"Me voy a comprar una mascarilla". Se lo prometía a sí mismo Ignacio, vecino de Santa Cruz, la mañana del lunes después de un domingo de tormenta de arena. Su gozo en un pozo porque se han agotado las existencias en la isla. La gente quiere protección ante un fenómeno que da miedo por desconocido. Sorpresa e ignorancia, también entre los miles de personas que salieron al Carnaval de Día, tras conocer el riesgo que sufrieron sólo por estar en la calle expuestos a los mayores niveles de contaminación del planeta. Consecuencia directa de un polvo en suspensión nunca visto antes.

"La calima es tan densa que no deja ni que llueva con fundamento". La frase tiene su origen ayer en la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Aclara mucho.

Ignacio es la voz de otros: "Una calima así no se recuerda, pero no ha hecho viento en Santa Cruz. Con es este fenómeno hay pánico por el recuerdo, pero lo otro parece ligado a la cercanía con África". Y reflexiona: "En otro sitio hubieran repartido mascarillas gratuitas a la población para afrontar una situación excepcional. O informado sobre la realidad de las partículas nocivas que transporta ese povo". Concluye: "¿España pedirá una indemnización a Marruecos o Argelia por las sustancias nocivas y que han llegado a Canarias?".

Otros no lo tienen tan claro y debaten en las calles. Por ejemplo, Ángela y Oswaldo debaten en un bar de La Salle. Para ella "no es de recibo que la alcaldesa no haya suspendido el Carnaval cuando se pegaba fuego el Norte". Para él, "Santa Cruz suspendió el sábado y en Icod hubo elección de la reina. La gente tiene derecho a decidir si se divierte o no". Ramón tercia con firmeza: "Lo primero es la seguridad y la salud de las personas. Creo que eso no ha primado sino otros intereses".

E Arena hasta en las pestañas. En otra cafetería cercana Valeria entra con una frase: "Venimos de la guerra, tengo arena hasta en las pestañas". Tacha de "irresponsables a los padres que llevaron a sus hijos a respirar ese aire". Y lo tiene claro: "Se va a pagar en unos días cuando se colapsen las urgencias". Y concluye: "No hay mascarillas. Vengo de recorrer siete farmacias y en todas me dicen lo mismo: se acabaron las existencias".

E Entre Hanks y Gibson. Un paréntesis para conocer la visión de lo ocurrido el pasado fin de semana de quien vino de fuera. Siempre es interesante. Como una mezcla entre Tom Hanks en La Terminal y Mel Gibson en Mad Max se sintió el locutor de la Cope, Carlos Herrera, el pasado fin de semana. Tirado en un aeropuerto canario cuenta la experiencia de la que califica como tormenta perfecta. No se la pierdan en las redes.

E Ni caras ni baratas. Lucy, empleada en una farmacia del centro de Santa Cruz recupera el hilo argumenta: "Venía mucha gente disfrazada el sábado a pedir mascarillas pero no tenemos ni tampoco las dos cooperativas. Ni de las caras, con filtro de aire y unos 3 euros de coste, a las más baratas, de papel o gasa, entre 15 y 20 céntimos". Valora: "Ha habido lleno estos días de alérgicos, mayores y niños que se asfixian rápìdo".

Lo corrobora el epidemiólogo Amós García Rojas: "Una mascarilla como la de los médicos protege la mucosa y alivia los síntomas pero las que evitan el contagio son las que tienen el filtro". Da alternativas: "Pueden valer un pañuelo húmedo o una bufanda, pero lo ideal es no salir a la calle".

E Cien unidades por su nieta. Luis es empleado de otra farmacia en un barrio de Santa Cruz con décadas de experiencia: "La alarma se da sobre todo en los mayores. Las urgencias y los centros de salud están saturados y vienen a pedir consejo. Lo pasan muy mal porque les falta oxígeno por la edad y las patologías que padecen. También han venido madres que la piden porque tienen niños lactantes. Se mezcla la psicosis, que existe da partir del proceso del coronavirus que agotó hace un mes las mascarillas con filtro de aire, las más eficaces. De las otras vendimos las últimas hasta hace apenas unos días". Cuenta una anécdota: "Una abuela se llevo cien unidades porque nadie iba a ver a su nieta sin la mascarilla puesta". "Los alérgicos -añade- también llenan la farmacia. Nunca había vi tanto asmático y los aerosoles se venden como rosquillas".

Con la voz atiplada del carnavalero -hombre o mujer- el grito de guerra del chicharrero en este mes de menos días cambia. Del eterno ¿ Me conoces, mascarita? al moderno ¿Me conoces, mascarilla?.