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Violencia machista | Juicio por el doble asesinato de Adeje

Jonas ratificó en su declaración que su padre atacó a su madre con una piedra

Los investigadores de la Guardia Civil confirmaron que sobre la cabeza de la mujer había una roca de unos 40 centímetros y, junto al menor, otra más de medio metro

Thomas Handrick, acusado de matar a su exmujer y su hijo mayor

Jonas Handrick, el niño de siete años que sobrevivió al crimen de su madre y su hermano mayor en abril del 2019 en Adeje, ratificó en su declaración preconstituida que el acusado atacó a su progenitora con una piedra. El testimonio del menor se recabó, con todas las garantías legales, poco después del suceso, cuando el pequeño aún no sabía que su madre y su hermano habían sido asesinados por Thomas. De hecho, ni los psicólogos que le hicieron las preguntas conocían ese trágico final.

Jonas dijo entonces que Thomas Handrick los había obligado a subir por el camino, pues ellos no querían hacerlo. Cabe recordar que esa manifestación contradice al acusado, quien indicó el pasado martes que los menores iban muy contentos por dicho sendero. En ese recorrido, desde la entrada al Barranco del Infierno hasta la Boca del Paso, y desde ahí al Hoyo del Agua, el pequeño comentó que su padre no se quejó nunca de una dolencia. El pequeño aclaró que, al llegar a la cueva, atacó a su madre con una piedra y él salió corriendo, sin llegar a ver cómo agredía a su hermano.

Policías locales y la Policía Judicial dicen que Handrick nunca preguntó por su hijo y estuvo tranquilo

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Tras golpear a Sylvia con la roca, el niño añadió que pudo ver que su padre se ponía encima de su madre, por lo que se asustó y salió corriendo. Además, añadió que era mejor vivir que recibir los regalos de Pascua en la cueva, que era la promesa que supuestamente había hecho Handrick para llevar a las víctimas a tal enclave. A preguntas del fiscal y de la abogada del Instituto Canario de Igualdad, los guardias civiles que declararon ayer manifestaron que ni en la cueva ni en la casa de Thomas hallaron esos supuestos regalos.

Un subteniente y un sargento de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil, así como un cabo primero del Equipo Territorial del Sur de Tenerife, confirmaron que las víctimas estaban desfiguradas y sus rostros se hallaban tan destrozados que su identificación hubo que realizarla mediante una prueba de ADN.

Los mandos del Instituto Armado señalaron que la piedra que se hallaba sobre el cráneo de Sylvia podía medir alrededor de 40 centímetros de largo, mientras que junto al cuerpo de Jakob apareció otra mayor, de alrededor de medio metro. Ambas rocas tenían muchas manchas de sangre y para levantarlas hace falta tener bastante fuerza.

Según el citado sargento y el cabo primero, en ningún momento el acusado se preocupó por sus hijos ni por su exmujer, y solo se interesó por su medicación para evitar los dolores de espalda que padece de forma crónica. Para dichos investigadores, el ciudadano alemán acudía con frecuencia a un gimnasio situado en un conocido centro comercial de El Galeón, en Adeje, y en el momento del suceso era una persona con una musculatura propia de quienes entrenan con frecuencia y se cuidan mucho.

Un subteniente del Instituto Armado no apreció desequilibrio psiquiátrico evidente en el presunto autor

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Además, en el interior de su vivienda aparecieron cajas enteras de productos de suplementación deportiva, que son consumidos por quienes buscan aumentar su volumen muscular, sin contar con muchos envases de pastillas. En las dos primeras sesiones del juicio, el abogado defensor resaltó que su cliente tiene dolores crónicos de espalda y depresión, por los que tiene prescritos cuatro medicamentos y uno de ellos es morfina en gotas. Thomas tiene declarada la incapacidad laboral permanente.

Thomas Handrick se mostró tranquilo, relajado o indiferente, tras ser localizado en su casa, y en ningún momento preguntó por su hijo menor, a pesar de que sabía que estaba en dependencias de la Policía Local de Adeje. Los diferentes agentes que declararon ayer contaron que, cuando le preguntaban a Handrick por su hijo mayor y su exmujer, la única respuesta que dio fue que «estaban en el monte». Y de ahí no salió.

