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Boticaria García Doctorada en Farmacia, graduada en Nutrición Humana y Dietética y Divulgadora

«Vivimos una epidemia silenciosa en la que la salud mental sigue siendo tabú»

«Hemos pasado una pandemia marcada por lo ‘online’ pero nada sustituye los aplausos», asegura la doctorada en Farmacia, graduada en Nutrición Humana y Dietética y Divulgadora

Boticaria García. | | E.D.

Marián García, alter ego de Boticaria García, llegó a Internet en 2013. En el mostrador de la farmacia se encontraba a diario pacientes que llegaban con dudas y tratamientos recetados por el Doctor Google. Ahí entendió que, para luchar contra la desinformación, era necesario meterse en la red. Hoy acumula más de medio millón de seguidores y se dedica profesionalmente a la divulgación sanitaria en medios de comunicación.

Cuidarse es para siempre, así reza el título de la ponencia con la que suele presentarse ante sus seguidores. A grandes rasgos, ¿cómo nos cuidamos los españoles? ¿Sabemos cuidarnos bien?

Como dirían mis hijos: «regulín, regulán». Y esto no es una opinión, son datos objetivos que están ahí y que nos dicen que el sobrepeso y la obesidad han aumentado mucho en los últimos años. Es cierto que no llegamos a niveles como Estados Unidos, pero sí le vamos viendo las orejas al lobo por lo que se hace fundamental actuar antes de que sea tarde. Y no se trata solo de la mala alimentación sino también del grado de sedentarismo. En el lado positivo hay que resaltar que cada vez hay más cuentas de entrenadores personales, nutricionistas, farmacéuticos, médicos, etc. que divulgan en redes sociales y gente interesada en cuidarse que les sigue. Sin embargo, no sé hasta qué punto ese grupo de personas se queda pequeño en comparación a la población total.

Cada vez se habla más de conseguir ser feliz en el trabajo, buscar la oportunidad en el conflicto o querernos bien. ¿Cuánto tiene todo esto de autocuidado?

Aunque mi parcela está más ligada con la nutrición y la salud, realmente está todo muy relacionado. Si alguien no está bien alimentado, su sistema inmune está de capa caída por lo que no solo no va a poder desarrollar su trabajo de manera adecuada sino que, además, esa parte social y familiar tampoco va a estar bien. Esto es un 360º donde todo influye. Por esa razón es muy importante que se desarrollen jornadas como ExpoBienestar en las que vamos a hablar desde todas las esferas. Es como si tuviéramos un taburete de tres patas, si una se rompe, te vas al suelo. Es importante que cuidemos de todas para estar bien.

¿Cuál sería la receta perfecta de Boticaria García para cuidarnos bien?

Antes de pasar a la acción hace falta esa parte de pedagogía. Tienes que saber para qué te vas a cuidar y esa función de sensibilización surge desde las instituciones, los medios de comunicación o iniciativas como este evento. No vale con que una persona coma bien, coma Portugal (mucho verde y mucho rojo) como me gusta decir a mí, si no entiende cuáles son sus beneficios. Una vez que ya lo sabemos, tenemos cubierta esa esfera de la alimentación, sostenible con nosotros y con el planeta. Tenemos que cambiar el chip y elegir alimentos que sean sostenibles en un momento actual como el que vivimos: el cambio climático, Filomena, la calima… estamos viviendo situaciones insólitas y nuestra elección en alimentación también influye en el planeta. Después, por supuesto, el ejercicio físico. Tenemos que poner a todos esos soldaditos que son nuestras células a moverse, para que fluyan bien y con eso nos protejan y sumen. A esto le añadimos el descanso, que suena a tópico pero, realmente, ¿quién duerme ocho horas diarias? A esos soldaditos tenemos que darle reposo porque, si no descansamos, perdemos su generación. Y, por último, una pata fundamental es la salud mental. Hoy por hoy, de hecho, es la parte que a mí más me preocupa especialmente por todo lo que la pandemia ha sacado a flote. Vivimos una epidemia silenciosa en la que este sigue siendo un tema tabú. Raramente la gente dice que va al psicólogo, es algo que no se suele contar y por eso hace falta insistir más y más.

