Opinión | El recorte

Zona de Bajas Intenciones

Las emisiones de CO2 también continuaron creciendo en 2023

Las emisiones de CO2 también continuaron creciendo en 2023 / Efe

Igual no lo saben, pero están preparándose para meterle mano a sus bolsillos. Lo van a hacer aplicando una ley que en el caso de Canarias está basada en la falsedad. La declaración de Zonas de Bajas Emisiones está pensada para las grandes ciudades continentales, donde la acumulación de partículas contaminantes produce un deterioro del aire que respiran los ciudadanos. Es un arma defensiva para luchar por la salud y para obligar a los ciudadanos que quieran moverse a utilizar los transportes eléctricos o públicos (guaguas, metro o trenes) que tienen disponibles.

No hay ninguna ciudad de nuestro Archipiélago donde concurran niveles de contaminación que justifiquen la restricción del tráfico. Ninguna. Los alisios y la cercanía del mar se encargan de mantener nuestros cielos más limpios que los bolsillos de un pensionista a mitad de mes. Crear zonas prohibidas a la circulación de coches en el centro de Santa Cruz alegando que se lucha contra la contaminación es defenderse de un enemigo fantasma es, por resumir, una mentira. Una Zona de Bajas Intenciones.

Se puede entender que una ciudad declare peatonal una amplia zona urbana. De hecho hay muchas que lo hacen. Pero eso prohíbe la circulación a todo el mundo, excepto a los residentes que deban entrar y salir de sus garajes. Lo que están planteando para el inmediato futuro es que solo los ricos tengan derecho a circular por el centro, porque solo quien tenga dinero para cambiarse a un coche eléctrico va a poder hacerlo. Es hacerle el caldo gordo a los vendedores de vehículos muchísimo más caros que los tradicionales que, encima, ni siquiera tiene una adecuada red de suministro de energía.

Durante décadas, Santa Cruz hizo mediciones de la contaminación que producían las chimeneas de la refinería. Y en todo ese tiempo las autoridades nos decían que teníamos el aire más limpio del mundo. Un aire con el que no pueden ni las chimeneas de los barcos que atracan en el puerto. Porque estamos abiertos al mar y los vientos limpian cada día, salvo contadas excepciones al año, nuestra atmósfera.

Así que, si no hay enfermedad ¿por qué nos recetan una medicina innecesaria? Pues porque es una manera de recaudar. Habrá cámaras que multarán a los coches infractores de manera automática y permitirá ingresar más dinero por sanciones. Y más por la venta de las etiquetas obligatorias. Y más impuestos por la venta de coches eléctricos. No importan los daños que se van a causar al comercio de los centros urbanos ni el hecho de que no existe una red de transporte público eficaz. Y sobre todo no importa que el hecho mismo de la contaminación sea falso.

Si los ciudadanos permitimos pasivamente que nos sigan tratando como borregos tendremos merecido lo que nos pase. Sepan ustedes que solo los que tengan dinero podrán permitirse el lujo de comprar coches que hoy tienen un precio escandaloso. No es el caso de miles de trabajadores que tienen que ir todos los días a su puesto en el centro de las ciudades. Es la manera que tienen de obligarnos a cambiar de coche a la fuerza. Dicen que lo hacen para salvarnos, pero es mentira. Es para lo de siempre.

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