Opinión

¿Rus o urbe?

¿Campo o ciudad? Esa es la pregunta que formulo en esta ocasión. Entiendo que es la segunda o tercera vez que trato de ella ya que recientemente en el verano que hemos vivido en pleno mes de agosto escribí algún que otro artículo de opinión en el periódico EL DÍA sobre La rus y la urbe en el que hacía referencia de Alejandro de Humboldt y de Sabin Berthelot en La Orotava, siglos XVIII y XIX, cuando el naturalista y geógrafo prusiano visitó la Villa orotavense cuando subió al Teide en junio de 1799; también cité a mi hermano Nany que decidió cambiar recientemente el casco de la Villa por Mamio, en Aguamansa, en el límite agroforestal de su finca familiar. Todos ellos fueron personajes a los que les gustaba viajar como a este relator. Al igual que al diputado don Alonso Arroyo cuando alternaba a finales de los años de 1940 y 50 el Puerto de la Cruz con la finca familiar de los Órganos de Aguamansa donde crecía el castaño de las Siete Pernadas que tanto entusiasmó a la poeta cubana Dulce María Loynaz cuando fue a visitarlo en 1947 junto con su esposo Pablo Álvarez de Cañas y dejó constancia de ello en su novela de viajes por Canarias de Un Verano en Tenerife.

El interés por viajar, toda una pasión, lo apliqué a la hora de redactar un libro que en la primavera última, marzo de 2023, presenté en sociedad en el salón de plenos del ayuntamiento de La Orotava. Lo titulé Diario de un Viajero donde escribí más de seiscientas páginas, fruto de mi vida sociopolítica, que repartí en siete capítulos dedicados a la Geografía de los Viajes y a las Reflexiones pasando por los viajes a las Américas, por Canarias, por La Orotava, por la Conservación de la Naturaleza y por los personajes que conocí entonces. En estos días otoñales he vuelto a contemplar en algunos periódicos y revistas el interés por viajar y constato la pregunta de ¿Naturaleza o ciudad? Aparecen una decena de contestaciones entre las que destacan las referentes a demostrar que no solo es el momento de disfrutar al aire libre, sino también para descubrir localidades en Canarias, en la península o en el resto de Europa donde incluso los dragos y la gastronomía son una buena excusa para planificar un viaje. Y si no que se lo pregunten al amigo Álvaro Fajardo por su joya de Ycod, al amigo John Lucas por el drago de Mariann North en el portuense Sitio Litre o al amigo botánico Alfredo Reyes por el drago en la Hijuela del Botánico en La Orotava o a Casimiro Curbelo por el drago de Alajeró en La Gomera o al biólogo Arnoldo Santos por el jardín de dragos en el norte de la isla de La Palma o de Socotora en Yemen.

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