BARRIO A BARRIO | Anaga

Valle Brosque reclama dos puentes para el paso agrícola y la mejora de un camino

A cinco minutos de la civilización, el centenar de vecinos de este asentamiento que se localiza en los altos de María Jiménez reclama servicios básicos, como un chorro de agua

Paco camina rumbo a su granja de ovejas en la zona de El Pelotón, en Valle Brosque.

Paco camina rumbo a su granja de ovejas en la zona de El Pelotón, en Valle Brosque. / Andrés Gutiérrez

Humberto Gonar

Humberto Gonar

«Ahí no hay votos, solo tres vecinos». Es la reflexión de quien ve las fotografías de Andrés Gutiérrez y queda encantado con uno de los paisajes más rurales de Santa Cruz. Tan cerca y tan lejos de civilización, sin los servicios del centro donde se piden parque para perros; en Valle Brosque, en la parte alta de María Jiménez reclaman dos puentes de uso agrícola. La estampa de esta Anaga virgen, si no fuera la invasión del rabo de gato, deja en el olvido que está a cinco minutos en coche del cruce con la autovía de San Andrés.

De la mano de Edey Fernández, presidente de la recién constituida asociación de vecinos Tanemmirt –que incluye la defensa tanto de los valles Crispín, Brosque y Grande, y hasta de María Jiménez–, el visitante se adentra en coche hasta el viradero de la guagua de Valle Brosque, un mirador de los barrancos de cumbre que confluyen en este paraíso que llega a superar los cinco metros de profundidad.

Junto al dirigente vecinal se incorpora Ángeles Déniz, que plantea sobre la marcha la primera de las demandas: un chorro de agua cerca de donde está la marquesina de guagua que han repuesto recientemente. No han tenido la misma suerte con la solicitud del chorro que ni siquiera lo demandan para los vecinos del lugar, sino para satisfacer la petición de los senderistas de la zona. «Hace unos treinta años se instaló la red del agua de abasto a las casas de la zona y desde entonces se suprimieron los chorros; desde entonces estamos solicitándolo sin que nadie haga nada», se lamenta. Los senderistas que transitan por la zona tocan a las casas de los residentes en busca de un poco de agua y se encuentran con la complicidad de los vecinos, que hacen suya la solicitud.

Además de solicitar la instalación de un punto donde tomar agua, también plantean otra necesidad: la colocación de puntos de luz en el camino que va desde El Pelotón hasta el barranco de Las Cadenitas, donde hay algunas viviendas a las que se les convierte en misión casi imposible acudir a sus moradores. Pero el problema en la zona es aún más básico, pues el centenar de vecinos de Valle Brosque suman entre sus solicitudes la mejora del propio camino de El Pelotón y recuerdan que también han reclamado hace años habilitar dos puentes de uso agrícola para facilitar en tránsito en la zona. Como si estuviera preparado –nada más lejos de la realidad– , durante la conversación con Edey y Ángeles irrumpe por el barranco Las Cadenitas Paco, con un fleje de pasto sobre su espalda para llevarlo a su pequeña granja de cabras en las que también elabora queso de autoconsumo.

Ver a Paco caminar por la escarpada orografía de la montaña, con la misma habilidad que quien transita por la calle del Castillo, deja en el olvido las dificultades de convivir en esta zona. Y es que cuando corre el barranco Las Cadenitas se convierte en un imposible cruzar desde El Pelotón, por lo que se queda incomunicados los vecinos de esta zona hasta que baje el caudal de la lluvia.

Los dos puentes de uso agrícola y la mejora del camino del barranco de Las Cadenitas son las principales necesidades para los vecinos que han preferido vivir con la tranquilidad de esta zona de Anaga, incluso renunciando a la comodidad de servicios básicos que se dan al centro del ‘otro Santa Cruz’. En Valle Brosque, a diferencia de Valle Crispín, ni siquiera ha llegado la red de alcantarillado, aunque vista la experiencia de sus vecinos –se invirtió un millón de euros en la canalización para luego no poderse enganchar por la negativa del Consejo Insular de Aguas a cruzar con las tuberías el barranco– prefieren al menos garantizar mejoras para poder acceder a sus viviendas, como el referido camino y la instalación de algunos puntos de luz.

En esta parte de la Santa Cruz más rural, Ángeles y Edey celebran la puesta en marcha hace ya casi un año de la guagua que llega hasta la parte alta de Valle Brosque; ahí otra diferencia: Valle Crispín sí tiene alcantarillado –al que solo se han podido beneficiar el 20 por ciento de los residentes– pero carece de transporte público.

Ángeles habla con sentido de pertenencia de Valle Brosque, que ha sido la cuna de esta luchadora mujer que en el pasado hizo historia como presidenta de la asociación de cazadores. Ella no se arruga a la hora de reclamar mejoras y atempera las peticiones de su hermano Juan que se suma a la visita para lamentar el olvido que a su juicio sufre esta zona de Santa Cruz, máxime «cuando pedimos lo mínimo: un chorro de agua».

Edey se rebela contra los ‘ecologistas de Instagram’ para lanzar un grito de auxilio desde los barrancos que confluyen en María Jiménez: la invasión del rabo de gato es alarmante, está llegando ya hasta la cumbre del Parque Rural de Anaga. «Es un ahora o nunca se podrá erradicar», advierte.