Opinión | El recorte

El ‘vía crucis’ de las más carillas

Mascarillas.

Mascarillas. / DELEGACIÓN DEL GOBIERNO EN NAVARRA

Hace poco más de dos años el PSOE lanzó una campaña contra Isabel Díaz Ayuso, reina de las cañas de Madrid, porque su hermano había participado con una empresa en la venta de mascarillas a la Comunidad. El caso se denunció a la fiscalía y acabó siendo archivado al no apreciarse indicios de delito. Pero el reproche moral quedó escrito en tinta indeleble. Era indecente que mientras la gente moría, se dijo, un familiar de un político hiciera negocio –aunque fuera legítimo– con material sanitario.

Las acusaciones de entonces se vuelven ahora un bumerán. Existen abrumadores indicios que apuntan al pago de comisiones por parte de una empresa que vendió mascarillas a ministerios y comunidades gobernadas por los socialistas. Y donde las dan, las toman.

Se puede meter la pata y no meter la mano. Hasta el momento es el caso de Canarias y Baleares. Parece claro que se compró a una empresa siguiendo indicaciones de «alguien» del partido. Una empresa que no tenía solvencia acreditada, que no trabajaba en el mundo de los suministros sanitarios y que no estaba calificada para contratar con la administración. O sea, un cuadro. Cualquiera sabe que para vender una caja de grapas a la administración pública hay que presentar hasta el certificado de nacimiento.

La situación de pandemia permitió contratar a dedo. Pero es falso que se pudiera hacer con cualquiera y de cualquier manera. La administración pública no se desnudó de prevenciones hasta ese extremo. La empresa que supuestamente pagó comisiones a Koldo García, asesor del exministro José Luis Abalos, pudo vender a Renfe, a Puertos del Estado, al Ministerio del Interior, a Baleares y a Canarias porque se le dieron facilidades que de común no existen.

A los socialistas les espera un penoso calvario mediático. Uno que aspira al pago de responsabilidades políticas, por elevación. El PSOE ha lanzado a las fieras de la oposición la cabeza del exministro Ábalos, pero la han devorado en un segundo y quieren más sangre. Van a por Torres, Armengol o Illa, entre otros. Caza mayor. La praxis de que quien a Rita Barberá mata a hierro muere se aplica hasta la náusea en el enfrentamiento suicida de los dos grandes partidos españoles, que han convertido sus relaciones en un oloroso estercolero, para gozos y sombras de los espectadores.

En Canarias se gastaron dieciséis millones de euros en mascarillas que salieron ranas o que siendo ranas se vendieron a precios de sapo. El anterior Gobierno enterró muy mal un informe de la Audiencia de Cuentas de Canarias en el que se ponía el foco sobre la manera impropia en que se hicieron esos contratos que hoy son pésima noticia. El saludable cadáver de aquel informe ha salido de su efímera tumba y huele peor que los calcetines del señor Koldo.

La comisión de investigación que ha propuesto el PP en el Parlamento canario y el Senado, donde las mayorías de hoy son las oposiciones de ayer y viceversa, se va a convertir en un vía crucis político para quienes se lanzaron, sin mucho meditar, al degüello ajeno. Mal asunto cuando tienes el techo de cristal. Vamos a tener tela para hacer cien trajes de los de Camps.

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