Cuando abrió sus puertas en 2014, los doce puestos estaban en servicio; "había de todo, floristería, frutería, bazar, tienda de ropa y complementos, víveres, café, chucherías panadería... Eso se ha mantenido, no así una pescadería, una quesería y hasta una tienda de comida preparada que cerraron". Seis meses después de la apertura de La Abejera, el mercado fue languideciendo, hasta haber más locales cerrados que abiertos. Esa tendencia cambió a comienzos de este año. Desde febrero, con la apertura de una cafetería-churrería, ya son siete los puestos abiertos, además, con Sergio Trujillo, el propietario de la churrería, llegó la revolución comercial a la zona, al ser un polo de atracción que complementa la oferta. Y eso se ha dejado notar hasta en el horario: para disfrutar de La Abejera se puede visitar los martes y miércoles, desde las 7:30 horas a las 15:00, y de jueves a domingo, de 7:30 horas a 21:00.

Con apenas cuarenta años, Meli Mujica es la comerciante más antigua de cuantas están en La Abejera. Hija de Tano Mujica, director musical de la agrupación musical de la comparsa Los Cariocas y la agrupación musical Chaxiraxi, reconoce que el apoyo de su padre fue fundamental para abrir, y de eso hace ya seis años y medio -siete en diciembre, precisa-. Inicialmente, Meli comenzó con una panadería en La Abejera y, aprovechando la marcha de una compañera, cogió el quiosco que está a la entrada y continuó con la explotación de una frutería.

Meli se muestra optimista y agradecida con el consejo que le dio su padre para que abriera el negocio en La Abejera. "No te haces rica, pero puedes vivir". Con la cuestión económica resuelta para capear el día a día, más compleja es la vida de esta carnavalera; no va en el sueldo, pero sí en la pasión. Habitualmente se levanta a las cuatro de la mañana, una hora después está en el MercaTenerife para poco después de las siete de la mañana tener todo a punto para abrir. Lo llamativo, ella es componente de la agrupación musical Chaxiraxi, que ensaya dos días a la semana y acaba a las once y media de la noche. Y del local, a su casa a Santa María del Mar para descansar menos horas que dedos tiene una mano. Pero... sarna con gusto no pica, y Meli se siente de la zona de Somosierra y García Escámez de toda la vida. "Aquí la mayoría de la clientela son personas mayores, humildes, trabajadores", asegura Meli con orgullo.

Meses después de la reapertura de La Abejera, a comienzos de 2015, se instaló por fuera del mercado, con una carpa, Macu de Arcos, que vendía desde manualidades hasta perfumes, bolsos, ropa... Ya desde hace ya tres años regenta dos puestos en el mercado La Abejera -un bazar, donde se pueden encontrar, por ejemplo, cestas de regalos para recién nacidos por 12 euros o polvos para matar cucarachas y una tienda de ropa- también se encarga de mantener limpia las instalaciones, así como del control de abrir y cerrar las dependencias. Es una de las "culpable" de que pasear por el recoleto mercado de La Abejera sea una delicia y una oportunidad de disfrutar de la estructura metálica que sirve de cubierta. Se trata de un armazón que fue diseñado en 1897 para dar abrigo a La Recova Vieja, que había abierto sus puertas según el diseño de Antonio Oraá y Arocha en 1851. Casi medio siglo después de su puesta en marcha, el arquitecto municipal Antonio Pintor hace los planos y diseña el cerramiento y la fundición, que se trasladaría de La Recova Vieja al mercado La Abejera. En su reapertura, en 2014, bajo la explotación encomendada a Alvenri Mercados SL, el Ayuntamiento realizó una inversión de casi 600.000 euros. Tanto Macu de Arcos como Meli Mujica destacan que la crisis económica se ha dejado sentir en las familias de García Escámez. "Cada vez más hay familias que viven con un sueldo: en la casa del abuelo viven dos o tres hijos con sus parejas y algunos nietos", dice como situación cada vez más habitual aquí.

También los negocios de La Abejera se ha adaptado al confinamiento, según explica Meli. Y predica con el ejemplo de lo que cuenta: interrumpe la conversación para llevar una compra a domicilio. Con el estado de alarma notaron que los vecinos apostaron por ir a comprar al negocio que está al lado de sus casas, por proximidad y seguridad. Y eso se ha convertido en hábito, añade Meli.

En el resurgir de La Abejera, papel fundamental ha jugado desde el pasado febrero la apertura de la churrería y cafetería Maya, establecimiento que regenta Sergio Trujillo y que ha ganado popularidad por sus bocadillos de cochino. "Hasta los churros los sirve a domicilio", cuentan con admiración sus compañeros. "Si vas el jueves, tiene potas y atún; si vas el viernes, carne de cabra". Por el entusiasmo como lo cuentan y por la clientela que se agolpa en la barra y las mesas mientras Palmira se deshace en el servicio, este negocio ha inyectado ilusión a La Abejera, hasta el punto de que ha ampliado los horarios.

Durante la visita, una de las clientes habituales del mercado, Rocío Martín López, de 84 años. "En 2016 representé al mercado del Carnaval. Tenía un sueño y lo cumplí, porque ese año me eligieron primera dama del Carnaval. Recuerdo que acabó la cabalgata y cuando me bajé de la carroza fue cuando me dí cuenta que detrás de mí iba la segunda dama; estaba tan entregada al público, que me pasó inadvertida".

Rocío -aunque matiza que en realidad se llama Rosalía- dice que el mercado alegra al barrio. Meli y Macu se refieren al esfuerzo Sergio: "abrió la churrería-cafetería en febrero y vino la pandemia el 14 de marzo; aún así, desde que se permitió volvió a abrir; es uno de los puntos de referencia". Como quien no quiere hacer sangre, Macu desliza una crítica en la época de la cuarentena. "El mercado, que tenía que abrir porque es un servicio esencial con la frutería, no recibió ni una mascarilla del ayuntamiento"; "las primeras nos las dio El Rincón del Telar, un regalo de Texenery Morero", precisa Meli Mujica.

Ahora confían en la complicidad del Distrito, con Gladis de León al frente y la coordinación José Miguel Zamora, para que se pueda dinamizar el mercado La Abejera y continúe remontando vuelo sin perder el calor del barrio, como el detalle de la joven que le dejó pagada una cerveza a Sergio el miércoles como regalo de cumpleaños.