El área de Servicios Públicos, a través de la empresa Valoriza –encargada del servicio municipal de limpieza y recogida de enseres–, concluyó la tarde del pasado viernes la campaña informativa que inició hace nueve meses en la avenida de Los Majuelos para potenciar el reciclaje de residuos entre los vecinos. Aprovechando la presentación de esta iniciativa se trasladó el alcalde de Santa Cruz, junto a la “alcaldesa pedánea de Anaga”, Macu Fuentes, quienes presentaron la campaña y, a la vez, cursaron una visita a los caseríos de Chamorga y el Lomo de las Bodegas, dos enclaves que se localizan al final de Anaga. Doce kilómetros más allá del cruce de Taganana y Almáciga, pasando El Baidadero, cuando parece que no hay civilización sino un eterno manto verde y un túnel vegetal.

Allí, donde acaba la carretera, se localiza un desvío a Chamorga, que tiene “ayuntamiento propio”, el bar Álvaro que regenta doña Juana, conocida familiarmente como Guaita y elogiada por sus papas con carne entre otras exquisiteces. En la terraza, esperando escampe el chichi que se ha contagiado por la visita de las primeras autoridades locales, Carmen Gallardo Sosa, nacida, criada y ensolerada en Chamorga, hija de Ambrosio Gallardo Rojas y Guadalupe Sosa Izquierdo, quienes sacaron a su familia gracias a un campo.

Carmen heredó la pasión por el campo y la acompaña uno de sus hijos, Cándido, que trabaja en la Demarcación de Costas. “Yo hago lo que puedo y él lo mayor en el cuidado de las cabras, el sembrado y la recogida”, apunta la madre. Explica que pasó casi un año hasta que “fue a Santa Cruz”, porque a ella eso de ponerse la mascarilla no le gusta. Pero le cayó un cisco en un ojo y la semana pasada tuvo que acudir a la Casa del Mar, con el tiempo suficiente de ir y volver a la Chamorga, donde precisa que viven unas treinta personas. Carmen se muestra inquieta por las intenciones del cura, don Esteban, y el futuro de la talla que se venera en este caserío, una Inmaculada Concepción que asegura que recogió el bisabuelo por parte de su madre cuando encalló el vapor francés Flachat, en 1898, en el litoral de Anaga. La concejala le quita mella y la invita a no preocuparse que el cura no va a mover la Virgen. En Chamorga hasta hay misa una vez cada quince días, igual en el Lomo de las Bodegas.

El clima lluvioso propio en Anaga cada 8 de diciembre, cuando se venera la festividad de La Concepción, llevó a los vecinos a variar la fiesta de la Virgen a la última semana de septiembre, cuando la meteorología es más propicia y permite la procesión.

Santa Cruz, Anaga... y Chamorga

En el “pleno” del bar Álvaro, Isabelino Ojeda, con todo el atuendo propio de un senderista, aunque en realidad es un viejo conocido y enamorado de la zona. Natural de Gran Canaria, trabajó como enfermero de Radiología durante 42 años en el Hospital Universario de Canarias y conoció Chamorga, donde acabó por comprar un terrenito. Ya jubilado, mira atrás y recuerda cuando realizaba senderismo y la pista de asfalto llegaba hasta el Pico del Inglés. “El resto lo teníamos que hacer a pie por caminos”. De eso han pasado ya más de cuatro décadas.

Entre sus batallas de profesión comparte con los vecinos en la terraza del bar Álvaro que estaba trabajando en el Hospital la tarde que ocurrió el accidente aéreo de Los Rodeos, en el año 1978. “Hasta nos felicitaron los americanos por cómo gestionamos la situación”, apostilla, o las anécdotas de los primeros yesos que se colocaron cuando empezaron a venir impregnado en las vendas, o cuando desapareció el petróleo y desembarcó el gas butano en Chamorga. Es el particular “Sálvame” del que se habla en este caserío ajeno al mundanal ruido y donde el pasado tiene su valor y se respeta.

Caminos y veredas de Santiago

De la mano de la comitiva municipal, el visitante deja Chamorga para adentrarse en su vecino caserío del Lomo de las Bodegas, donde se venera a Santiago, que se celebra el 25 de julio, por lo que no tienen problema con la meteorología. A pie de aparcamiento recibe al alcalde el vecino José Hernández Morín, de 82 años, quien lo conduce hasta el escenario de la pequeña plaza de la ermita. En una esquina, un drago que pone en valor la historia de esta atalaya del sabinal, en servicio en del siglo XVI al XIX, como recuerda una placa: “Formaba parte, junto con las atalayas de San Andrés y Tafada, de la red de alerta que anunciaba el avistamiento de flotas enemigas mediante hogueras y banderas. Los vigías eran vecinos de los pagos y caseríos de Punta Anaga (Las Casillas, Lomo de las Bodegas, La Cumbrilla, Chamorga y Roque Bermejo) y se guarecían en cuevas, casetas de madera o goros de piedra, levantados en las proximidades de sus puestos de observación. Su trabajo de atalayeros lo compaginaban con las labores de cabreros o jornaleros”.

Siglos después, José actúa de “atalayero” de la labor desarrollada por la concejala del distrito y, reconoce que se han limpiado los caminos y se han colocado y pintado barandillas, reforzando algunos muros, aunque no se da por vencido en su demanda para que se corte el brazo que, para el alcalde, parece proteger la cubierta de la ermita –al pasar por encima– y para José supone un peligro y pide su poda. También pide se refuerce al pavimento de la plaza que ha levantado las raíces, antes de hacer un recorrido entre veredas y caminos departiendo con el alcalde y recordando la época en la que el padre del regidor, Severiano Bermúdez, fue concejal de Anaga, “e hizo mucho el 95% de las cosas que ahora se ven”, apostilla José.

Entre los últimos servicios incorporados semanas atrás, la fibra telefónica; ahora tienen fibra pero no señal por un error de cálculo en la demanda de posibles clientes.

Entre las perlas del Lomo de las Bodegas, la casa de Isaac, como se lee en una vivienda ocupación que marca por dónde pasa el futuro de este caserío, es el relevo de la agricultura por el turismo rural, como explica José Ángel Rojas, dirigente vecinal de El Suculum y propietario de una de esas viviendas, mientras, en la casa del frente, un vecino se alonga para pedir trabajo al alcalde. Se le acabó el convenio de carreteras. El regidor admite que lo ideal sería que el personal de convenio fuera de la zona donde se limpia, pero no lo permite la ley. Tras la visita al Lomo de las Bodegas, los cuatro vehículos de la comitiva abandonan la zona que recupera su paz.

Una vecina camina por Chamorga. A la izq., Carmen Gallardo y abajo, Guaita, del bar Álvaro. A la dcha., el alcalde fotografía la cosecha de papas; abajo, José Hernández, en la ermita de Santiago