidas en 2015. Para la experta existe un problema fundamental que está interfiriendo en la consecución de estas 17 metas –que van desde poner fin a la pobreza y el hambre, hasta crear ciudades sostenibles o lograr la paz– y es el haberlos considerados como compromisos aislados. 

Para la experta, es importante entender el cuidado de la naturaleza como el eje central de las políticas de sostenibilidad. Así los objetivos dedicados al mundo ecológico (acción por el clima, agua limpia y saneamiento, vida submarina, vida de ecosistemas terrestres) deben ser los primeros en los que actuar, pues, al fin y al cabo, «el desarrollo social y económico depende de la gestión sostenible de los recursos naturales de nuestro planeta»

Durante el debate los científicos también incidieron en la necesidad de seguir realizando acciones destinadas a mitigar el cambio climático pues «cuanto más esfuerzo en mitigación hagamos (reducir las emisiones de CO2), menos tendremos que adaptarnos», como defendió Dorta. En este sentido, el catedrático en Física Aplicada de la ULL, Ricardo Guerrero, recordó que la producción energética de Canarias es tan solo un 20% renovable por lo que insistió en que «queda mucho camino». El experto defendió las comunidades energéticas ciudadanas como la clave de la transición energética. «La idea es repartir la energía y que las comunidades sean un punto de encuentro entre quienes producen y consumen, especialmente en el ámbito urbano», destacó Guerrero. El científico hizo hincapié en el trabajo realizado en la spin-off de la ULL EnergyRIS que busca maneras de implementar la energía fotovoltaica desde los edificios públicos hasta el resto de la población. Los investigadores han hecho un estudio en La Laguna en el que han concluido que instalando placas fotovoltaicas tan solo en los edificios públicos se podría lograr un 95% de la energía consumida en el municipio actualmente. «Tenemos el potencial y la regulación», aseveró el investigador que recordó que «somos los ciudadanos los que deberíamos liderar la transición energética». 

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