El entorno del Pancho Camurria, a mitad de camino entre los barrios de Azorín –en el Distrito Salud-La Salle– y Somosierra –en la demarcación de Ofra-Costa Sur–, fue el escenario de una pelea sobre las cinco y media de la tarde del pasado domingo en la que se vio involucrada una veintena de personas, según confirmó ayer la concejala de Seguridad Ciudadana y Policía, Evelyn Alonso, que precisó que la discusión acabó con agresiones con palos y cuchillos.

Los primeros en actuar fueron los efectivos de la Policía Nacional y se sumaron agentes de seguridad local. Una persona resultó herida con una brecha en la cabeza, siendo trasladada al Hospital Universitario de La Candelaria, mientras el resto de los agresores consiguieron huir a pesar de la batida que realizaron los efectivos policiales desplazados, si bien, precisa la concejala, esta intervención es competencia de la Policía Nacional, lo que no quita para que “la Local realice frecuentes recorridos en la zona”.

El concejal del distrito Salud-La Salle, el popular Carlos Tarife, aseguró que este episodio de inseguridad que se vivió la tarde del domingo cerca de la calle Cañadas, donde hay una pequeña plaza en la que habitualmente vive una persona mayor, fue abordada en la Junta de Gobierno que se celebró ayer y se acordó solicitar la presencia de la Policía Local, “a sabiendas de que es una competencia de la Nacional. Estamos muy asustados ante el abandono de la Delegación del Gobierno en Canarias y de la Subdelegación en Tenerife en esta materia”.

La concejala de Ofra-Costa Sur, Gladis de León, descartó un incremento en materia de inseguridad; “ahora bien, ya es hora de que tomen nota e intervengan tanto el Cabildo como el Gobierno de Canarias porque Santa Cruz no puede soportar sola el fenómeno de la inmigración cuando hay otros treinta municipios en la Isla”.

“Junto al Pancho Camurria hay un problema y no es nuevo. Las peleas son continuas, lo que pasa es que lo del domingo se salió del tiesto porque hubo armas blancas. Pero no es nuevo; solo basta con recordar que intentaron apuñalar semanas atrás a un vigilante del albergue y se salvó porque tenía chaleco”. Es el diagnóstico que hace de la zona de Azorín el vicepresidente del colectivo vecinal de la zona, que reitera la necesidad de incrementar la presencia policial, “como ya le hemos reiterado. Aquí hace falta que la Policía patrulle por la calle, que los vean caminando; incluso hemos pedido que delante de la asociación se habilitara un estacionamiento para un vehículo de la Policía Local, pero nunca hicieron nada, ni estos ni los anteriores”, se lamenta Ángel Díaz.

Según los vecinos, “todo comenzó porque un varón se estaba tomando una cerveza y no la quiso compartir. Ahí comenzó todo”. “Desde hace cuatro o cinco meses la inseguridad va a peor”, admite el dirigente de Azorín.

Un testigo de los hechos que prefiere guardar el anonimato asegura que “desde mi casa, todos los días escucho discusiones fuera. El domingo oí la pelea y cuando me asomé estaban cinco o seis marroquíes discutiendo, hasta que uno alcanzó por la espalda y el resto salió corriendo. Yo conté que al menos había siete u ocho”.

Las denuncias del vecindario

“Yo no soy racista”, se apresura a decir, para lamentar que las discusiones entre subsaharianos han llenado de inseguridad el barrio, como ocurrió en la calle Cañadas la tarde del domingo. “Yo no dejo salir a mis dos hijos solos ni para ir al instituto ni para sacar a pasear el perro”. “Aquí no viene ni Dios a hacer una ronda, salvo cuando llamas a la Policía porque pasó algo”.

Tanto en la calle Caracas como en la parte de arriba del Pancho Camurria hay algunos vehículos abandonados –algunos hasta sin ruedas– donde vive una mujer. “Por la mañana, como no pueden estar en el albergue, salen a la calle y se sientan en las escaleras, y luego por la noche algunos duermen en vehículos abandonados”. José Luis, otro histórico vecino del lugar, se lamenta. “Estamos cansados; vivo en la esquina donde termina el albergue y como ahora no los dejan entrar a comer, la cola llega hasta donde están las vallas de la urbanización, en la calle Valle Inclán, sin protección ni distanciamiento. Estoy harto de que nadie haga nada. Lo lamento por la seguridad privada que está dentro del albergue”, añade este vecino que admite que duerme con las persianas bajadas y con un fechillo echado como seguridad. “El otro día mismo cogieron unas papeleras y acabaron discutiendo y tirándoselas entre coches”.

El presidente de la asociación Somosierra Activa, Arturo Plasencia, lamenta la presencia de quienes acuden a vender cerveza a la zona. “Tenemos un contacto fluido con la concejala de Seguridad Ciudadana; en diciembre ya la Policía hizo una batida, pero no se puede bajar la guardia”.