El funcionario que lo custodió durante varias horas en la sede del cuerpo de seguridad aclaró que se hallaba «muy pasivo» y en ningún momento mostró interés por saber dónde podían estar las dos personas desaparecidas, ni trató de llamarlas a sus respectivos móviles por propia iniciativa.

Cuando acudieron a su domicilio y el acusado les abrió en pijama, los policías locales apreciaron que Thomas tenía roto un cristal de sus gafas y varios golpes en su cara. Un agente le preguntó al ahora acusado cómo se había producido tales lesiones. La respuesta fue que «se había caído» hacia adelante. Pero el funcionario apreció que no tenía más heridas en las palmas de las manos ni en las rodillas.

El citado policía local aseguró que «estaba yo más preocupado por saber dónde se hallaban su exmujer y su hijo que él», en la medida en que se encontraba muy tranquilo, «pensativo, sin nervios, sin sensación de estar preocupado». El agente municipal aclaró que, cuando el hijo supo que su padre iba a ser trasladado a la Jefatura de la Policía Local, se puso «nervioso» y afirmó a la traductora que «su padre había agredido a su madre».

El cabo primero del Equipo Territorial de Policía Judicial de la Guardia Civil, que instruyó el caso en los primeros momentos, ratificó ese comportamiento de frialdad e indiferencia del ciudadano germano. Cuando el citado mando se dirigió a hablar con Handrick en la sede de la Policía Local, se encontraba sin zapatos, acostado en un banco, mirando al techo y con las manos detrás de la cabeza. Al mencionado cabo primero le llamó mucho la atención ese comportamiento, en la medida en que lo habían llevado al lugar donde estaba su hijo, por el que no preguntó nunca. A un sargento de la Guardia Civil también le extrañó que se preocupara más por su medicación para la espalda que por los niños.

Thomas habló con el guardia civil cuando seguía acostado, por lo que el cabo primero le tuvo que pedir que se reincorporara y se sentara. Tras preguntar al individuo, la conclusión que sacó este instructor fue que supuestamente había sufrido una caída en el camino y regresó solo a su domicilio, a donde llegó a mediodía del 23 de abril. Sin embargo, esa versión «no me cuadraba», dijo el veterano investigador. En todo momento, el hoy acusado y el cabo primero hablaron en español, sin necesidad de que interviniera la traductora.

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Tras hallar los cuerpos, no expresó dolor


Los dos cuerpos fueron hallados después del mediodía del 24 de abril. El cabo primero y un subteniente de la Policía Judicial coincidieron en que, cuando le dijeron a Thomas Handrick que habían encontrado los cadáveres de Sylvia y Jakob, no expresó sentimiento alguno, ni de dolor, ni de sorpresa. Y tampoco preguntó cómo habían ocurrido sus muertes, señalaron los citados mandos del Instituto Armado. Además, el subteniente confirmó que al presunto autor no se le detectó un desequilibrio psiquiátrico evidente desde que fue detenido la noche del 23 de abril hasta que ingresó en prisión. En los primeros momentos, el trabajo de la Policía Local fue efectivo para localizar el domicilio de varón germano, puesto que Jonas era incapaz de explicar la ubicación del mismo. El niño relató en la tarde del 23 de abril que habían llegado de Alemania el día antes y que su madre había alquilado un coche en el aeropuerto Tenerife Sur. Con ese último dato, los agentes municipales localizaron la empresa de

que entregó el vehículo a Sylvia. Y el personal de dicha empresa facilitó los teléfonos de la mujer y su hijo, así como la dirección en la que iba a alojarse (la vivienda del ahora acusado). Los funcionarios de la Policía Local también llamaron de forma reiterada a los citados teléfonos, pero nadie respondió. Gracias a la traducción hecha por Annelise, la mujer holandesa que atendió a Jonas, los agentes municipales supieron que, tras la agresión de Handrick, su madre estaba tendida en el suelo y tenía sangre en la boca. | P. F.

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