El sargento del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil de Santa Cruz de Tenerife aseguró en la tercera sesión del juicio por el homicidio de la joven Sara de Celis, ocurrido en San Isidro (Granadilla) en noviembre del 2019, que la víctima tuvo «muy poca capacidad de defensa». Este mando de la Unidad Orgánica de Policía Judicial aclaró que si la mujer, de 26 años, hubiese contado con alguna opción de frenar las embestidas del autor, la habitación en la que ocurrió el crimen hubiera estado mucho más desordenada y con diferentes objetos por el suelo; algo que no ocurrió.

Precisamente, en la vista con Tribunal de Jurado que se celebra desde el pasado lunes en la Sección V de la Audiencia Provincial lo que se trata de determinar es si Sara sufrió un homicidio (porque pudo defenderse) o un asesinato (si no dispuso de tal opción), después de que el hoy acusado admitiera que cometió el hecho y todas las pruebas así lo indiquen.

El Laboratorio de Criminalística es el encargado de realizar las inspecciones oculares y los informes fotográficos cuando hay algún homicidio o asesinato, con el objetivo de ayudar a entender qué ocurrió en los momentos previos a una muerte violenta. Según el referido sargento, que tiene una experiencia en Policía Judicial de 27 años, el ataque mortal con armas blancas (cuchillo y dos tijeras) se produjo cuando la víctima estaba tendida en el suelo o a muy escasa distancia del mismo.

Para llegar a dicha conclusión, argumentó que las manchas de sangre que están proyectadas en un mueble próximo a donde se halló el cadáver se encuentran muy cerca del piso. Y por encima de ahí, ya no se hallaron otros restos sanguíneos. Frente a lo expresado por el acusado durante su declaración el pasado lunes, el sargento de Criminalística afirmó que el ataque comenzó y finalizó en el cuarto donde fue localizado el cuerpo. Cabe recordar que el único sospechoso de la muerte, Jaime Bautista, manifestó que en una habitación hubo un primer ataque suyo para tratar de asfixiar a Sara, en la que ambos forcejearon y se atacaron mutuamente con sendas tijeras. Y que después a la joven le quedaron fuerzas para irse a otro cuarto, donde finalmente murió, tras él rematarla.

"La herida en el cuello es compatible con el uso de un cuchillo grande"

Según el mando del Instituto Armado, en esa primera habitación no hay signos evidentes de pelea entre adultos, ya que solo la cama estaba desplazada 15 o 30 grados de su «posición lógica», es decir, de la línea paralela a las paredes laterales. Las principales lesiones de la mujer fueron en el cuello, donde tenía un profundo corte, y en su cara. Respecto a la lesión de arma blanca localizada en cuello, negó que fuera realizada con la hoja de una tijera. Es decir, que la considera compatible con la utilización de un cuchillo grande.

En la tercera sesión del juicio también prestó declaración el subteniente de la Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ), quien explicó que, mientras permaneció detenido, el acusado no tuvo episodios psicóticos, ni requirió tratamiento psiquiátrico, a la vez que en todo momento se expresó con un lenguaje fluido y coherente. Personal de la Unidad de Psiquiatría del Hospital La Candelaria (Hunsc) que realizó una valoración del acusado el mismo día de los hechos no apreció ningún comportamiento propio de una persona con algún problema de salud mental grave.

En sede de la Guardia Civil, aclaró el subteniente, el abogado defensor aconsejó a Jaime que se acogiera a su derecho a no declarar. Pero el entonces arrestado no le hizo caso y decidió responder a las preguntas de los investigadores y confesó la autoría del crimen. Admitió que accedió a los dispositivos electrónicos de Sara para saber si tenía alguna relación sentimental con otra persona. En ese momento, afirmó que había logrado descifrar las claves que la víctima tenía para acceder a sus cuentas de redes sociales. Y no hizo mención a que leyó una libreta con esos códigos.

En la misma noche reservó una habitación en un hotel y canceló la misma

El subteniente, responsable del Equipo de Delitos contra las Personas de la Guardia Civil en la provincia de Santa Cruz de Tenerife y que ejerce de director de las investigaciones en estos casos, confirmó que, el sábado 23 de noviembre, en torno a las 21:00 horas, el individuo realizó de forma presencial una reserva en un hotel de San Isidro por dos noches. Y anuló la misma casi una hora después, tras acudir de nuevo al establecimiento. Exigió que se le devolviera el importe íntegro de esas dos noches, pero en dicha empresa solo aceptaron reintegrarle el importe de una de esas pernoctaciones.

En su declaración ante los agentes, Jaime señaló que tenía pensado viajar al Reino Unido el 18 de diciembre del 2019 para empezar a trabajar tras aprobar un examen. Sin embargo, los investigadores no hallaron en su ordenador portátil o en su móvil alguna reserva de billete de avión para viajar al mencionado país. Y tampoco había rastro de la notificación de la aprobación de un examen o de un contrato laboral en territorio británico. El mando sí ratificó que Sara le hizo al hoy acusado una transferencia bancaria de 1.000 euros.

Tanto los policías locales de Granadilla de Abona que detuvieron al presunto autor como los agentes de la Policía Judicial del Instituto Armado no detectaron en el acusado signo alguno de arrepentimiento por lo que había hecho en las horas posteriores al crimen. En realidad, los funcionarios sí detectaron una «ausencia de reacción», «frialdad» o «nula emoción». Y tampoco hubo nuevos intentos de suicidio tras ser apresado, más allá de los cortes superficiales que se hizo en las muñecas y el cuello antes de que fuera reducido por la Policía Local.

Una ayuda sin mucha importancia

Jaime afirmó ante los agentes que a la víctima «casi le hizo un favor» al matarla, pues era una persona con inclinaciones suicidas. Esta idea fue desmentida por familiares, una amiga y la nueva pareja de Sara en la sesión del martes. Además, en esas primeras manifestaciones, el detenido nunca contó que tuvo una pelea o un forcejeo con la joven, ni que ella lo atacara a él con unas tijeras, como sí planteó en el primer día de la vista. El subteniente aclaró que en la habitación donde apareció el cadáver de la mujer no había signos de pelea entre adultos. Además, indicó que las claves de dispositivos electrónicos aportadas por el implicado no sirvieron para abrir los mismos. En cualquier caso, el mando de la Guardia Civil aclaró que esa colaboración no tiene excesiva importancia en las pesquisas, en la medida en que los agentes siempre pueden pedir autorización judicial para acceder al contenido de un móvil, una tablet o un ordenador.