La Policía local presta servicio desde 2001 en Las Teresitas en una caseta infrahumana

Detrás de la imagen idílica que se vende de la playa de Las Teresitas, la principal zona de baño de la capital, se descubre la caseta que se habilitó en 2001 para el servicio que presta la Policía local de Santa Cruz de Tenerife. Entonces, la presencia se limitaba a los meses de verano, una cobertura de seguridad que desde el pasado diciembre se ha ampliado a todo el año.

Estos días que arrecian las temperaturas, estar en esta caseta de chapa que está ya hasta descatalogada se convierte un infierno para los dos agentes que en turno de mañana, y otros tantos por la tarde, realizan su labor.

La instalación, que se instaló con vocación provisional para la temporada estival, se ha consolidado como una comisaría de la Policía local en Las Teresitas, pero con condiciones infrahumanas. Desde fuera, en la parte baja de la caseta, se utiliza de depósito para el material de las actividades que se desarrollan con mayores; la torre que se levanta sobre el casetón es más para fotografía que para velar por la seguridad, pues el piso está podrido y es impracticable, salvo que algún guardia asuma el riesgo de caer de cabeza sobre la arena o la propia instalación.

La Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) remitió días atrás a la nueva concejala del área de Seguridad Ciudadana y Vial de Santa Cruz, Gladis de León, un escrito en el que da cuenta de una docena de irregularidades que ponen al descubierto que la oficina de la Policía local de Las Teresitas tiene unas condiciones más propias de sauna que de despacho para gestiones. La nueva responsable política de esta área se ha comprometido a poner fin a estas condiciones.

El único punto de ventilación es la misma puerta que sirve de acceso, pues carece de ventanas abatibles; el único equipo de aire acondicionado que existe es un pingüino que entre los guardias adquirieron y que funciona gracias a una serie de empalmes ideados para que llegue el tubo a la puerta. Un ejemplo resume la desidia con la que convive el servicio policial: la única nevera con la que cuentan es una máquina que tenía el Kiosco Lucas para conservar la temperatura los refrescos y que regaló al cuerpo de seguridad cuando cesó su actividad.

También carece de un aparato suministrador de agua, ya sea en botella o en ósmosis inversa. Aunque el puesto tiene altavoces en el techo, los guardias no tienen acceso a dicha megafonía, que parece limitada a la Cruz Roja. En el interior de la caseta existe un habitáculo para hacer gestiones, con una mesita y un portátil, junto a unas sillas, y un solo baño que, a su vez, sirve también de ducha, que está colocada sobre la taza, como si un aseo por género fuera un artículo de lujo; y en el mismo espacio cuatro taquillas. Ni nevera, ni frigorífico, ni zona para comida... ni la mínima seguridad para limitar el acceso o garantizar la intimidad a quien acude a denunciar en su trámite con el guardia, cuando no ocurre que el agente está en el baño y se encuentra con el demandante de auxilio.

Oficina de objetos perdidos

Y si algo se demanda en la playa es precisamente una oficina para objetos perdidos. La carencia de un buzón limita la colaboración de los ciudadanos a dejar abandonados a la puerta de la caseta de la Policía carteras, DNI... Desde el sindicato CSIF, que ha facilitado el reportaje gráfico, se reclama a la nueva concejala condiciones mínimas para garantizar el ejercicio de la labor en condiciones mínimas y que no se quede en una declaración de intenciones, máxime cuando se piensa en instalaciones en otras zonas de baño y se olvida mejorar lo que ya existe.

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