En las redes sociales encontramos a diario mucha información buena pero, también, mucha que no lo es tanto. ¿Cómo podemos enfrentarnos con criterio a la intoxicación constante?

Justo la semana pasada viajé a Estrasburgo para visitar el Parlamento Europeo y aprender más sobre las fake news y la desinformación y cómo enfrentarlo. El problema está en que hay bulos muy tontos, que no llegan a nada porque no tienen razón de ser, pero hay otros que sí son muy importantes. De hecho, el Parlamento Europeo aprobó un informe que deja claro cómo algunos países extranjeros son capaces de manipular maliciosamente la información. El objetivo final es desestabilizar las democracias europeas, llegando a influir en el resultado de algunas elecciones. Esto crea una desconfianza total hacia todo, también en la salud y en la ciencia, por lo que es mucho más sencillo manipular a la gente. Lo hemos visto con la crisis del coronavirus: bulos sobre las vacunas, los microchips, las mascarillas… Ante todo esto es fundamental el trabajo de las autoridades, a través de la pedagogía constante, para protegernos con información veraz ante los bulos.

Hace unos días que se cumplieron dos años del confinamiento que, de alguna manera, nos ha marcado la vida. ¿Cómo de importante ha sido la labor divulgativa en materia sanitaria durante este tiempo de incertidumbre?

Es difícil definirlo pero, por poner un ejemplo, es como cuando estás jugando a un videojuego y vas pasando pantallas y, cuando te crees que ya ha pasado lo más malo, inicias una nueva que es más difícil. Así vivimos la pandemia. Con todo esto, yo creo que hemos sabido gestionarlo muy bien. Personalmente, yo cambié el chip a mitad de la pandemia y dejé atrás el momento de desmontar bulos para pasar a la prevención activa. Por eso, junto a la periodista Arantxa Castaño, preparamos el libro 123 preguntas sobre Coronavirus, de difusión gratuita, para hacer pedagogía. Hay que conseguir que la gente dude sobre lo que lee, esa es la parte interesante que hace que no caigan en los bulos.

En todo este tiempo, ha estado aportando información a diario sobre síntomas, variantes, vacunas, etc. así como resolviendo dudas a través de redes sociales. ¿Cree que su papel ha servido para que la gente que la sigue no diera por válido todo lo que leía?

Yo he intentando infundir el veneno del escepticismo en la población y, de alguna manera, con el trabajo de difundir muchísimos enlaces con información fiable, desde mi pequeña parcelita, he intentado llegar a todos para poco a poco ir creando una parcela de personas informadas más grande. Lo bueno de las redes sociales es que tienes contacto directo con la gente, lo que te hace conocer el pulso de lo que haces, de que tu mensaje está llegando porque te están dando el feedback que buscas.

¿Cómo de importante es la sencillez y el humor, que no están reñidos con el rigor, a la hora de divulgar en esta materia?

El rigor es algo que se presupone que tienen los sanitarios y los científicos pero el lenguaje sencillo es otra historia. Cuando tienes todas las herramientas disponibles tienes que coger una navaja de Albacete, que es mi tierra, e ir diseccionando el mensaje que vas a dar y a qué público va, esto puede ser un vídeo rápido, un preguntas y respuestas, una canción, lo que sea. La idea es que con humor, cercanía y sencillez la gente te tome en consideración porque, entre otras cosas, no tienen esa barrera científica técnica que les dificulta el mensaje. A mí no se me caen los anillos por dar mensajes mucho más sencillos. Cuando en 2013 abrí mi blog escribía artículos de 3.000 palabras, eso hoy en día es impensable. De ahí pasé a los hilos de Twitter pero es que la gente ya ni siquiera los lee. Esto va superrápido y hay que adaptarse. Los divulgadores tenemos que tener claro que somos un medio de comunicación a nuestra manera y, como tal, nos tenemos que adaptar a lo que quiere la audiencia.

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