Está demostrado estadísticamente que los regímenes dietéticos estrictos suelen terminar en fracaso: unas veces son abandonados prematuramente, antes de obtenerse los objetivos deseados. Y otras se consigue perder mucho peso, pero se recupera con enorme facilidad, incluso sumando algún kilo de más.

El pilar del método “no dieta”: cambiar la mentalidad

Los partidarios de este sistema afirman que lo fundamental es cambiar la mentalidad a la hora de alimentarse y guardar la línea. En este sentido, indican que el objetivo de perder peso a toda costa ha de cambiarse por otro: perder grasa, pero no músculo.

Perder peso no siempre es bueno

Así es: con las dietas draconianas se corre el riesgo de, además de grasa, perder músculo. Una vez finalizada la dieta, esa pérdida de musculatura hace que el organismo gaste menos energía y, por tanto, cree las reservas de grasa más rápido.

Esa es la causa principal del temido “efecto rebote”: el individuo, tras cesar el régimen, coge más peso del que tenía anteriormente.

¿Y qué es exactamente el método “no dieta”?

Cuando se habla de este método no hay que entender que se trata de una libertad absoluta a la hora de comer. Puede comerse de todo pero siguiendo estas pautas alimenticias:

  • Una ingesta de proteínas de entre el 15 % y el 20 %, para evitar que se pierda músculo
  • Las grasas, principalmente las monoinsaturadas y las poliinsaturadas, son necesarias para los procesos hormonales y metabólicos (entre el 25 % y el 30 %).
  • Los hidratos de carbono, quedan excluidos los azúcares refinados, son el principal sustento energético y han de suponer entre el 55 % y el 60 % del aporte calórico.
  • Respecto a la cantidad total de calorías, estas han de ajustarse a las necesidades de cada sujeto, teniendo en cuenta su edad, sexo, nivel de actividad y estado de salud.

A modo de ejemplo, un repartidor de electrodomésticos de 25 años y sano precisará más del doble de calorías diarias que una mujer de 70 con dificultades de movilidad.

Como complemento, se recomienda practicar algún ejercicio ligero (por ejemplo, caminar o hacer algo de bici) y no exceder la ingesta de alcohol recomendada por la OMS (un máximo de dos copas de vino o cañas de cerveza al día).